Las ra¨ªces arrancadas de una Nobel
Viaje a Nitchidorf, escenario de la juventud perseguida por Ceausescu de Herta M¨¹ller
La casa, a la altura n¨²mero 353 de la calle principal de Nitchidorf, es ciertamente anodina. Verde, construida en adobe, parece erigirse contra la misma voluntad del tiempo, ajena a las miradas desde?osas de "los perros y gatos, a los que, como se cruzan entre s¨ª hace decenios, resulta imposible distinguir unos de otros", seg¨²n describi¨® Herta M¨¹ller en En tierras bajas (Siruela), helador recuento, entre g¨¦lido, opresivo y on¨ªrico, de la infancia de la autora en este conf¨ªn de Rumania. "Detr¨¢s de la casa balbucea el arroyo, el guijarro apremia, las piedras oprimen".
Aqu¨ª, en esta peque?a y agonizante aldea de mil habitantes y calles anchas, donde el fr¨ªo y el viento hielan la sangre incluso en d¨ªas de sol como el de ayer, se cri¨® la premio Nobel de Literatura. Aqu¨ª creci¨®, nieta de agricultores y comerciantes que perdieron sus propiedades con la llegada del r¨¦gimen comunista; hija de un miembro de las Waffen SS y de una deportada a un campo de trabajo de Ucrania. Y su antigua casa a¨²n existe, aunque sea contra la voluntad de sus cimientos.
La escritora huy¨® del totalitarismo rumano en 1987 rumbo a Alemania
"La Securitate rob¨® mi vida durante mi juventud y me la sigue quitando"
De aqu¨ª huy¨® de las garras del totalitarismo, tema central en su obra, en 1987. Parti¨® rumbo al sue?o de libertad de Alemania Occidental y ahogada en la aplastante conciencia de pertenecer a una minor¨ªa germana de suabos. Llegados hace poco m¨¢s de tres siglos para trabajar el campo durante la ocupaci¨®n del imperio austroh¨²ngaro en Rumania, M¨¹ller y los suyos se vieron abandonados a su suerte por el azar de la historia de Europa Central en la Rumania de Ceausescu. "Hay unas 70 viviendas en ruinas de alemanes en esta localidad de las que el Ayuntamiento no se puede hacer cargo", explicaba ayer el alcalde de Nitchidorf, Ioan Mascovescu, en un paseo por el poblacho, a 30 kil¨®metros de Timisoara, al oeste de Rumania. "Ni puede venderlas ni tampoco hay fondos para restaurarlas. ?sta, en concreto, fue nacionalizada cuando Herta se mud¨® a Alemania. Despu¨¦s se vendi¨® a otros alemanes que decidieron marcharse y, en la actualidad, hay un departamento escolar".
Caminando por sus calles, sintiendo la leve caricia de las miradas esquivas, el forastero piensa en la sentencia de Windisch, uno de los protagonistas de El hombre es un gran fais¨¢n en el mundo (Siruela). "El final est¨¢ aqu¨ª. Desde que se propuso emigrar ve el final en todos los rincones". Sus viejos conciudadanos son gente "poco dada a hablar del doloroso pasado" y mucho menos a¨²n a dejarse atrapar en la irreversibilidad de una fotograf¨ªa. Lo m¨¢s que aciertan a decir es: "Ceausescu vendi¨® el premio Nobel a los alemanes por 8.000 marcos [unos 4.000 euros]".
Es un clamor que se escucha estos d¨ªas por toda Rumania. Y una inesperada adici¨®n a la lista de querellas de la naci¨®n con su viejo dictador. El r¨¦gimen aniquilador de voluntades cambiaba visados de sajones por dinero alem¨¢n. Era s¨®lo otra forma de expulsar a "los extranjeros". El precio lo fijaba la cualificaci¨®n de cada individuo, seg¨²n fuentes que investigan los archivos del periodo comunista. ?se fue el caso de M¨¹ller. Y as¨ª fue como dej¨® Nitchidorf para no mirar atr¨¢s: "Me quiero marchar de este dedal de pueblo donde las piedras tienen ojos", relata M¨¹ller en su ¨²ltima novela Todo lo que tengo, lo llevo conmigo. "No ten¨ªa mucho miedo sino una impaciencia secreta; tan s¨®lo quer¨ªa irme a un lugar donde nadie me conociera".
