Ese bulo s¨®lo quiere capturar su 'e-mail'
Los falsos rumores nacen de enemigos de las empresas o de piratas inform¨¢ticos - La leyenda perjudica la imagen y las ventas de las compa?¨ªas
Son esas cosas que le pasan o le cuentan al amigo de un amigo. No se suelen tener detalles del lugar, de la fecha en que ocurrieron, ni de los nombres de los protagonistas. Pero son historias curiosas, inquietantes muchas veces, que antes viajaban de boca en boca y ahora corren por Internet como la p¨®lvora: bulos, leyendas urbanas (hoaxes en ingl¨¦s). El de la Coca-Cola y las ratas es un cl¨¢sico: un d¨ªa, de repente, un joven brasile?o cay¨® al suelo fulminado por sufrir leptospirosis, que es una enfermedad producida por la orina de las ratas. Seg¨²n la historia, las latas de refrescos se guardan en almacenes infectados por roedores para despu¨¦s ser transportadas a las tiendas sin la debida limpieza.
Internet expande la mentira. La cuesti¨®n es c¨®mo parar esta cadena
Un sondeo revela que al 70% de los internautas le cuesta distinguir el camelo
McDonald's gast¨® cinco millones en una campa?a de transparencia
Venezuela lleg¨® a prohibir el pasado verano el consumo de Coca-Cola Zero
Las empresas atajan la calumnia en sus propias p¨¢gina 'web'
"La cultura digital no tiene que ver con la ingenuidad", dice un experto
Otros ciudadanos te¨®ricamente preocupados por el pr¨®jimo cuentan tambi¨¦n por el ciberespacio que Actimel, el yogur bebible de Danone, puede generar problemas de salud si uno lo toma m¨¢s de 14 d¨ªas seguidos, ya que deja de desarrollar defensas por s¨ª mismo. Es falso. Tambi¨¦n ha corrido por ah¨ª, en el pasado, que Telef¨®nica hab¨ªa empezado a cobrar por las llamadas perdidas a los tel¨¦fonos m¨®viles, algo que, de momento, tampoco es cierto.
La repercusi¨®n del bulo se ha multiplicado gracias a Internet. Tienen como objetivo da?ar a las empresas, a veces por competencias comerciales, aunque la mayor parte de firmas consultadas aseguran que sus ventas no se resienten. Pero en otras muchas ocasiones, la mayor¨ªa hoy d¨ªa, s¨®lo buscan generar alarma, llamar la atenci¨®n para ser miles de veces reenviado y, con ello, permitir a los cazadores de correos lograr direcciones personales para comerciar con bases de datos o utilizarlas para fraudes cibern¨¦ticos.
Los anzuelos basados en temores sobre la salud son los m¨¢s exitosos. El de Actimel naci¨® en Argentina en abril de 2007, pero resurge de vez en cuando. El rumor, que se puede encontrar en Internet, dice que el L. Casei que aporta este yogur es una sustancia que genera el propio cuerpo humano y que, a los 14 d¨ªas de tomarla, el organismo se olvida de fabricarla por s¨ª mismo.
El caso es que el L. Casei es una bacteria que jam¨¢s puede generar el organismo y que, de hecho, ya se consume en otros alimentos como el queso o las leches fermentadas, y "no se han descrito procesos patol¨®gicos" causados por ello. As¨ª es como lo explica un escrito del Centro Superior de investigaciones Cient¨ªficas (CSIC) que el grupo Danone se vio obligado a colgar en su web de Actimel para desmentir el rumor sobre el producto.
Y es que la compa?¨ªa asegura que el rumor nunca ha afectado a sus ventas, aunque no ofrece datos, pero s¨ª le ha supuesto m¨¢s de un quebradero de cabeza. Incluso un diputado argentino, en 2007, recogi¨® las afirmaciones de la cadena de correos electr¨®nicos y present¨® ante la C¨¢mara de los Diputados de Argentina una propuesta de ley para obligar a la empresa a anunciar de los posibles efectos adversos. Danone se puso en contacto con el pol¨ªtico y el proyecto qued¨® congelado, relata ?lvaro Bordas, responsable de comunicaci¨®n externa de Danone.
