?Pobre de m¨ª!

"Pobre de m¨ª" se lamentaba uno de los escas¨ªsimos aficionados que acudi¨® ayer a la Maestranza para presenciar lo que, a la postre, fue un compendio del disparate bochornoso en el que se ha convertido la fiesta de los toros. Embriagado por la tristeza y la frustraci¨®n, no daba cr¨¦ditos a sus ojos ante el lamentable espect¨¢culo que sirvi¨® para cerrar la temporada en una plaza que fue santo y se?a de la tauromaquia y que ahora lo es de una decadencia galopante.

Cuando suenan los clarines, los tendidos est¨¢n vac¨ªos. Posiblemente, la entrada m¨¢s pobre del a?o; un cuarto de plaza o, quiz¨¢, menos... ?Con lo que ha sido la fecha del 12 de octubre en la Maestranza...! Y saltan al ruedo tres j¨®venes toreros que debieran hoy estar cavilando por qu¨¦ s¨®lo son capaces de reunir a unos pocos cientos de espectadores.

En segundo lugar, los toros. Se anuncia una corrida de San Miguel, ganader¨ªa joven, de escaso prestigio y de recuerdo poco afortunado en Sevilla. Un hierro salpicado, adem¨¢s, por la an¨¦cdota: es propiedad de Juan Antonio Roca, implicado en el caso Malaya, y, en consecuencia, la ganader¨ªa est¨¢ intervenida judicialmente y regentada por un representante nombrado por el juzgado. Los toros, como fieles hijos de su ¨¦poca, derrocharon mala clase, invalidez, falta de casta e incapacidad manifiesta para embestir. Es decir, lo normal en el toro moderno.

Cuando Salvador Cort¨¦s intentaba meter en la muleta a su primer oponente, una pura escoria, la banda de m¨²sica rompe a tocar sin motivo, y hay quien se lleva las manos a la cabeza, preso de la sorpresa y la indignaci¨®n. C¨®mo ha podido caer tan bajo este santo y se?a que fue de la distinci¨®n, la categor¨ªa y la sabidur¨ªa...

Y un ilusionado Rub¨¦n Pinar, que debutaba en este ruedo, se mostr¨® valiente, sobrado, bullidor y entregado en su primero, que lo prendi¨® por la chaquetilla a la hora de matar. El escaso p¨²blico pidi¨® ?las dos orejas!, y abronc¨® a la presidenta, que s¨®lo concedi¨® una, y oblig¨® al chaval a dar dos vueltas. Pero, por Dios bendito, qu¨¦ le pasa a esta Sevilla... Toc¨® la pueblerina m¨²sica, por supuesto, y el torero demostr¨® que conoce la t¨¦cnica y los trucos, pero su toreo est¨¢ ayuno de calidad. La m¨²sica, ?qu¨¦ cruz!, otra vez en el sexto, con el que Pinar anduvo bullanguero y dominador. Ni Cort¨¦s ni Bol¨ªvar tuvieron opciones en sus respectivos lotes.

Tampoco las tuvo el aficionado, indignado, dolorido, triste y solo ?Pobre Sevilla1 ?Pobre fiesta de los toros!