"A Paco Rabal le he perdonado todo, menos una cosa"
Asunci¨®n Balaguer quer¨ªa a su marido, Paco Rabal, como nadie supo querer a uno de los hombres m¨¢s entra?ables, mimosos y geniales del universo al que ella pertenece: el del cine y el teatro. El actor muri¨® en 2001, y su recuerdo en ella, y en quienes le conocieron, despierta el mismo cari?o sin l¨ªmites del que ¨¦l disfrut¨® en vida. E hizo de todo, tambi¨¦n, para que Asunci¨®n le cerrara la puerta con siete llaves. "Pero le quise, nunca dej¨¦ de quererle, y le he perdonado todo...". Se queda en suspenso y a?ade: "Menos una cosa. Que no voy a contar".
Estamos en el Caf¨¦ Gij¨®n, al lado, adem¨¢s, del teatro Marquina, donde ella ahora representa "a la vieja de El pisito", la obra teatral que viene de un gui¨®n de Rafael Azcona para Marco Ferreri y que aterriza en el escenario como una obra adaptada por Juan Jos¨¦ Seoane y por Bernardo S¨¢nchez. La dirige Pedro Olea, con quien Asunci¨®n est¨¢ encantada. "Qu¨¦ hombre m¨¢s dulce, c¨®mo nos estimula". Y est¨¢ encantada con sus compa?eros de reparto, Pepe Viyuela, Tet¨¦ Delgado..., "gente que enseguida ves que te quiere, que te hace la vida feliz".
La viuda del actor representa en Madrid a la vieja de 'El pisito'
Tiene dos hijos y seis nietos, y hablando de ellos muestra el mismo rostro rejuvenecido y feliz que ense?a cuando le hablas de Paco. Rabal fue uno de los grandes juerguistas de Espa?a y del mundo. Se conocieron en 1948, y se dieron una tregua: si ¨¦l triunfaba en el cine, se casar¨ªan, y ella pas¨® ese tiempo de espera viajando con la compa?¨ªa de Tamayo por Am¨¦rica. Jam¨¢s se separar¨ªan luego. Le perdon¨® todo..., menos una cosa, pero no va a decirla. A ella le llenan los recuerdos, ahora, incluso los recuerdos regulares. Una vez lleg¨® a las cinco de la ma?ana a casa, con su amigo Ra¨²l del Pozo. "Asunci¨®n, dame el pasaporte, que me voy a Roma a ense?arle un hotel a Ra¨²l". Otro d¨ªa le llev¨® ladrones a casa: se los hab¨ªa encontrado por la calle, eran simp¨¢ticos, c¨®mo no los iba a agasajar.
Ella viene de Manresa y de all¨ª vienen sus gustos culinarios. Pide un lenguado muy sobrio, pero lo que ella de veras adora son las jud¨ªas con butifarra, a la catalana. Paco le hizo cocinar m¨¢s de la cuenta, aunque su apetito era como el de su amigo Feliciano Fidalgo, la tortilla espa?ola, los chorizos. Ella le cocin¨® en los lugares m¨¢s ins¨®litos. "A veces ven¨ªa a casa, de madrugada, despu¨¦s de estar por ah¨ª varios d¨ªas, y me dec¨ªa: 'Ni he cenado'. Y pon¨ªa esa cara de ni?o malo arrepentido, c¨®mo no le ibas a perdonar. Y le cocinaba, claro que le cocinaba, c¨®mo no le iba a cocinar".
Asunci¨®n tiene ahora 83 a?os. Tiene energ¨ªa y memoria. "Y no me fallan las piernas". Esta obra de teatro que ahora representa le ayuda a rememorar a uno de los grandes amigos de Paco, Rafael Azcona ("qu¨¦ bien eso que dice Vicent de ¨¦l, prote¨ªna pura"); cree que ¨¦ste es "un regalo del cielo". El teatro la junt¨® con Paco, y la sigue juntando al recuerdo y a la vida. Antes de irnos, cuando ya el lenguado es un recuerdo en el plato, a ella se le enciende otra vez la memoria del amor por el actor de su vida y le rememora con un capricho. "En los hoteles daban muy mal de comer, y ¨¦l quer¨ªa arroz blanco. Compr¨¦ un hornillo, alcohol de quemar, un ajo y arroz. Y aceite de oliva puro. El mejor arroz de nuestra vida". Lo dice como si paladeara un sabor inolvidable junto al hombre que se lo hizo perdonar todo... menos una cosa.
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