No, gracias
Esto de volver a la normalidad oto?al tiene sus cosas majas; reorganizas tu vida, te vuelven a entrar ganas de embarcarte en mil proyectos, tienes energ¨ªa como para apuntarte a yoga, o ganas de salir a hacer recaditos y de paso tomarte un caf¨¦ leyendo el peri¨®dico a gusto. Con el oto?o tambi¨¦n te viene esa inercia de quedarte en casita y encender la tele, y... ?ah¨ª me han dado! ?Con lo feliz que viv¨ªa sin ella! Y no hablo de toda la tele que se hace, no. Porque hay series estupendas, programas graciosos o muy ingeniosos, hay grandes guionistas, actores y realizadores. No, no hablo de esos programas. Hablo del ardor de est¨®mago que se te pone cuando despu¨¦s de comer se te ocurre encender la tele y ver ciertos programas, tanto en las teles grandes como en las locales. No hay escapatoria.
Aunque no seas nada pero que nada carca, termina sali¨¦ndote la vena facha, se te hincha la arteria ascendente del cuello y te entra el convencimiento de que todo eso habr¨ªa que prohibirlo. Es muy fuerte. Porque vives en una perpetua contradicci¨®n. Por un lado est¨¢s empe?ada en que tus hijos hablen bien, que no digan tacos, que no insulten, que dialoguen, y sobre todo que sean respetuosos.Y por otro est¨¢ la tele, donde la gente se llama de todo y, encima, cu¨¢nto m¨¢s barbaridades se digan mejor. Hablan sin ning¨²n tipo de filtro, sueltan a dar, solo para conseguir m¨¢s audiencia.
Pero los grandes medios de comunicaci¨®n no se dan cuenta de que alimentan el macarrismo o legitiman un modelo de conducta como la chuler¨ªa, y que malhablados son aupados a categor¨ªa de graciosos y los m¨¢s bordes son h¨¦roes. Todo vale bajo el pretexto de entretener.
Esos programas pueden llegar a ser tan perjudiciales como ciertas drogas, el alcohol o el tabaco. Hablando de tabaco, hace unos a?os era imposible imaginar que no se podr¨ªa fumar en los bares e incluso pensar que estar¨ªa prohibido echar unas caladas en un avi¨®n. Pero lo hemos asumido. Porque nos han convencido de que fumar perjudica seriamente la salud. Creo que si consigui¨¦ramos demostrar (y no nos costar¨ªa nada lograrlo) que alg¨²n que otro caso de maltrato a profesores, muchos de violencia de g¨¦nero, otros de saltar a la primera y mucho machismo soterrado est¨¢n potenciados por ciertas conductas aupadas en la tele, quiz¨¢s empezar¨ªan a caerse esos programas.
Es muy f¨¢cil. S¨®lo hay que empezar poniendo bien clarito en la parte inferior de la pantalla: "Ver este programa perjudica seriamente la salud", o "Este programa te hace da?o a ti y a los que est¨¢n a tu alrededor", o "Ver este programa da?a tu cerebro", o "Este programa mata". Es una propuesta.
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