Universidad, divino tesoro
Hay cosas tan evidentes que no merece la pena mencionarlas. Por ejemplo, el sistema valenciano de salud proporciona muchos puestos de trabajo a nuestra comunidad, moviliza importantes recursos econ¨®micos, construye edificios, realiza congresos que favorecen la hosteler¨ªa y, en general, promociona diversas industrias que benefician a la econom¨ªa de Valencia. Eso est¨¢ bien y es bueno. Pero no debemos perder de vista que el sistema valenciano de salud no existe para impulsar la econom¨ªa, solo est¨¢ justificado porque atiende correcta y eficazmente la salud de los valencianos. El resto es un beneficio secundario, por importante que sea.
Esto mismo habr¨ªa que recordar a nuestras universidades, porque en las ¨²ltimas semanas sus Rectores est¨¢n aireando con demasiada insistencia un informe que destaca la importante contribuci¨®n econ¨®mica que realizan a la sociedad. Es bueno decirlo y, sobre todo, que se enteren algunos que siempre est¨¢n desconfiando de la universidad. Sin embargo, tambi¨¦n hay que decir que eso no justifica a la instituci¨®n porque su funci¨®n no es esa, no conviene olvidarlo. Por muchas vueltas que le demos, con palabras antiguas o modernas, es igual, la universidad tiene que desarrollar la cultura de un pa¨ªs, formar buenos profesionales y realizar investigaciones importantes. Cultura en el sentido m¨¢s amplio, buenos profesionales para atender las necesidades de la sociedad e investigaciones significativas. Pero no aumentar artificialmente el llamado I+D, que simplemente es un indicador econ¨®mico y que se incrementa en las sociedades muy desarrolladas, pero que no basta con elevarlo para convertirse en una de ellas. Es decir, Beethoven termin¨® sordo, pero no es suficiente con estar sordo para ser un Beethoven.
La justificaci¨®n de las instituciones educativas, sanitarias o judiciales, a diferencia de las empresas o los negocios, se basa en la realizaci¨®n adecuada de sus funciones propias y no en sus aportaciones econ¨®micas. Si tambi¨¦n contribuyen a la econom¨ªa, mucho mejor. Y adem¨¢s resulta peligroso airear excesivamente sus riquezas, porque los tesoros pueden despertar la codicia de muchos. Tanto hemos hablado del tema econ¨®mico que ahora la Generalitat quiere controlar la caja de los centros acad¨¦micos, algo que sin duda alguna repercutir¨¢ negativamente en la necesaria autonom¨ªa de la instituci¨®n. La culpa es nuestra por justificar lo que no era necesario.
Acabamos de conseguir, al menos para una de nuestras universidades, el reconocimiento de campus de excelencia internacional, un nombre algo tonto para una magn¨ªfica distinci¨®n que indica una labor bien realizada y una instituci¨®n de prestigio. Sin embargo, hasta el momento, se celebra bastante menos este ¨¦xito que la ya famosa contribuci¨®n econ¨®mica. Incomprensible, pero cierto.
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