Estrenos TV

A¨²n no puedo hablar abiertamente de pel¨ªculas concretas que he visto en el Festival de Cine de San Sebasti¨¢n. Como miembro del jurado del premio Nuevos Directores tengo una cl¨¢usula de confidencialidad seg¨²n la cual debo ser discreto en mis opiniones hasta la lectura del palmar¨¦s. As¨ª que no puedo decir nada de la calidad espec¨ªfica de cada t¨ªtulo, aunque s¨ª de la cantidad. Me he pegado tal atrac¨®n de cine que no creo que vuelva a entrar en una sala hasta dentro de tres meses.

Aunque tambi¨¦n creo que necesito tragarme alguna comedia para reconciliarme con la raza humana, ya que, como en cualquier festival de cine del mundo, la tragedia es el g¨¦nero imperante en la programaci¨®n. Y la impresi¨®n que saca uno del mundo es desoladora: en la pantalla vemos sobre todo a gente sufriendo y viviendo experiencias traum¨¢ticas. No vayan a pensar que por hacer comedias s¨®lo me gusta el cine c¨®mico. No tengo nada en contra de los dramas, pero s¨ª que tengo reparos contra la solemnidad, la gravedad y el desgarro emocional. Es tan habitual que parece una f¨®rmula: si quieres ir a festivales y ganar premios, somete a tus personajes a las peores desgracias. Seguir esta receta me parece facil¨®n, pero parece que funciona. Es como ese sketch de los Monty Phyton donde un grupo de millonarios compiten por narrar la historia m¨¢s miserable de su infancia. Todos describen lo pobres que eran de ni?os y cada vez sueltan detalles m¨¢s s¨®rdidos.

En el cine tiene que haber de todo, vale, pero la insistencia en el dolor me parece fatal

Algo as¨ª pasa en el Zinemaldia (y en Cannes, y en Venecia, y en Berl¨ªn), que por momentos es un concurso de atrocidades. Y claro, como conozco a alg¨²n programador de festival, pregunto por qu¨¦ pasa eso. Me responden que los festivales se rifan las comedias: cuando aparece una pel¨ªcula c¨®mica en el mercado, se pelean por tenerla. Ese dato me tranquiliza, pero pienso entonces en los cineastas que eligen tem¨¢ticas tremebundas para sus pel¨ªculas. Tiene que haber de todo, vale, pero la insistencia en el dolor me parece fatal. Por inmoral (hacer del sufrimiento un espect¨¢culo) y por mon¨®tona (ves tanta desgracia en pantalla que al final te insensibilizas).

Una cosa que nunca me ha gustado de los festivales es que a veces da la sensaci¨®n de que se premia el tema de la pel¨ªcula en vez de la propia obra. Quiero decir que si una historia versa sobre abortos ilegales, por ejemplo, se aplaude la decisi¨®n de filmar una pel¨ªcula sobre ese tema y no se tiene en cuenta la calidad de la cinta. Da igual que la pel¨ªcula sea torpe, aburrida o directamente mala: el tema es tan fuerte que es digno de reverencia. Pel¨ªculas que podr¨ªan ser programadas una tarde de domingo en cualquier cadena (un telefilme al estilo de Estrenos TV) se proyectan en el festival y dejan de ser pel¨ªculas de siesta para ser t¨ªtulos supuestamente importantes.

Pero pasa como en todo, hay dramas desgarradores de gran calidad y otros m¨¢s flojos. En la ecuaci¨®n de este festival ganan las pelis buenas: en general, hemos visto cine muy interesante y muy variado. Y eso es lo que al final hace que el Zinemaldia siga vivo. Por muchos a?os.