Rajoy trae manzanas
El l¨ªder del PP rompe siete meses de silencio para esquivar preguntas y negar evidencias
El presidente del Partido Popular, Mariano Rajoy, compareci¨® ayer ante la prensa por primera vez desde el pasado mes de abril. A efectos de lo que cabr¨ªa esperar del l¨ªder de un partido investigado por un grave caso de corrupci¨®n, y con una decena de dirigentes imputados, entre ellos el tesorero nacional, poca diferencia hay entre que compareciera como lo hizo o siguiera guardando su ominoso silencio. Y ello sin contar que cada d¨ªa que pasa, la bola de nieve crece imparable: el tinglado de Correa se embols¨® un mill¨®n de euros en comisiones ilegales con la organizaci¨®n de la visita del Papa a Valencia en 2006, seg¨²n publica hoy este peri¨®dico. El Gobierno de Camps hab¨ªa negado hasta ahora cualquier relaci¨®n de la trama con esa visita.
Tras siete meses rehuyendo a la prensa, con desprecio de los usos democr¨¢ticos, Rajoy s¨®lo tom¨® la palabra para librarse al ejercicio de negar hechos p¨²blicos ocurridos apenas unas horas antes y responder con incongruencia a las preguntas que se le hicieron por el socorrido m¨¦todo de "manzanas traigo". Desmentir las contradicciones entre las direcciones nacional y regional del partido en Valencia tras la reuni¨®n del comit¨¦ ejecutivo del pasado martes no es un ingenuo intento de salvar las apariencias; es mentir a conciencia.
Los populares sue?an a¨²n con atajar la crisis con inveros¨ªmiles golpes de efecto, y no con la asunci¨®n de responsabilidades. Si Costa nada tiene que ver con la trama, seg¨²n dijo Rajoy pasando por encima del sumario, cometi¨® una injusticia y una arbitrariedad, adem¨¢s de ceder a presiones que deber¨ªan ser explicadas. Y si lo tiene, las razones para su cese son de plena aplicaci¨®n a Camps, quien, sin embargo, volvi¨® a recibir su apoyo incondicional. En cualquier caso, con o sin el apoyo de Rajoy, los valencianos merecen un presidente que se sostenga por sus propias acciones y m¨¦ritos pol¨ªticos, no por las necesidades de la estrategia con que la direcci¨®n del PP trata de eludir responsabilidades, convirti¨¦ndolo en una marioneta.
Con el cese de Costa, la direcci¨®n nacional del PP da por terminadas las medidas que piensa adoptar en relaci¨®n con la red corrupta. No pasa de ser una extempor¨¢nea declaraci¨®n de intenciones, si no una baladronada. En estos momentos, faltan por conocer decenas de miles de folios del sumario. Pero los ya conocidos revelan que la trama de corrupci¨®n se extiende por otras comunidades adem¨¢s de la valenciana, incluyendo a Madrid, Castilla-Le¨®n y Galicia. Los tent¨¢culos de la trama alcanzaron, por otra parte, los aleda?os de La Moncloa y, al menos hasta 2005, la sede de la calle de G¨¦nova. Y hasta al Papa.
El anuncio de que el PP se dotar¨¢ de un nuevo c¨®digo de conducta ser¨ªa una buena noticia si se hubiera aplicado rigurosamente el vigente, con el que algunos de los dirigentes populares no estar¨ªan ya en sus puestos. No es un problema de c¨®digos lo que afecta al PP, sino de voluntad pol¨ªtica para conservar la dignidad de las instituciones y de quienes las dirigen.
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