"No afecta a las ventas, pero s¨ª a la imagen de un producto que tiene m¨¢s de 30 estudios cient¨ªficos detr¨¢s", lamenta. El hecho de que la misma historia resurja cada cierto tiempo -hace unos meses se vivi¨® una tercera oleada del rumor- les hace pensar que "puede haber otros intereses detr¨¢s", m¨¢s all¨¢ de lograr correos.
La Asociaci¨®n de Internautas destaca que la mayor parte de hoaxes buscan ser m¨²ltiplemente reenviados porque, gracias a ello, se puede rastrear el mensaje y capturar miles de direcciones de correos que luego se pueden vender para bases de datos, algo que se est¨¢ haciendo ahora con redes sociales como Facebook o Twitter.
"Todos los correos electr¨®nicos que van sin firma digital son como esas postales de toda la vida que puede leer todo el mundo, de modo que los spammers utilizan unos robots que buscan palabras clave para captar las direcciones a las que se reenv¨ªan", explica V¨ªctor Domingo, presidente de la asociaci¨®n. Y tienen ¨¦xito: su secreto consiste en lanzar informaciones lo suficientemente morbosas o peligrosas como para que, aunque sea de buena fe, aquel que las reciba quiera compartirlo con todos sus contactos. Esta entidad pregunt¨® el pasado verano a 3.129 internautas y el 70% respondi¨® que ten¨ªa dificultades para distinguir entre un rumor falso y una informaci¨®n veraz.
Ello explica que a¨²n funcionen estafas cibern¨¦ticas como el phishing: hacerse pasar por una entidad p¨²blica o privada oficial -por ejemplo, un banco o la Agencia Tributaria- para obtener informaci¨®n confidencial como las claves de una cuenta bancaria.
La cuesti¨®n es c¨®mo parar la cadena. Los internautas proponen una serie de pautas para reconocer como bulo lo que llega por correo electr¨®nico. Suelen carecer de fecha de publicaci¨®n y est¨¢n redactados de la manera m¨¢s atemporal posible para que pervivan el m¨¢ximo tiempo circulando en la Red. Adem¨¢s, son an¨®nimos, no citan fuentes y normalmente contienen una petici¨®n de reenv¨ªo.
El problema surge cuando el embuste se aleja de lo burdo y se presenta deliberadamente bien preparado. El pasado diciembre, las redacciones de varios medios de comunicaci¨®n (incluido EL PA?S) recibieron un comunicado de prensa que llevaba como remitente al grupo de cosm¨¦tica L'Or¨¦al e informaba de la retirada inmediata de la gama de productos Derma G¨¦nesis en Europa tras haber provocado reacciones dermatol¨®gicas adversas, con casos puntuales de tumores cut¨¢neos, en Francia. Adem¨¢s, ofrec¨ªa un tel¨¦fono 900 para los consumidores que tuvieran dudas.
El correo, con los membretes de la compa?¨ªa, no era demasiado alarmante, su formato y redacci¨®n era el de cualquier comunicado de prensa profesional y estaba firmado con la direcci¨®n corporativa correcta y el nombre de una empleada.
Pero la historia presentaba sombras: el correo proced¨ªa de una direcci¨®n gratuita de Gmail y en ninguno de los tel¨¦fonos citados respond¨ªa nadie. Adem¨¢s, la informaci¨®n lleg¨® un viernes por la tarde en medio de Navidad, con toda la intenci¨®n de dificultar la verificaci¨®n de la misma.
Algunos medios de comunicaci¨®n picaron el anzuelo y la compa?¨ªa tuvo que salir al paso. L'Or¨¦al desminti¨® "rotundamente" la noticia pocos d¨ªas despu¨¦s.
