El truco del aspirador
M¨¢s de 700.000 euros lleva el Gobierno catal¨¢n gastados en unos informes de utilidad sospechosa realizados en 2007. Una auditor¨ªa exterior encargada por el propio Ejecutivo concluye que el 16% presentaban irregularidades y el 10% de los casi 3.000 informes podr¨ªan resultar in¨²tiles. Es un secreto a voces que algunos informes eran simples tapaderas para que algunos asesores de la Generalitat pudieran ser remunerados sin que se incrementara el personal a sueldo de la Generalitat y as¨ª poder cumplir aparentemente con el programa de austeridad autoimpuesto por el pacto de Entesa, en la segunda reedici¨®n del tripartito.
En Catalu?a parece que en el Gobierno algunos est¨¢n empe?ados en reeditar la versi¨®n catalana de Nuestro hombre en La Habana. Hay mucho ¨¦mulo de Jim Wormold, el protagonista vendedor de electrodom¨¦sticos brit¨¢nico instalado en La Habana del dictador Fulgencio Batista. Seg¨²n la magistral ficci¨®n de Graham Green, la vida de Wormold da un vuelco cuando el Gobierno de Su Majestad apela a su patriotismo y decide que es hora de articular su red de espionaje, lo que le permite convertirse en una pieza clave del MI6. Acuciado por la falta de dinero, Wormold decide inventar la historia de que Cuba cuenta con un arma secreta. As¨ª remite a Londres unos esquemas sobre el nuevo ingenio. El arma secreta resulta ser el circuito de un aspirador. En Catalu?a parece que alguien est¨¢ empe?ado en repetir el truco del aspirador del bueno de Wormold.
An¨¢lisis de lo que opinan las columnas de opini¨®n de la prensa, o detallados informes de c¨®mo actuar ante una crisis (en clave de preservar el poder interno de un departamento, claro) son algunos de estos incunables que ahora ya est¨¢n en la fiscal¨ªa. Como corresponde.
Si alg¨²n acicate presentaba la victoria de la izquierda en Catalu?a en 2003 -aparte de poner fin a 23 a?os de rutina pujolista- era acabar con una divisi¨®n de la sociedad entre los "nuestros y los otros". Muchos cre¨ªan que se hab¨ªa acabado con la taxonom¨ªa de un informe que colocaba a los periodistas en TV-3 en tres categor¨ªas: quintacolumnistas, colaboracionistas y traidores. Pues no, parece que la historia se repite.
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