Del fondo del mar al rural gallego
Francisco Ruiz, capit¨¢n de submarinos, se afana en preservar la Ribeira Sacra
Francisco Ruiz (Ferrol, 1949) ha cambiado las profundidades del mar por la Galicia profunda. Capit¨¢n de submarino, especialista en guerra tecnol¨®gica y representante espa?ol en una comisi¨®n de la OTAN, ha virado su rumbo para librar ahora una batalla a favor de la conservaci¨®n de la Ribeira Sacra desde su retiro en Ferreira de Pant¨®n.
Dos mares han llenado su libro de bit¨¢cora. El primero lo tra¨ªa en la sangre azul Atl¨¢ntico de quien desciende de generaciones de marinos. El segundo fue su amor, Mar Sabater, nacida en Mar¨ªn y, como ¨¦l, hija de familia de la Armada. A ella la conoci¨® en Madrid, donde su padre estaba destinado, cuando ten¨ªa 13 a?os. Sol¨ªan jugar en los solares de la Torre Picasso y, con la inocencia de la juventud, prometieron escribirse una carta diaria.
Al retirarse cambi¨® la guerra tecnol¨®gica por la lucha a favor de la conservaci¨®n
Su empresa, El Soto Encantado, es fruto de su apuesta por el desarrollo sostenible
Pero las letras de otro hab¨ªan enamorado ya un a?o antes a Francisco, cuando, con s¨®lo 12, vio nacer una pasi¨®n m¨¢s fuerte tras leer Los lobos y el almirante de Wolfgang Frank, sobre la guerra submarina de la flota alemana en la II Guerra Mundial. Al llegar a la edad, hizo el petate y se fue a la Escuela Naval Militar de Mar¨ªn. Ella, que no quer¨ªa ser mujer de marino, rompi¨® con generaciones de disciplinada educaci¨®n militar y se apunt¨® a la vida libre de las comunas hippies de Creta. Luego, estudi¨® Bellas Artes y se hizo pintora.
Francisco se especializ¨® en submarinos y estuvo destinado en Cartagena. "Llegu¨¦ a estar 20 d¨ªas bajo el mar en un submarino con 60 personas: eran unas condiciones duras", dice. Sin embargo, recuerda en positivo su paso por la Armada, donde destaca "virtudes como el compa?erismo y la lealtad".
Hombre de profundidades, vive tambi¨¦n una honda religiosidad que le ha hecho seguidor del Camino Neocatecumenal de Kiko Arg¨¹elles. "Deb¨ª ser mitad monje, mitad soldado, como los caballeros de la Orden de Jerusal¨¦n o los templarios", dice. En un primer matrimonio truncado fund¨® una familia de tres hijas y diez nietos que es su gran proyecto vital. Una de ellas vive con su marido y cuatro ni?os en la isla de Guam, evangelizando a los chamarros. "Son familia de misi¨®n", explica Francisco.
Con la prole criada, un d¨ªa lleg¨® a casa y se encontr¨® un mensaje: "Ha llamado Mar". Tard¨® una d¨¦cada en responder y le llev¨® cinco a?os m¨¢s de noviazgo llegar al altar. Se casaron en Madrid ante una docena de personas, puesto que el doce es un n¨²mero simb¨®lico para Francisco, "como los doce ap¨®stoles o las doce tribus de Israel".
Viv¨ªan en Madrid, pero Galicia era la tierra prometida. En las Navidades sol¨ªan brindar con un "el a?o que viene, en Pontevedra". Sin embargo, el azar los llev¨® a Pant¨®n, donde el entonces alcalde, Jos¨¦ Manuel Ledo, primo de Mar, les convenci¨® para que buscasen casa en la Ribeira Sacra. En Santiago de Cangas, desde donde se divisan la planicie de la depresi¨®n de Lemos y las alturas de Manzaneda, encontraron una rectoral que fuera antiguo convento dependiente de Santo Estevo de Ribas de Sil. La han restaurado con respeto a los materiales tradicionales, y Francisco, que ha buceado en el catolicismo hasta llegar al conocimiento de sus ra¨ªces en el Antiguo Testamento, ha fijado una mezuz¨¢ (caja hueca) en la jamba de la puerta con una oraci¨®n, el Shem¨¢, como manda el precepto en las casas jud¨ªas.
Pant¨®n tiene un especial atractivo para los forasteros y cuenta con colonias de ingleses y alemanes. Los extranjeros comparten con Mar y Francisco la afici¨®n por recuperar las labores agr¨ªcolas de siempre, pero ellos no est¨¢n de acuerdo en convertirlas en un espect¨¢culo tur¨ªstico.
"Lo que m¨¢s nos impact¨® al llegar aqu¨ª fue no ver gente joven: es un suicidio colectivo", comenta ¨¦l. Eso les hizo apuntarse a una nueva causa, la del rural gallego. Con Isabel Aguirre, crearon la Irmandade da Ribeira Sacra, que pretende defender y divulgar el patrimonio de esta zona.
Tambi¨¦n trabajan para sacar adelante un Parque Agr¨ªcola Patrimonial, iniciativa que tendr¨ªa por fin recuperar el uso del territorio y preservar su actividad tradicional. Mientras, en su apuesta por el desarrollo sostenible, han creado la empresa El Soto Encantado, dedicada a la compra de fincas en las que han plantado 1.500 casta?os y cerezos. "El nuevo habitante del mundo rural ya no es un productor de alimentos, sino un mantenedor del paisaje humano, cultural y del territorio", explica ¨¦l.
Es por esa inquietud por la preservaci¨®n que lleva una vida sencilla. En su casa no hay televisi¨®n, y para poder ver cine de autor tienen Internet a trav¨¦s de una conexi¨®n que va a paso de tortuga. Ella pinta y ¨¦l escribe un cuento sobre el mar para sus nietos: una versi¨®n, a su manera, de la historia del capit¨¢n Garfio.
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