El bulo, cuanto m¨¢s veros¨ªmil y dif¨ªcil de contrastar, m¨¢s tarda en agotarse. Ferm¨ªn Bouza, catedr¨¢tico en Sociolog¨ªa de la Universidad Complutense de Madrid, explica que la tendencia a creerlos tiene que ver con la capacidad de romper la rutina y de empujar a fantasear. "Algunos est¨¢n deliberadamente construidos y otros se van formando poco a poco, a partir de un hecho real".
Para Enrique Alcat, asesor y experto en comunicaci¨®n de crisis, "es fundamental atajar el rumor antes de que la bola de nieve se haga grande". A veces, el rumor "puede proceder de la propia empresa, que quiere que recorra la compa?¨ªa para comprobar c¨®mo regresa la historia y averiguar as¨ª lo que piensan sus empleados". A esto, se le llama "gesti¨®n del rumor".
"Los bulos se inventan sobre marcas conocidas, y entonces hay que mantener la calma, desmentirlo de forma clara, pero no sobrerreaccionar, porque acabas difundiendo m¨¢s el bulo". Quien lo dice es Carlos Chaguaceda, el portavoz en Espa?a de un especialista mundial en lidiar con la rumorolog¨ªa: Coca-Cola. Que si al mezclar este refresco con caramelos Mentos estalla en el est¨®mago, que si es tan corrosivo que en Estados Unidos se usa para limpiar la sangre de las carreteras... Para combatirlas, la empresa recoge buena parte de sus leyendas negras en su propio sitio de Internet y las desmiente.
Los rumores m¨¢s da?inos son los que parten de una realidad distorsionada. El ¨²ltimo, muy extendido, ha tenido una consecuencia real: Coca-Cola Zero ha sido prohibida en Venezuela.
Esta versi¨®n diet¨¦tica del refresco de cola utiliza un edulcorante artificial llamado ciclamato, cuyo uso est¨¢ autorizado en la Uni¨®n Europea y una buena ristra de pa¨ªses que no incluye a Estados Unidos. Bas¨¢ndose en la excepci¨®n del mercado estadounidense, donde se usan otros edulcorantes, una cadena de correos electr¨®nicos comenz¨® a alertar de que esta sustancia era perjudicial para la salud.
Con este caldo de cultivo, el Gobierno de Hugo Ch¨¢vez orden¨® el pasado junio la suspensi¨®n de la comercializaci¨®n de esta bebida "para preservar la salud de los venezolanos". La medida se produjo justo tres meses despu¨¦s de que Ch¨¢vez ordenara a Coca-Cola Femsa el desalojo de los terrenos donde estaciona sus camiones en Caracas para construir viviendas populares.
The Coca-Cola Company, y su embotelladora en Venezuela, Coca-Cola Femsa, acataron las ¨®rdenes de Ch¨¢vez, pero declararon "responsablemente que Coca-Cola Zero no contiene componente alguno que pueda ser perjudicial para la salud".
Los rumores influyen. Apple, por ejemplo, asegura que a¨²n no ha podido confirmar jam¨¢s un caso en el que alguna de sus bater¨ªas haya estallado. Sin embargo, las noticias de que un joven franc¨¦s y otro en Reino Unido asegurasen haber sufrido heridas despu¨¦s de que las bater¨ªas de sus aparatos iPod e iTouch sufriesen cortocircuitos llev¨® a la propia Comisi¨®n Europea a pedir explicaciones a la compa?¨ªa. La marca no tiene pruebas a¨²n de que algo as¨ª haya ocurrido y asegur¨® el pasado verano que, en todos los iPhone analizados, las aver¨ªas de las bater¨ªas se deb¨ªan a golpes externos y tuvo que tranquilizar a sus millones de usuarios.
La tecnolog¨ªa, por lo desconocido todav¨ªa, es terreno abonado para la confusi¨®n. A Telef¨®nica, en una Navidad reciente, le trajo de cabeza el bulo de que la compa?¨ªa iba a empezar a cobrar por las llamadas perdidas. "Lo que buscan estas historias es desprestigiar, no s¨®lo a la marca, sino a toda una categor¨ªa de producto, porque cuando empez¨® a salir el rumor hace unos a?os el m¨®vil no era todav¨ªa tan conocido como ahora. Llamaban los usuarios preguntando si era verdad y tuvimos que ser muy proactivos para desmentirlo", explican desde la operadora.
