Teatro y artes marciales contra el acoso escolar
El profesor del quimono le lanza un par de guantazos de trapo a una ni?a del tama?o de una almendra. Los fingidos golpes se estrellan contra sus manos, extendidas en una inocente posici¨®n de defensa. "Muy bien. Y si te quieren pegar, ?a qui¨¦n se lo dices?", pregunta el monitor. "Eso pasa en el cole; y yo se lo digo a la se?o", responde la ni?a.
En el colegio pasan esas cosas. Por eso 20 ni?os de entre seis y nueve a?os se re¨²nen un s¨¢bado por la ma?ana en un curso en un teatro de la calle de Ribera de Curtidores para aprender a protegerse del acoso escolar. Otro monitor, m¨¢s serio, pide a los ni?os que nombren cosas que les molestan: "Que te rompan las cosas", dice uno. Seg¨²n el informe Cisneros X, elaborado por profesores universitarios, el 23% de los ni?os de Madrid sufre acoso. La cifra incluye una concepci¨®n del acoso muy amplia (desde un insulto), pero nadie niega el fondo: a demasiados ni?os les hostigan compa?eros.
El curso se divide en tres partes: uno de asertividad, para que los ni?os aprendan a rechazar lo que les molesta; otro de expresi¨®n corporal, para que conf¨ªen en su cuerpo; y un tercero de defensa personal. Las imparten un psic¨®logo (Miguel del Nogal, el monitor serio), un profesor de teatro (Gregorio Pastor) y uno de defensa personal (Enrique P¨¦rez-Carrillo, el del quimono).
Enrique localiz¨® el problema impartiendo artes marciales en gimnasios y escuelas, y vio que en Holanda exist¨ªan cursos para repeler agresiones. "Lo de las artes marciales puede sonar violento, pero el objetivo no es que los ni?os den patadas, sino que ganen seguridad y recursos", dice.
El curso cuesta 150 euros por 12 horas. Hay tres niveles, hasta los 17 a?os. En este primero, todos los alumnos menos tres est¨¢n libres de matr¨ªcula. La iniciativa a¨²n no da un euro, pero tiene el sustento moral de la Asociaci¨®n de Madres y Padres de Alumnos del colegio Emilia Pardo Baz¨¢n de Legan¨¦s, de donde proceden la mayor¨ªa de los ni?os. "Estoy intentando que la apoyen desde el colegio de mi hija", cuenta la madre de una alumna. "Lleva tres a?os sufriendo porque es diferente", explica. La ni?a es de rasgos no t¨ªpicamente espa?oles, "y ha cogido miedo de los grupos grandes". Al entrar en clase, la timidez le dura unos minutos, hasta que Gregorio se lanza a correr hecho un histri¨®n con mallas y melena blanca. El juego es un pilla-pilla en que s¨®lo se salva quien se abraza a un compa?ero. La lecci¨®n es que la uni¨®n sirve para defenderse de los fuertes.
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