La innata vocaci¨®n de Brasil a la felicidad
El hecho de haber ganado R¨ªo de Janeiro la celebraci¨®n de los Juegos Ol¨ªmpicos del 2016, dejando atr¨¢s ciudades de gran prestigio como Madrid, Chicago o Tokio, ha sido analizado ya por activa y por pasiva. Se ha dicho de todo. Que Suram¨¦rica se merec¨ªa ya unos Juegos. Y es cierto. Que Brasil es hoy la potencia econ¨®mica emergente de la regi¨®n. Y tambi¨¦n es cierto, como lo es que buena parte de la victoria se debi¨® a la enorme popularidad mundial del carism¨¢tico ex metal¨²rgico y hoy presidente Luiz In¨¢cio Lula da Silva. Y con ¨¦l a la acci¨®n del dios del f¨²tbol, Pel¨¦, y el mago carioca Paulo Coelho, que supo ganarse la simpat¨ªa de las mujeres de los delegados del COI a quienes invit¨® a cenar en un restaurante de Copenhague, en un clima de felicidad brasile?a. ?O habr¨¢n sido s¨®lo las im¨¢genes de las bellezas ¨²nicas de la m¨¢gica ciudad carioca? Tambi¨¦n, pero no s¨®lo.
En la victoria de R¨ªo seguro que ha influido la estrecha relaci¨®n de todo un pa¨ªs con la sonrisa
Existe otro elemento poco subrayado y es la innata vocaci¨®n de Brasil y de los brasile?os a la felicidad, que acaba irradi¨¢ndose internacionalmente, contagiando al mundo.
Si se hubiese hecho un sondeo nacional habr¨ªa aparecido que ese d¨ªa el 100% de los brasile?os se sinti¨® feliz cuando el presidente del Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional abri¨® el sobre y apareci¨® R¨ªo de Janeiro como vencedor de la competici¨®n para celebrar los Juegos Ol¨ªmpicos del 2016. Los brasile?os, que gozan de una formidable cohesi¨®n nacional, est¨¢n siempre abiertos a acoger cualquier motivo para ser felices. Y albergar los Juegos les ha producido orgullo y felicidad. Y no lo esconden, que es otra de las caracter¨ªsticas del brasile?o.
En mi primera entrevista a la actriz de cine y teatro Fernanda Montenegro cuando llegu¨¦ a Brasil, hace ahora 10 a?os, me dijo algo que nunca he olvidado y que pude m¨¢s tarde tocar con la mano: "La diferencia entre un europeo y un brasile?o es que el brasile?o no se averg¨¹enza de decir que es feliz y el europeo, s¨ª".
Cualquiera que pasa por Brasil, de turismo o de trabajo, se siente enseguida atrapado por la cordialidad, la exuberancia afectiva, la acogida alegre de sus gentes, del norte al sur del pa¨ªs. "Es que con los brasile?os no se puede uno pelear porque te sonr¨ªen hasta cuando te enfadas", me dec¨ªa un corresponsal argentino. Es verdad. La vocaci¨®n del brasile?o es m¨¢s hacia la paz, la amistad, el entendimiento mutuo, el deseo de agradar que hacia la guerra o la pelea. Y, entonces, ?qu¨¦ ocurre con la violencia que mata en Brasil m¨¢s que en otros pa¨ªses? No es una violencia brasile?a, la produce el c¨¢ncer del tr¨¢fico de drogas.
La mejor arma del brasile?o sigue siendo la sonrisa. Al catedr¨¢tico de Est¨¦tica de la Universidad de R¨ªo Isa¨ªas Latuf le preguntaron en plena calle en Buenos Aires si era brasile?o. "?C¨®mo lo ha notado?", pregunt¨®. Y la respuesta fue: "Por su sonrisa".
Seg¨²n un sondeo realizado en 2008 en 120 pa¨ªses por el Instituto Gallup World Poll, y presentado por la Fundaci¨®n Getulio Vargas (FGV), la felicidad del brasile?o es superior a su PIB. El joven brasile?o aparece con una valoraci¨®n de la felicidad superior a la media mundial. El estudio revela que los j¨®venes brasile?os de entre 15 y 29 a?os presentan mayor esperanza de ser felices los pr¨®ximos cinco a?os que los j¨®venes del resto del mundo. Y esa esperanza de felicidad alcanza un 9,29%.
Los psic¨®logos han intentado analizar estos datos. ?C¨®mo es posible que los j¨®venes de un pa¨ªs que aparece s¨®lo en el puesto 52 en el ¨ªndice mundial de la renta se sientan los m¨¢s felices del planeta? El psic¨®logo Dionisio Benaszewski lo achaca a que, seg¨²n la misma encuesta, los j¨®venes brasile?os valoran m¨¢s la felicidad que el trabajo o el dinero. Si hay algo, en efecto, que he tocado con la mano en Brasil es que la mayor¨ªa de sus ciudadanos, hasta los m¨¢s pobres, no viven para trabajar; trabajan para vivir y para vivir felices. Es casi imposible conseguir que alguien quiera trabajar, ni ganando el doble, en un domingo. Suelen decir: "Ah, no, domingo n?o da".
Seg¨²n Benaszewski, existe otro elemento creador de felicidad en Brasil y es el que ofrecen las buenas relaciones existentes entre miembros de la familia y entre vecinos. Aqu¨ª la red de solidaridad, sobre todo entre los m¨¢s pobres, es formidable. Un ejemplo de ello lo son las favelas pobres de R¨ªo, que entre ellas se llaman "comunidades". Y lo son. El elemento afecto en las relaciones y el af¨¢n por ayudarse mutuamente en las adversidades, o de disfrutar en los momentos felices, es proverbial.
Suele decirse que los brasile?os saben sacar felicidad hasta de las piedras. La buscan en la alegr¨ªa y en la tristeza. El d¨ªa que R¨ªo gan¨® la celebraci¨®n de los Juegos Ol¨ªmpicos, una pareja joven de brasile?os entrevistada en Madrid por un reportero del programa de I?aki Gabilondo dijo algo m¨¢s o menos as¨ª: "No est¨¦is tristes. Venid a R¨ªo, que es una ciudad maravillosa, y os sentir¨¦is felices". Pens¨¦ que, de haber sido al rev¨¦s, si hubiese ganado Madrid y perdido R¨ªo, la joven tambi¨¦n se habr¨ªa consolado de alguna forma diciendo que estaba feliz en la maravillosa ciudad de Madrid.
As¨ª son los brasile?os. Son buceadores en el mar de la felicidad y, como no lo ocultan, acaban contagiando a los otros. Sin duda ese contagio tambi¨¦n tuvo que ver a la hora de votar en Copenhague.
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