Micheletti acalla las voces contra el golpe en Honduras
El Gobierno de hecho clausura las ¨²nicas emisoras cr¨ªticas del pa¨ªs
Al filo de las cinco de la madrugada, se cumpli¨® la amenaza. Un despliegue imponente de militares y polic¨ªas rode¨® las instalaciones de los dos ¨²nicos medios de comunicaci¨®n contrarios al gobierno golpista -Radio Globo y el Canal 36 de televisi¨®n- y, sin orden judicial alguna, se llev¨® los equipos de transmisi¨®n. No encontraron resistencia. A esa hora a¨²n segu¨ªa vigente el toque de queda. Richard Smith, el ¨²nico reportero del Canal 36 que presenci¨® el allanamiento, no tuvo m¨¢s remedio que hacerse a un lado. "Nos cerraron por una ¨²nica raz¨®n: decir la verdad", relat¨®.
Roberto Micheletti ya ni siquiera disimula. Desde que, hace ahora tres meses justos, un comando del Ej¨¦rcito a sus ¨®rdenes secuestrara y expulsara del pa¨ªs al presidente Manuel Zelaya, el Gobierno golpista ha hecho muchos esfuerzos por quitarse ese apellido, por intentar demostrar a todo el mundo que la raz¨®n, e incluso la democracia, estaban de su parte. Ya ni siquiera lo intenta. Lo sucedido en las ¨²ltimas 48 horas demuestra que Micheletti, a falta de un plan para solucionar la crisis, ha optado por huir hacia delante.
Militares y polic¨ªas rodearon Radio Globo y el Canal 36 de televisi¨®n
El s¨¢bado, el Gobierno mand¨® a las imprentas de La Gaceta -el bolet¨ªn oficial del Estado- un decreto aprobado en secreto en el Consejo de Ministros del lunes anterior, apenas un d¨ªa despu¨¦s de la llegada de Zelaya, y seg¨²n el cual quedaban en suspenso cinco importantes garant¨ªas constitucionales. Cualquier hondure?o que quiera salir a la calle para protestar contra el r¨¦gimen actual, lo tiene que hacer sabiendo que, hasta dentro de 45 d¨ªas, est¨¢n anulados los derechos a la libertad personal, la libre emisi¨®n de pensamiento (libertad de expresi¨®n), la libertad de asociaci¨®n y de uni¨®n, la libre circulaci¨®n y la libertad de los detenidos.
Pero hay m¨¢s. La Constituci¨®n hondure?a deja claro que, mientras permanezcan suspendidas las garant¨ªas anteriores, el pa¨ªs quedar¨¢ regido por la Ley de Estado de Sitio. Pero la radical maniobra de Micheletti despert¨® reticencias hasta en sus propias filas, que no ven necesario endurecer hasta ese punto las medidas represivas. Ante la fuerte y hasta ahora inaudita cr¨ªtica interna, Micheletti se declar¨® dispuesto a suspender la declaraci¨®n de estado de sitio. "El Gobierno lo revocar¨¢, si es necesario para no afectar el proceso electoral".
El principal motivo de alarma lleg¨® cuando se supo que el decreto aprobado, y al que no se hab¨ªa dado publicidad, contemplaba el cierre de los medios de comunicaci¨®n que "de cualquier modo atenten contra la paz y el orden p¨²blico". Todo el mundo pens¨® en Radio Globo y en el Canal 36, pr¨¢cticamente las dos ¨²nicas formas de enterarse de lo que pasa en Honduras. De hecho, la primera noticia de que Micheletti hab¨ªa aprobado el estado de sitio y buscaba dar el cerrojazo fue difundida por esos medios. Sabi¨¦ndose clausurado, Canal 36 recurri¨® al humor. Emiti¨® una serie de dibujitos animados sobre Don Quijote y un r¨®tulo que rezaba: "Esta es la programaci¨®n que quiere el golpista Micheletti". Horas despu¨¦s, llegaban los militares.
Fue el colof¨®n a un d¨ªa muy esclarecedor. Una delegaci¨®n de la OEA lleg¨® al aeropuerto de Tegucigalpa y tuvo que darse la vuelta. El canciller del Gobierno golpista insisti¨® en la amenaza a Brasil: o define en 10 d¨ªas el estatus de Manuel Zelaya o las cosas se pondr¨¢n m¨¢s feas. Una hija de Micheletti aterriz¨® en el aeropuerto de Tegucigalpa tras ser deportada por EE UU... No se pod¨ªan reunir m¨¢s pruebas en un mismo d¨ªa de que el divorcio entre el Gobierno golpista de Honduras y el resto del mundo no puede ser mayor. Pero Micheletti, en vez de tender puentes, opta por dinamitar los pocos que quedan. Cada tarde, en Tegucigalpa, s¨®lo hay una duda: a qu¨¦ hora empezar¨¢ el toque de queda. Y un miedo: la vieja certeza de que a los golpistas le sienta bien la noche. Y el silencio.
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