Si necesita algo, acuda a los Millet

Si faltaba dinero para el campo de f¨²tbol, a los Millet; si el partido necesita financiaci¨®n, a los Millet; si alguien estaba en un apuro y necesitaba unos cuartos, tambi¨¦n a los Millet. A los vecinos de L'Ametlla del Vall¨¨s (7.796 habitantes, Vall¨¨s Oriental) les cuesta digerir que F¨¨lix Millet haya robado a espuertas. Su familia es uno de los pesos pesados del municipio. Su abuelo, su padre y su t¨ªo se caracterizaron por echar una mano cuando era necesario. ?l est¨¢ m¨¢s desvinculado del pueblo, pero no deja de ser de Can Millet.

"Al principio no nos lo pod¨ªamos creer", explican varios ciudadanos. Aunque alguno, por lo bajini le acusa de ser un d¨¦spota. Los m¨¢s j¨®venes ni siquiera le conocen. En el casal de ancianos pasaron de la incredulidad al estupor al conocer la noticia. Pero enseguida recuperaron la rutina de tardes de zarzuela y ajedrez. Le recuerdan como un joven "comerciante, vivo, din¨¢mico", pero la mayor¨ªa le perdi¨® la pista cuando se fue a estudiar a Barcelona.

Estos d¨ªas nadie contesta al interfono de su casa. La mansi¨®n ocupa un mont¨ªculo entero, protegida por ¨¢rboles y barreras. Algunos ni saben que el ladr¨®n del que tanto se habla es su vecino. "Me he enterado ahora, al poner TV-3", confiesa una mujer.

Incluso su familia intenta desvincularse de ¨¦l. En la residencia de ancianos que regenta un primo segundo de Millet, un cartel advierte de que no tienen "ninguna relaci¨®n profesional ni econ¨®mica" con ¨¦l.

Antes del esc¨¢ndalo, Millet se dejaba caer los domingos en misa y com¨ªa en el restaurante La Mas¨ªa. Pero desde que ha confesado que se apropi¨® de 3,3 millones de euros, se ha esfumado.