En cierto modo, lo logr¨®. Ya son muy pocos aqu¨ª los que la recuerdan. Los que podr¨ªan hacerlo o bien murieron o bien regresaron a Alemania. Adem¨¢s, no es uno de esos pueblos a los que el siglo XXI respete; eminentemente agricultor, a¨²n se puede ver a los caballos tirar de los carros y a las fuentes (m¨¢s de 20) repartir agua potable.
S¨®lo un pu?ado de los que compartieron la infancia con la escritora reside a¨²n en Nitchidorf. "Tras la clase de gimnasio", explica Eugenia Dragan, antigua compa?era de estudios, "sol¨ªamos estudiar juntas lengua rumana. Herta sent¨ªa que no la dominaba, as¨ª que yo la ayudaba".
Tampoco nadie recuerda la ¨²ltima visita de Herta a la aldea. En 2005, las autoridades locales le propusieron cambiar el nombre de la escuela por el de M¨¹ller. La escritora, que se encontraba en Timisoara para el lanzamiento de una novela, lo rechaz¨® con violencia. "No quiero que me identifiquen con otra cosa que no sea con mi escritura', dijo ella", seg¨²n Annelise Ivan, profesora de la escuela de Nitchidorf.
"La Securitate, polic¨ªa secreta rumana, me rob¨® mi vida durante mi juventud y me la sigue quitando en la actualidad acaparando mi tiempo con mis libros", declar¨® recientemente M¨¹ller a un peri¨®dico rumano. Sufri¨® la tortura, el terror, la angustia del control. Al emigrar descubri¨® que su mejor amiga de la infancia colaboraba con la Securitate, como otros tantos miles de ni?os y adolescentes. "Al menos, una de las preguntas m¨¢s dolorosas ha sido respondida", escribi¨® cuando descubri¨® que Jenny, su compa?era de escuela, formaba parte del "sistema de amor y traici¨®n" del aparato pol¨ªtico. Su cometido era averiguar sus actividades cotidianas, desde cuando se levantaba hasta que se acostaba, d¨®nde y qu¨¦ compraba. "En sus libros, la temida polic¨ªa no es s¨®lo una instituci¨®n, sino que est¨¢ revestida de todos los atributos del mal humano, desde la humillaci¨®n y acoso, hasta el miedo, la tortura y la muerte", explica la traductora al rumano de sus obras, Nora Iuga.
En aquellos d¨ªas, las palabras le serv¨ªan de rendijas por las que asomar la cabeza y respirar. "M¨¹ller amaba la literatura. Pero m¨¢s a Goethe que al insigne poeta rumano Mihai Eminescu", recordaba ayer otro ex compa?ero de colegio, Anton Kohl. "Mi hermano la inici¨® en las profundidades de la literatura, le pasaba libros en alem¨¢n".
Ahora que la Academia Sueca ha consagrado su obra, un verdadero monumento a la voluntad humana, aquello adquiere en las callejuelas de Nitchidorf un extraordinario sentido. Una l¨®gica que, por esta vez, aplasta a la sinraz¨®n del autoritarismo. Por m¨¢s que las ra¨ªces de M¨¹ller est¨¦n cuidadosamente arrancadas de Rumania. Incluso por ella misma. La Nobel escribi¨® recientemente en Die Zeit que a¨²n siente que el pasado revive en el pa¨ªs. Y por eso nunca regresar¨¢. "La Rumania poscomunista no se ha quitado las m¨¢scaras del horror comunista. Y la m¨¢s p¨¦rfida sigue siendo la delaci¨®n y, la m¨¢s cruel, los intentos de aniquilar la intimidad".
Babelia
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