Absurdo sobre ruedas
Espa?a, la selecci¨®n m¨¢s fuerte, la de las grandes figuras, termina conform¨¢ndose con el bronce de 'Purito' Rodr¨ªguez en una carrera ganada por el australiano Cadel Evans
En la Torrazza de Novazzano, una cuesta enga?osa, apenas 1.700 metros con desniveles m¨¢ximos del 10%, Eddy Merckx hizo trizas a Felice Gimondi cuando alcanz¨® su segundo Mundial, en 1971. En la Torrazza de Novazzano, un repecho en una suave loma en torno a Mendrisio, Cadel Evans, un hondo hoyuelo en la barbilla, el ¨²nico rasgo brillante junto a sus ojos de ciervo en una persona de habitual afectada de tristeza, de desamparo, labr¨® su propia leyenda con un ataque sorprendente y ¨¢gil, moviendo el plato grande alegre, dej¨¢ndose guiar por una ambici¨®n muchos a?os ocultada por la frustraci¨®n, con un demarraje que dej¨® clavados a todos los favoritos. Tambi¨¦n a los espa?oles. M¨¢s que a nadie, a los espa?oles, que hicieron grande a Evans, uno acostumbrado a no ganar nunca; uno que, a pesar de ello, tuvo el valor de intentar ganar.
S¨®lo al seleccionador pareci¨® sentarle mal el puesto. "Me sabe a poco", dijo De Santos
En la Torrazza de Novazzano, ego¨ªstas, asustados como conejos a la salida del sol, con la misma ambici¨®n que un funcionario que s¨®lo sue?a con la invisibilidad, obsesionados con los movimientos del temido Cancellara, con la t¨¢ctica del eterno rival, la squadra azzurra, los cracks del ciclismo espa?ol, empataron a cero un partido que debieron ganar por goleada y, encima, posaron sonrientes para la foto. Espa?a pod¨ªa haber copado el podio, pod¨ªa haber ganado el arco iris con Joaqu¨ªn Purito Rodr¨ªguez, con Valverde, con Samuel -no con Freire, para quien la ¨²ltima vuelta fue la vuelta de m¨¢s-, y termin¨® con un bronce, el de Purito, que sabe a nada y, encima, batiendo palmas, escondidos detr¨¢s de dos sacrosantas palabras que lo justifican todo: "medalla", "equipo". Lo llaman tambi¨¦n ciclismo, aunque tambi¨¦n podr¨ªa pasar por esperpento.
Jos¨¦ Luis de Santos, el seleccionador debutante, jug¨® un partido impecable si se juzga desde la academia. Tambi¨¦n fue el ¨²nico al que pareci¨® sentarle mal el resultado. "Me sabe a poco el bronce", dijo; "con el equipo que ten¨ªamos s¨®lo hab¨ªa que pensar en la victoria. Un tercer puesto me deja la cara triste, aunque peor habr¨ªa sido un cuarto, claro, que nos la habr¨ªa dejado de tontos". De Santos manej¨® con frialdad la partida, no entr¨® al trapo de la agresividad italiana, dej¨® que trabajaran m¨¢s selecciones antes del movimiento final y logr¨® que en la ¨²ltima vuelta, despu¨¦s de que Cancellara arrasara al pelot¨®n con su potencia, tres espa?oles formaran parte del grupo de nueve que se jugar¨ªa la victoria. Faltaban s¨®lo la ¨²ltima subida y el ¨²ltimo descenso. "Entonces les dije a los corredores que se manejaran seg¨²n su instinto", dice De Santos.
A Purito, el instinto le ped¨ªa guerra caliente, jugar a la provocaci¨®n, atacar para descubrir; a Valverde y Samuel, las figuras, guerra fr¨ªa, vigilancia, freno. Conformismo. Hemos estado con los grandes, se justifican. "Yo, con Cancellara", dice Samuel, el campe¨®n ol¨ªmpico. "Yo, con Cunego", a?ade Valverde. "Ten¨ªamos delante a un compa?ero", dicen los dos refiri¨¦ndose a Purito, a quien hab¨ªan mandado a vigilar a Evans, en el que no pensaban ellos; "y hay que respetar a los compa?eros". Impecable discurso. Triste discurso. Falso discurso.
A Purito, que llevaba en fuga 100 kil¨®metros, que hab¨ªa estado en su sitio cuando se movieron peones fuertes de Italia -Paolini, Scarponi, Visconti y, sobre todo, el campe¨®n saliente, Ballan-, que manejaba la situaci¨®n, fuerte, sobrado, con una sola pierna, le traicionaron los grandes de Espa?a, le privaron probablemente de la victoria, cuando dimitieron de su obligaci¨®n de intentar ganar ellos. Fue el absurdo. Un caso de escuela de ciclismo: Espa?a ten¨ªa al m¨¢s fuerte de una fuga de 30 que podr¨ªa haber llegado hasta el final, Purito; Espa?a ten¨ªa a los m¨¢s fuertes en el pelot¨®n perseguidor; Espa?a, sus buenos trabajadores -G¨¢rate, capit¨¢n de ruta, Moreno, Plaza-, tira la fuga abajo; Cancellara hace la selecci¨®n definitiva y muere en el intento, y, llegado el momento del remate, Espa?a, los grandes, deja que se la juegue Purito, aqu¨¦l cuya fuga han anulado, el ¨²nico superviviente final de la larga fuga. ?Lo entiende alguien?
"Pero seguro que Purito est¨¢ muy contento", dice Samuel, en quien los ojos delatan una iron¨ªa que su tono de voz oculta. Contento de verdad estaba Evans, quien a los 32 a?os encuentra, por fin, una justificaci¨®n victoriosa a la locura, a un empe?o individual, individualista puro, que le hizo dimitir de Australia, donde era una gran figura del mountain bike, para arriesgarse a la soledad y al escarnio del ciclismo europeo. "Y, encima", dijo Evans, que se sent¨® en Stabio, a tres kil¨®metros de Mendrisio, que se entrena por las orillas del lago Mayor, a quien entrena el sabio italiano Aldo Sassi, el maestro del centro Mapei y de Basso, "ha sido como ganar en casa". El a?o pr¨®ximo, que el Mundial se corre en Australia, tambi¨¦n podr¨¢ ganar en casa.
Clasificaci¨®n: 1. C. Evans (Aus.), 6h 56m 26s en los 262,2 km. 2. A. Kolobnev (Rus.), a 27s. 3. J. Rodr¨ªguez, a 28s. 4. S. S¨¢nchez, a 30s. 5. F. Cancellara (Sui.), m. t. 9. A. Valverde, a 51s. 15. ?. Freire, a 2m 2s.
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