"La gente utiliza mi m¨²sica para vivir mejor"
Un chorizo bien picante, morcilla blanca de Ja¨¦n y un par de botellas de vino tinto. Mark Knopfler presume de ser hombre de costumbres frugales, pero no es cuesti¨®n de desaprovechar una visita, siquiera fugaz, por tierras espa?olas para llenar la maleta con alguna rica vianda local.
El m¨ªtico cantante y guitarrista escoc¨¦s embarc¨® a mediod¨ªa en Londres, present¨® en Madrid ante un grupo reducido de periodistas su sexto disco en solitario (Get lucky), ofreci¨® en el Colegio de M¨¦dicos un concierto para invitados y anunci¨® su gira espa?ola m¨¢s ambiciosa de la ¨²ltima d¨¦cada, con media docena de fechas entre el 23 y el 31 de julio de 2010. La escala en la Plaza de Las Ventas queda fijada para el d¨ªa 29, con entradas (entre 36 y 70 euros) ya a la venta para los m¨¢s previsores.
"Un soldado pon¨ªa mi m¨²sica durante los bombardeos en Afganist¨¢n"
El guitarrista regresar¨¢ en julio de 2010, con un recital en Las Ventas
El que fuera l¨ªder de los Dire Straits acumula muchas horas de vuelo y puro sarcasmo brit¨¢nico para sobrellevar los rigores de la promoci¨®n. "Ahora que acaba de cumplir 60 a?os, ?se siente mayor para salir de gira?", le preguntaron sin mayores miramientos. Y ¨¦l, lejos de arredrarse, entr¨® al trapo: "Me mantengo en buena forma, tranquilos. Todas las ma?anas paseo con un par de tipos tan gru?ones como yo para desahogarnos juntos. Tanto mi preparadora f¨ªsica como mi profesor de tenis me propinan sendas palizas semanales. Y luego quedan los paseos en bici: cojo tanta velocidad que los ancianitos que van con la cartilla del banco a cobrar la pensi¨®n casi siempre me terminan adelantando...".
Socarroner¨ªas al margen, la edad se le va notando a Knopfler en no pocos detalles, y casi siempre para bien. Cierto que ahora, con la frente muy poco poblada, ya no necesita meter en la maleta esas horribles cintas de aer¨®bic con que se sujetaba la melena en el v¨ªdeo de Money for nothing. Pero no menos cierto que la sabidur¨ªa acumulada le permite conjugar en Get lucky sus influencias m¨¢s a?ejas (canci¨®n de autor, blues con solera, m¨²sica celta, honky tonk) con una solvencia de la que pocos podr¨ªan presumir.
"No sabr¨ªa decirle si soy un hombre nost¨¢lgico", admiti¨® mordi¨¦ndose el labio inferior, por una vez inseguro en sus respuestas. "No soy, desde luego, de los que organizan reuniones con sus antiguos compa?eros de colegio, pero s¨ª me gusta revisitar personas y circunstancias de mi infancia y adolescencia. Supongo que se trata de una forma de egocentrismo".
Escenas cotidianas y seres humanos humildes de sus a?os mozos pululan por los surcos del nuevo trabajo: desde el viejo fabricante de instrumentos de Monteleone al camionero que cruza la frontera anglo-escocesa en Border Reiver, el tributo a un t¨ªo gaitero al que nunca lleg¨® a conocer (Piper to the end) o el hortelano y el trabajador de un parque de atracciones que confluyen en el tema central del ¨¢lbum. "He querido recrear aquellos sonidos que me retrotraen a Glasgow, con los deseos y frustraciones propios de aquella ¨¦poca". Unos a?os en los que no s¨®lo aplastaba su rostro en el escaparate de las tiendas de instrumentos, sino que tambi¨¦n so?aba con ser, por ejemplo, conductor de carreras.
?Qu¨¦ habr¨ªa sido de Mark Knopfler si el ¨¦xito no le hubiera sonre¨ªdo? "Mi vida hubiera sido un desastre", replica, esta vez sin una mil¨¦sima de margen para la duda. "Dudo que alguien me hubiera podido conseguir un trabajo, la verdad. La l¨ªnea que separa el reconocimiento del fracaso es muy fina. La m¨²sica es un arte tan grande que no puedes por menos que sentirte humilde".
Desde Sultans of swing, el tema que le catapult¨® a la fama en 1978 con uno de los solos m¨¢s c¨¦lebres en toda la historia de la guitarra el¨¦ctrica, el destino le ha sido propicio. "La gente utiliza mi m¨²sica para vivir mejor, y eso me encanta", admite con gesto orgulloso. "Romeo and Juliet suena en muchas bodas y otras de mis canciones hacen fortuna en fiestas o entre los ni?os, o son una grata compa?¨ªa para la jornada laboral. Un soldado que hab¨ªa combatido en Afganist¨¢n me cont¨® esta ma?ana en el aeropuerto que pon¨ªa mi m¨²sica en el iPod para concentrarse durante los bombardeos. El mundo es un lugar extra?o, ?verdad?".
Hace unas cuantas semanas, durante la celebraci¨®n del cumplea?os de John Illsley (bajista y tambi¨¦n fundador de Dire Straits), Mark se entretuvo tocando varias canciones con sus antiguos compa?eros. Fue una experiencia divertida pero la hip¨®tesis del reencuentro parece por ahora remota. "Estoy metido en otras cosas y trabajando con otros instrumentos. Los resultados, creo, son m¨¢s interesantes", se justific¨® Knopfler. "Soy un tipo que escribe canciones, las graba y, si a la gente le gustan, se marcha cuatro meses de gira". Lo de Dire Straits ser¨ªa algo enorme, pesado y problem¨¢tico. "Tendr¨ªamos que tocar a lo grande, crear unas falsas expectativas. Y soportar fen¨®menos como el de la reventa de entradas, algo que aborrezco".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.