Un proceso todav¨ªa m¨¢s penoso
Pertenezco a la minor¨ªa de los ocho millones de televidentes que no sabemos, ni nos importan, los problemas entre toreros y presentadoras de programas televisivos. Supongo que nos importan m¨¢s los problemas de esos otros 30 millones que no "caben" en los an¨¢lisis de las audiencias televisivas. S¨ª nos preocupa que el Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid denuncie que "se est¨¢ atentando gravemente contra la intimidad de una menor" y que esa afirmaci¨®n se convierta en nuevos argumentos para la exhibici¨®n televisiva de los enfrentamientos de sus progenitores y la utilizaci¨®n de la peque?a como munici¨®n en esa pelea.
Mi comentario lo hago con el sesgo del desinter¨¦s, y consiguiente ignorancia, por este tipo de programas, pero tambi¨¦n desde la importancia que tienen la dependencia y la autonom¨ªa en las vidas de los seres humanos. La dependencia es condici¨®n necesaria para nuestra supervivencia en el inicio de nuestras vidas y durante una larga infancia. Tardamos muchos a?os en desarrollar la autonom¨ªa motriz, intelectual, social y moral que define al individuo adulto. La rebeld¨ªa irracional de los adolescentes puede entenderse como el esfuerzo por definir su propio espacio, su identidad contrapuesta a la de los adultos de quienes ha dependido hasta entonces (fundamentalmente sus padres y profesores). No necesita diferenciarse de sus iguales y, por eso, es compatible el af¨¢n de individualidad con la imitaci¨®n de formas de ocio, de vestir, o peinarse como sus iguales.
Cuando los adultos de quienes necesitamos independizarnos son famosos, ese proceso puede convertirse a¨²n en m¨¢s dif¨ªcil, en m¨¢s penoso. Todos somos hijos de padres ante los que necesitamos reivindicarnos como individuos independientes y aut¨®nomos, pero en el caso de los padres famosos es como si su alargada sombra nos persiguiera mucho m¨¢s all¨¢ del ¨¢mbito familiar. En este contexto, si siempre es importante proteger el derecho a la intimidad que los menores no pueden a¨²n defender por s¨ª mismos, en el caso de los famosos la intromisi¨®n y el abuso es m¨¢s f¨¢cil que se produzca.
Si es necesario regular las condiciones en las que los menores act¨²an en la sociedad (espect¨¢culos, deportes, actividades mercantiles, etc¨¦tera) para evitar abusos, tambi¨¦n parece sensato evitar que se conviertan en armas arrojadizas en las disputas conyugales o de divorcio de sus padres. Y mucho menos que puedan servir de morbo a audiencias siempre hambrientas de curiosidad por lo que sucede en la ventana de enfrente.
Los problemas entre toreros y presentadoras parece que interesan mucho a dos millones de espa?oles. Todos sabemos ya que los conflictos entre adultos pueden afectar mucho a los ni?os que dependen de ellos. Regodearse en los mismos, y llegar a presentarlos como espect¨¢culo, quiz¨¢ explica el calificativo de telebasura.
Josetxu Linaza es catedr¨¢tico de Psicolog¨ªa Evolutiva y de la Educaci¨®n en la Universidad Aut¨®noma de Madrid.
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