Honduras, un pulso de fuerzas
La deportaci¨®n de la hija de Micheletti por el Gobierno de EE UU, la negaci¨®n de la entrada de los embajadores de la OEA a Tegucigalpa, el ultim¨¢tum del Gobierno de facto a Brasil y la respuesta de ¨¦ste comenzaron a convertir la crisis hondure?a en una cuesti¨®n de pulso de fuerzas que aparentemente ha comenzado a corregirse.
Un pulso de fuerzas s¨®lo conducir¨ªa a que la violencia entre los hondure?os sea la forma de dirimir arrogancias nacionales e internacionales. Si ¨¦se fuera el escenario, la radicalizaci¨®n ideol¨®gica, la lucha callejera y la represi¨®n tomar¨ªan pronto los primeros planos. Hasta ahora la l¨®gica m¨¢s generalizada ha sido tomar partido por el "bueno", o por el "malo", en vez de actuar para evitar un conflicto.
La racionalidad pol¨ªtica debe imponerse sobre el dogmatismo diplom¨¢tico
Tanto Zelaya como Micheletti son personajes congruentes con el atraso de su pa¨ªs, de poco sirve medirlos por qui¨¦n es el peor o el mejor.
Centroam¨¦rica est¨¢ atrapada entre el dogmatismo de la formalidad diplom¨¢tica y la pobreza de la racionalidad pol¨ªtica. Ha habido una reacci¨®n desproporcionada de la comunidad internacional que olvida la intromisi¨®n de Ch¨¢vez en Honduras como factor generador del golpe. El castigo que se ha aplicado es superior a la falta. El Gobierno de facto representa a una sociedad asustada, no es ni una dictadura real, ni una dictadura potencial. Es el miedo a Ch¨¢vez y a verse como Venezuela, Bolivia, Ecuador o Nicaragua lo que provoc¨® el golpe. La comunidad internacional no les ha ofrecido hasta ahora una soluci¨®n a su miedo y a su desconfianza, sino que los continu¨® asustando y haciendo desconfiar m¨¢s, y eso ni es pol¨ªtico, ni es diplomacia, ni sirve para resolver conflictos, sino para hacerlos crecer.
Intentar sentar un precedente contra los golpes de Estado usando a un pa¨ªs tan peque?o y pobre como Honduras no tiene sentido. No se puede ejemplarizar con un hecho at¨ªpico a pa¨ªses que tienen realidades diferentes. Al igual que cuando Reagan pretendi¨® usar a un pa¨ªs tan peque?o como El Salvador para sacar a EE UU del trauma de la derrota de Vietnam, ahora la izquierda quiere usar a Honduras para sacarse el trauma de los golpes de Estado. La pol¨ªtica de la derecha de Reagan nos cost¨® 75.000 muertos a los salvadore?os; ?cu¨¢ntos hondure?os muertos quiere la izquierda para sacarse su trauma?
No hay posibilidad de contagio de golpes de Estado en todas partes, esto es tan cierto que los Gobiernos de izquierda de Chile, Brasil y Venezuela est¨¢n rearmando considerablemente a sus ej¨¦rcitos.
La idea de que si el Gobierno hondure?o es ileg¨ªtimo las elecciones de noviembre ser¨ªan ileg¨ªtimas es una barbaridad pol¨ªtica; antes a los Gobiernos de facto se les demandaba realizar elecciones libres y todas las transiciones democr¨¢ticas parten de Gobiernos ileg¨ªtimos, ¨¦sa ser¨ªa la realidad si en Cuba se realizaran elecciones libres.
El problema es que la ilegitimidad de esas elecciones podr¨ªa colocar a todo Centroam¨¦rica en una nueva, prolongada, contagiosa, desbordada y violenta crisis de gobernabilidad que se sumar¨ªa a todos los graves problemas de miseria e inseguridad que ya tiene la regi¨®n. En Guatemala, adem¨¢s de una hambruna, hay una dualidad de poderes entre el Gobierno y el crimen organizado; en El Salvador hay tres poderes, el presidente Funes, el FMLN y la mara Salvatrucha; en Honduras no hay Gobierno y con ello se est¨¢ fortaleciendo el narcotr¨¢fico; y en Nicaragua Ortega realiz¨® un fraude electoral y est¨¢ intentando relanzar un proyecto autoritario.
Centroam¨¦rica tiene una sola carretera que la comunica y Honduras est¨¢ en su parte media; el comercio entre los pa¨ªses centroamericanos representa en promedio el 30% de sus exportaciones para cada uno. Es decir, que la inestabilidad de Honduras terminar¨¢ afectando a todos. Cuando El Salvador invadi¨® a Honduras en 1969 la consecuencia del cierre de la frontera hondure?a fue una guerra civil en El Salvador.
En los a?os ochenta, el presidente ?scar Arias no se involucr¨® en la pacificaci¨®n de la regi¨®n s¨®lo por altruismo, sino porque Costa Rica hab¨ªa recibido 500.000 nicarag¨¹enses, una sexta parte de su poblaci¨®n. Igualmente, M¨¦xico promovi¨® la pacificaci¨®n porque por su territorio pasaron seis millones de centroamericanos hacia EE UU.
Si en la actual crisis hondure?a se imponen las arrogancias y los dogmatismos diplom¨¢ticos sobre el pragmatismo y la racionalidad pol¨ªtica, Centroam¨¦rica podr¨ªa de nuevo expulsar a millones de personas, que no saldr¨ªan hacia Brasil, Espa?a, Venezuela o Chile, sino hacia M¨¦xico y EE UU, con todo lo injusto y triste que ese camino es para los m¨¢s pobres.
Igual podr¨ªan surgir varios narco-Estados en la regi¨®n como retaguardias de los carteles mexicanos y colombianos. Si Zelaya ya est¨¢ en Honduras, son los hondure?os quienes deber¨ªan resolver su problema mediante un di¨¢logo nacional, la comunidad internacional deber¨ªa observar las elecciones de noviembre y reconocer a quien resulte electo. Los centroamericanos no merecemos ser de nuevo usados para que otros se saquen sus traumas s¨®lo porque somos pa¨ªses pobres y d¨¦biles.
Joaqu¨ªn Villalobos, ex guerrillero salvadore?o, es consultor para la resoluci¨®n de conflictos internacionales.
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