De repente, suena a 1964 otra vez
Los catalanes The Pepper Pots triunfan en Europa con su revisi¨®n del 'soul'
Ocho m¨²sicos con trajes entallados y tres cantantes vestidas de Twiggy. No lo parece, pero The Pepper Pots son de Girona. Y una de las m¨¢s firmes promesas del pop nacional, aunque su nombre suene m¨¢s en Tokio o en Mosc¨² que en Barcelona. Partieron de los sonidos jamaicanos para escorarse al soul y ahora cuentan como la respuesta catalana al Eli Paperboy Reed o Black Joe Lewis.
"Siempre hemos escuchado este tipo de m¨²sica, pero no ha sido hasta hace poco que decidimos empezar a introducirla en nuestra propuesta", comenta Joan Verg¨¦s, que adem¨¢s de bater¨ªa es uno de los ide¨®logos del grupo. Porque, cuando uno vive en una ciudad de menos de 100.000 habitantes y trabaja de inform¨¢tico, montar un grupo as¨ª es una tarea digna de un ide¨®logo. "Hombre, no lo tenemos tan f¨¢cil como en localidades m¨¢s grandes. Es importante la imagen. Nos viste una dise?adora de aqu¨ª. En una banda como la nuestra, nada puede desentonar. Por eso la democracia en el seno del grupo es algo que no nos podemos permitir... Todo de buen rollo, ?eh?".
"En una banda as¨ª no puede haber democracia", explica Verg¨¦s
La vida de The Pepper Pots da un vuelco en 2007, cuando organizan una expedici¨®n para ver en directo a Sharon Jones & The Dap Kings en Barcelona. Tras el concierto, se acercan a Binky Griptite, miembro de los Dap Kings, y le entregan una copia de su segundo largo. Mantienen contacto v¨ªa email durante una temporada, hasta que llega el momento de grabar el nuevo disco y se les ocurre probar suerte. "Pensamos en productores, y en un arrebato, nos lanzamos y le preguntamos si aceptar¨ªa. Y lo hizo. Recuerdo el primer d¨ªa en el estudio. Cog¨ª el metr¨®nomo, se me acerc¨® y me lo quit¨® de las manos. '?Qu¨¦ haces con ese trasto?', me dijo. Jam¨¢s he vuelto a usarlo".
Lo que toca ahora es ir de gira por Espa?a, donde no se han prodigado. La costa oeste de Estados Unidos, Rusia o Alemania son sus h¨¢bitats naturales. "En Espa?a", dicen, "el p¨²blico va m¨¢s a la fiesta que a la m¨²sica". Tienen la esperanza de que cuando la gente conozca el disco acuda a sus conciertos, a disfrutar de las canciones, de las coreograf¨ªas de las chicas y de la promesa de que alguien, al final del bolo, le dar¨¢ una vuelta a las manillas del reloj y aparezcamos en 1964, pero sabiendo todo lo que sabemos ahora. Al fin y al cabo, ¨¦sa es la esencia de la revisi¨®n musical.
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