La "amarga derrota" del SPD
El hist¨®rico partido est¨¢ abocado a una renovaci¨®n generacional y a luchar por la unificaci¨®n de la izquierda
"Amarga derrota". Frank-Walter Steinmeier dio el titular. Impasible y sin emoci¨®n. Con la misma frialdad y elegancia felicit¨® a los vencedores s¨®lo empezar la Ronda de los Elefantes, un ritual televisivo que al final de cada jornada electoral re¨²ne a todos los l¨ªderes, incluido a quien ocupa la canciller¨ªa. El candidato socialdem¨®crata sab¨ªa lo que ten¨ªa entre manos. Necesitaba acercarse al 25% para salvar los muebles. Con este resultado, un hundimiento ins¨®lito que le acerca a los peque?os partidos, el SPD est¨¢ abocado a una crisis en toda regla, que conducir¨¢ a un dr¨¢stico relevo generacional.
No estaba de su mano pisar los talones a los democristianos como consigui¨® en 2005 Gerhard Schr?der. Su ¨²nica posibilidad era una carta perdedora y dudosa: se trataba del continuismo de la Gran Coalici¨®n, que permit¨ªa a su partido conservar el Gobierno, aunque en peores condiciones que hace cuatro a?os, y s¨®lo le colocaba en buena posici¨®n para romper con Merkel en el momento m¨¢s adecuado. No ha conseguido ni lo uno ni lo otro. Lo hab¨ªan advertido muchos analistas durante la campa?a ante las encuestas: el SPD ya no es un partido de masas, lo que en Alemania se llama un Volkspartei (partido popular), condici¨®n que para algunos apenas conserva la CDU-CSU con su 33,8%.
El pr¨®ximo l¨ªder tiene como tarea perentoria procurar la reunificaci¨®n de la izquierda, atrayendo a los Verdes naturalmente, pero sobre todo a La Izquierda, la fuerza ascendente que m¨¢s partido ha sacado del descontento contra los socialdem¨®cratas. Para el todav¨ªa presidente del SPD, Franz M¨¹ntefering, esta formaci¨®n ahora radicalizada "es carne de la carne" de los socialdem¨®cratas. La tarea no es f¨¢cil y deber¨¢ superar obst¨¢culos serios. El primero de todos tiene nombre y apellido: Oskar Lafontaine, el primer ministro de Hacienda que tuvieron los socialdem¨®cratas cuando regresaron al Gobierno en 1998. Lafontaine dio el portazo en disconformidad con la Agenda 2010, el programa de reformas del Estado de bienestar de Gerhard Schr?der que profundiz¨® luego Angela Merkel.
El segundo obst¨¢culo es la cultura pol¨ªtica y la experiencia hist¨®rica de los ex comunistas de la antigua Alemania del Este. Desde los Verdes o desde el SPD se ve en muchos dirigentes de Die Linke la sombra de la Stasi, la polic¨ªa pol¨ªtica del r¨¦gimen comunista que convirti¨® en confidentes a una proporci¨®n enorme de la poblaci¨®n. La unificaci¨®n alemana podr¨¢ darse por concluida y por cosidas hasta sus ¨²ltimas heridas el d¨ªa en que Die Linke sea una fuerza de Gobierno capaz de aliarse con cualquier otra o se confunda con los socialdem¨®cratas en un proceso de unificaci¨®n de la izquierda.
Steinmeier puede consolarse respecto a su derrota amarga de ayer: la continuaci¨®n en el gobierno de Gran Coalici¨®n hubiera significado m¨¢s desgaste para su partido y la imposibilidad de regeneraci¨®n y de recuperaci¨®n de la sinton¨ªa con el electorado que les ofrecer¨¢n ahora los esca?os de la oposici¨®n.
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