Los madrile?os que llegaron de Am¨¦rica
Miles de ciudadanos de origen latino participan en un festival para celebrar la Hispanidad
"Por si no se ha dado cuenta, somos muy alegres. Como Celia Cruz. ?Aaaz¨²car!". A Jos¨¦ Luis C¨¢ceres, boliviano de mediana edad, el entusiasmo le desbordaba. Desde primera fila disfrutaba del desfile de m¨²sica y bailes tradicionales del Festival VivAm¨¦rica, que recorri¨® ayer el Paseo del Prado desde Atocha a la Casa de Am¨¦rica, en Cibeles. Era la fiesta final, tras cinco d¨ªas de actos que pretenden ensalzar la cultura iberoamericana en v¨ªsperas del D¨ªa de la Hispanidad. "Estamos muy agradecidos a Madrid", segu¨ªa Jos¨¦ Luis, que vive en Espa?a desde hace cuatro a?os. "Mi sobrino hasta se visti¨® este a?o de chulapo en el colegio", exclam¨® mientras ve¨ªa desfilar a un grupo de ind¨ªgenas de Ecuador al ritmo una m¨²sica andina.
El cierre lo puso Fito P¨¢ez, que salud¨® uno por uno a todos los pa¨ªses
El acto se celebr¨® simult¨¢neamente en C¨¢diz, Bogot¨¢ y Santo Domingo
Hubo cumbia, samba, rancheras y candombe. Cuatro horas de faldas de colores e instrumentos tradicionales de 11 pa¨ªses distintos. El asunto arranc¨® con un melanc¨®lico Mi Buenos Aires querido sobre las seis de la tarde y fue calent¨¢ndose hasta que tres camiones-escenario desataron la euforia. "Eso es bailar bien bachata", suspiraba una chica ante una pareja de j¨®venes mulatos que se mov¨ªan bien agarrados.
El cierre a la fiesta lo puso Fito P¨¢ez, que tras saludar uno por uno a todos los pa¨ªses latinoamericanos, lanz¨® un: "?Viva Am¨¦rica y viva Espa?a!".
A la fiesta se acercaron unas 60.000 personas. Un 20% m¨¢s que el a?o pasado seg¨²n los organizadores, aunque algunos de los asistentes afirmaban que esta vez la marcha hab¨ªa sido m¨¢s tranquila. Es el tercer a?o que se organiza este festival que, adem¨¢s de en Madrid, se ha celebrado simult¨¢neamente en C¨¢diz, Bogot¨¢ y Santo Domingo.
Los bailes y vestidos tradicionales corrieron a cargo de 50 asociaciones madrile?as, de las m¨¢s numerosas fueron las bolivianas y las ecuatorianas. Durante un kil¨®metro de marcha, intercambiaban con orgullo sus costumbres culturales, algo sacrificadas a veces. All¨ª estaba, por ejemplo, Indira Roda, de 37 a?os, abroch¨¢ndose un peludo traje de oso blanco para bailar la diablada boliviana junto con su marido, que sosten¨ªa en la mano una m¨¢scara de demonio. Llevan cinco a?os viviendo en Madrid y ahora, por primera vez, se han quedado los dos sin trabajo, con dos ni?as aqu¨ª y otros dos all¨¢. ?l trabajaba en la construcci¨®n y ella cuidando a personas mayores, aunque todav¨ªa no ten¨ªan los papeles. Pero ayer era d¨ªa de fiesta y ni las preocupaciones ni un disfraz de oso en la calurosa tarde les iban a impedir pasarlo bien. As¨ª que salieron bail¨¢ndola al son de las trompetas.
Pese a la multitud de trajes muy elaborados, con telas de vivos colores, adornos recargados, sombreros y complementos, algunos de los bailes que m¨¢s atra¨ªan a los espectadores requer¨ªan ir m¨¢s ligeros de ropa. Como los aclamados grupos de capoeira brasile?os, que, a torso descubierto, no dudaban en sacar a gente de entre el p¨²blico a mover las caderas o a pasar por debajo de un pa?uelo al modo del baile del limbo. O las chicas que danzaban el candombe uruguayo ataviadas con brillantes biquinis, que tambi¨¦n se ganaron los silbidos de la multitud.
Los espectadores, banderines en mano, se dedicaban a jalear con todas sus fuerzas cada uno a sus compatriotas. Aunque la mezcla era la clave. "Yo aqu¨ª estoy como en mi casa", exclamaba Cristina Santos, que encabezaba los c¨¢nticos a favor de M¨¦xico, con los colores de su bandera adorn¨¢ndole la cara, la espalda y hasta las trenzas. "Si llor¨¦ cuando no le dieron a Madrid los Juegos Ol¨ªmpicos", aseguraba la mujer, madrile?a de adopci¨®n hace 22 a?os, mientras bailaba La Cucaracha, cortes¨ªa de un grupo de bigotudos mariachis.
Atardec¨ªa cuando asomaron los tres camiones-escenario que iban a animar la ¨²ltima hora de fiesta. En el primero de ellos apareci¨® el dominicano V¨ªctor V¨ªctor, maestro de la bachata. A su paso, un grupo de bolivianas que coreaban sus canciones y saludaban al cami¨®n con pasi¨®n, se arrancaron a bailar por parejas. "Nos vamos pero cantando y bailando, porque somos pueblos alegres", se despidi¨® el cantante.
Le segu¨ªan Mojarra El¨¦ctrica, un grupo de m¨²sica afrocolombiana y algo funky surgido en Bogot¨¢, con el que ya empezaron a formarse grupos de gente bailando. Para entonces ya corr¨ªa la cerveza, vendida fresca dentro de unos cubos con hielos, y alguna que otra bolsa de patatas y pipas que se repart¨ªan en puestos callejeros.
Pero hubo que esperar al plato fuerte, el argentino Fito P¨¢ez, para ver a los aut¨¦nticos fans en acci¨®n. Algunas decenas de ellos caminaban pegados al cami¨®n que recorr¨ªa lentamente el Paseo del Prado, como arrastrados bajo una marea de banderas blanquiazules. "Cada a?o innovan", opinaba Ra¨²l G¨®mez, "descendiente" de argentinos, "y para una vez que es un roquero, ?encima es de Argentina!". El cantautor dio las buenas noches, uno por uno, a todos los pa¨ªses participantes, y algunos m¨¢s del resto del mundo. Y toc¨® los ¨²ltimos acordes poco despu¨¦s de las diez. "Y buenas noches Madrid, carajo", concluy¨®.
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