Un tribunal con encanto
En la posmodernidad de la posmodernidad hemos acu?ado nuevos valores que se acumulan o sustituyen a los que ven¨ªan integrados en nuestro ADN. Anta?o, el summum de la categor¨ªa eran las estrellas: hoteles cinco estrellas, restaurantes tres estrellas Michelin... hasta cerveza cinco estrellas. Pero hace algunos a?os alguien acu?¨® el encanto como valor y criterio de decisi¨®n. As¨ª, en muchas ocasiones preferimos un hotelito con encanto, con vistas a una cala solitaria donde la puesta de sol es s¨®lo para nuestros ojos y donde podemos llevar un atuendo c¨®modo para nuestras vacaciones, que ese Grand Hotel magn¨ªfico, de extra lujo, con tantas estrellas como el firmamento y en el que para no desentonar tienes que ir casi de etiqueta.
Si yo pudiera elegir, buscar¨ªa que me juzgara una sala como la de Juan Luis de la R¨²a
?Que por qu¨¦ digo esto? Porque, puestos a elegir, si yo fuera delincuente me gustar¨ªa que me juzgara un tribunal con encanto. No uno cinco estrellas con jueces que se supieran la ley y la hicieran cumplir, ?qu¨¦ formal y qu¨¦ aburrido!
Yo buscar¨ªa algo m¨¢s ¨ªntimo, casi en familia, en el que todos los magistrados que me tuvieran que juzgar fueran de mi misma ideolog¨ªa -seguro que as¨ª no malinterpretar¨ªan mis intenciones- y que por lo menos el presidente fuera ¨ªntimo amigo m¨ªo -as¨ª, si se equivocara, y no digo que forzosamente se tuviera que equivocar, lo har¨ªa a mi favor-, tan amigo que, a pesar de ser juez, acudiera jubiloso a mis actos de partido. Pero, sobre todo, que en lugar de abstenerse por ser mi amigo y pasar el caso a otro magistrado m¨¢s imparcial, como dice la ley que hay que hacer, que tuviera en cuenta que pocas veces iba a estar en mejor situaci¨®n y disposici¨®n de hacerme un favor, que los amigos est¨¢n para las ocasiones. Y que, sacando pecho, dijera incluso que si alguien quer¨ªa guerra por esa decisi¨®n, la iba a tener.
Un tribunal tan encantador que pensara que el que me regalaran un buen pu?ado de trajes a medida a m¨ª y a mis coleguitas del alma no era por corrupci¨®n -?por Dios, qu¨¦ pesados los de EL PA?S con estos temas!- sino, como Rafa Nadal o Cristiano Ronaldo, que anuncian relojes o coches, que es buena publicidad para la marca el que yo los llevara. F¨ªjense que a Nadal o Ronaldo hasta les pagan por lucir los relojes y yo lo hac¨ªa gratis total.
Una sala que entendiera que no hab¨ªa mala intenci¨®n y que si por casualidad por esta tonter¨ªa de los trajes el juez instructor considerara que he incurrido en un delito de cohecho impropio (recibir regalos con la esperanza de que yo les retribuyera con las decisiones que suelo tomar desde mi cargo) los magistrados apreciaran que nadie se vende por unos trajes de nada y que eso nunca puede ser delito.
Un tribunal que si apareciera un informe policial -con nuevos indicios de que lo de los trajes era el chocolate del loro, que en realidad todo encubr¨ªa un montaje de financiaci¨®n irregular de mi partido, donde las conversaciones telef¨®nicas intervenidas con autorizaci¨®n judicial a algunos de los de la trama corrupta y a algunos de mis altos cargos demostraran pagos de mi Gobierno por actos en los que he intervenido y donde dijeran que yo estaba al tanto de todo-, lo ignorase deliberadamente y rechazara incorporarlo a la causa alegando que no guarda relaci¨®n alguna con lo que se estaba investigando, y que, adem¨¢s, el caso ya se cerr¨® -cuando no era as¨ª- por lo que no tiene competencias para seguir adelante.
Un tribunal que diera carpetazo al asunto con un sobreseimiento libre, que equivale a una absoluci¨®n en toda regla, para despejar cualquier duda sobre mi mucha honorabilidad.
Un tribunal, en fin, que cercenase cualquier pesquisa sobre mi actuaci¨®n, y unos magistrados a los que no les importara desprestigiarse hasta l¨ªmites inconcebibles con tal de salvarme el pellejo.
De modo que, si yo pudiera elegir, buscar¨ªa que me juzgara un tribunal como la Sala Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Valencia, con el amiguito Juan Luis de la R¨²a al frente y los camaradas Juan Montero y Jos¨¦ Francisco Ceres a los lados. Probablemente piensen que como tribunal de justicia no parece tener cinco estrellas, ni cuatro, ni tres, ni dos, ni una, pero encanto...
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