"La mayor cultura digital no tiene que ver con la ingenuidad social", opina V¨ªctor Domingo.
En los ochenta empez¨® a correr el rumor de que el logotipo de Procter & Gamble -un hombre barbudo, con forma de luna creciente, en el interior de un c¨ªrculo con 13 estrellas- era el s¨ªmbolo de Sat¨¢n. Seg¨²n la compa?¨ªa, en 1995 cuatro antiguos empleados de una distribuidora reavivaron la leyenda asegurando que parte de los beneficios del grupo serv¨ªan para financiar cultos sat¨¢nicos. En 2007, un tribunal los conden¨® a pagar una indemnizaci¨®n de 14 millones de euros.
Otra gran compa?¨ªa igualmente acostumbrada a los rumores, McDonald's por ejemplo, gast¨® el a?o pasado cinco millones de euros en una amplia campa?a llamada Testigos de Calidad para convencer a todo aquel que tuviera dudas sobre la procedencia y elaboraci¨®n de sus hamburguesas, para que visitara al proveedor que elabora todas las hamburguesas en Espa?a y Andorra.
"No hemos detectado una bajada de ventas a consecuencia de ninguno de los mitos que circulan sobre nuestra compa?¨ªa, pero es cierto que sabemos que existen y por ello los afrontamos. No se trata de justificarnos ante nadie, precisamente se trata de lo contrario, o sea, reafirmar nuestro compromiso con la calidad", explican fuentes de la compa?¨ªa.
McDonald's se ha esforzado mucho en los ¨²ltimos a?os en convencer a la opini¨®n p¨²blica que comida r¨¢pida no equivale a comida mala. Pero las historias siguen y este a?o, explica, repetir¨¢n la campa?a.
C¨®mo fichar un ciberbulo
La Asociaci¨®n de Internautas propone una serie de pautas para detectar los bulos o falsos rumores que llegan por Internet:
1. Los hoax o bulos carecen de fecha de publicaci¨®n y est¨¢n redactados de la manera m¨¢s atemporal posible para que pervivan el m¨¢ximo tiempo circulando en la Red.
2. Son an¨®nimos, no citan fuentes (ya que carecen de las mismas) y no est¨¢n firmados para evitar repercusiones legales.
3. Contienen un gancho para captar la atenci¨®n del internauta. El ¨¦xito del bulo residir¨¢ en si el gancho es muy morboso, si tiene que ver con el dinero o genera miedo.
Ejemplo Coca-Cola. Son varias las leyendas surgidas en torno a este refresco de masas. Muchas tienen que ver con la salubridad de las latas o con el car¨¢cter supuestamente corrosivo de la bebida.
Ejemplo Actimel. Actimel es malo para la salud. Produces L. Casei y dejas de fabricar defensas cuando el organismo se acostumbra a recibirlo externamente. Los efectos suelen aparecer a partir de los 14 d¨ªas de consumirlo y son peores para los ni?os. Muchos de los correos con este rumor solicitaban que se reenviara para avisar a otras personas del peligro. (Aqu¨ª, el gancho es el miedo basado en la salud)
Ejemplo MacDonalds. El origen de la carne con la que se elaboran las hamburguesas de esta cadena de comida r¨¢pida tambi¨¦n ha generado m¨²ltiples historias. (Igual que el anterior, el gancho es el miedo a perder la salud)
4. Los bulos normalmente contienen una petici¨®n de reenv¨ªo. Se solicita el reenv¨ªo para alertar a otras personas, para evitar mala suerte, para evitar la muerte, o con cualquier otra excusa. El objetivo de esta petici¨®n de reenv¨ªo reside en captar las direcciones IP, crear bases de datos con las que realizar posteriores campa?as de spam o, simplemente, con el ¨¢nimo de difundir la informaci¨®n falsa todo lo posible.
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