Obama, bajo el fuego de los progresistas
Su postura en exceso conciliadora con la derecha pol¨ªtica y el mundo financiero m¨¢s su apoyo a la reelecci¨®n del alcalde republicano de Nueva York est¨¢n provocando cr¨ªticas entre los dem¨®cratas
Mientras a Obama le conced¨ªan el Premio Nobel de la Paz, en Estados Unidos el presidente se met¨ªa en un l¨ªo con sus votantes progresistas por su inactividad en los grandes problemas y por cortejar demasiado a los republicanos. Durante un apasionado discurso en el Congreso, el joven abogado de Florida Alan Grayson fascin¨® a la C¨¢mara con un estilo cinematogr¨¢fico realmente parecido al de James Stewart en Caballero sin espada. En primer lugar, rechaz¨® la desagradable reacci¨®n de los republicanos ante el Nobel concedido al presidente: "Si Obama llevara la paz al mundo, los republicanos le acusar¨ªan de arruinar al sector de la defensa; si Obama se comiera un s¨¢ndwich de beicon con tomate, prohibir¨ªan el beicon". A continuaci¨®n se lanz¨® contra sus compa?eros dem¨®cratas por la ineficacia mostrada en la reforma sanitaria: arremeti¨® contra ellos por pasarse m¨¢s de seis meses buscando el posible y ¨²nico voto de Olympia Snowe, elegida por Maine, se?alando que ¨¦sta no hab¨ªa sido elegida presidente, que carece de poder de veto y que representa a un Estado que ¨²nicamente tiene el 0,5% de la poblaci¨®n del pa¨ªs, y que, como los republicanos s¨®lo saben decir que no, los dem¨®cratas pod¨ªan, y deb¨ªan, aprobar una buena ley de asistencia sanitaria sin ellos.
Al presidente le preocupa excesivamente dar la imagen de que est¨¢ por encima del bien y del mal
Por ahora, sus pol¨ªticas han recompensado a bancos, Wall Street y empresas sanitarias privadas
Expresaba as¨ª lo que la mayor¨ªa de los estadounidenses desea realmente: una aut¨¦ntica reforma sanitaria, no la pura y simple aprobaci¨®n de una ley ineficiente. En este desesperado momento, en el que muchos estadounidenses carecen de empleo y han perdido su casa, las facturas sanitarias tienen mucho que ver con su endeudamiento. Seg¨²n un informe de la Universidad de Harvard, m¨¢s de 44.000 estadounidenses mueren anualmente por falta de asistencia m¨¦dica.
Grayson apoya a Obama, pero su discurso se?alaba el tal¨®n de Aquiles del presidente: la necesidad de demostrar siempre que est¨¢ por encima de la pugna pol¨ªtica y su postura excesivamente conciliadora con los republicanos y el mundo financiero. Hasta el momento, sus pol¨ªticas han recompensado a los bancos, a Wall Street y a las empresas sanitarias privadas. No ha hecho lo que Roosevelt no tard¨® en hacer durante la Depresi¨®n de la d¨¦cada de 1930: crear empleo, empleo y m¨¢s empleo. Tampoco ha demostrado la audacia de Lyndon Johnson, que mand¨® a paseo a su propio Sur y meti¨® en vereda a las C¨¢maras para que aprobaran las leyes de protecci¨®n de los derechos civiles. Uno se muestra conciliador al negociar la paz en Oriente Pr¨®ximo, no cuando el Partido Republicano est¨¢ poniendo en peligro el bienestar nacional. Yo tambi¨¦n apoyo a Obama, pero reconozco que le preocupa excesivamente dar la imagen de que est¨¢ por encima del bien y del mal.
A Bill le gustaban demasiado las faldas, a George W. su Dios interior, y ahora nos estamos enterando de que al brillante Obama le pasa lo mismo con su propia imagen.
Entretanto, el presidente se ha metido en un berenjenal en Nueva York, al conceder pr¨¢cticamente, por activa y por pasiva, su apoyo al multimillonario alcalde Bloomberg en las pr¨®ximas elecciones municipales, dejando de lado al candidato dem¨®crata. A pesar de las s¨²plicas de los dem¨®cratas, Bloomberg, que unos d¨ªas se levanta republicano y otros ligeramente independiente, apoy¨® la candidatura de John McCain y Sarah Palin. De este modo, Obama comete una doble herej¨ªa, porque est¨¢ arrojando a su partido a los pies de los caballos y, siendo presidente, se est¨¢ metiendo en pol¨ªtica municipal; un tiro que, como hasta Roosevelt tuvo que aprender en la d¨¦cada de 1930, siempre sale por la culata. El New York Times casi no pod¨ªa contenerse. Su fulminante titular dec¨ªa: "Obama, dem¨®crata en jefe, no es de mucha ayuda para el partido en las elecciones municipales". Los dem¨®cratas de la ciudad y del Estado, el senador Chuck Schumer, l¨ªder y puntal del partido, la senadora Kirsten Gilibrand, el gobernador Patterson y los sindicatos iniciaron inmediatamente su campa?a a favor del aspirante dem¨®crata Bill Thompson, que, por cierto, es el primer interventor negro de la ciudad y particip¨® activamente en la campa?a a favor de Obama. ?Acaso el presidente se est¨¢ dejando cegar por el poder de Bloomberg, por esa capacidad suya para forzar un cambio en el l¨ªmite de dos legislaturas que pesa sobre los alcaldes, algo que por tanto le conceder¨ªa la victoria en los pr¨®ximos comicios?
Todo esto llega despu¨¦s de varias meteduras de pata: el presidente irrit¨® a los neoyorquinos al intentar (infructuosamente) que la inexperta Caroline Kennedy ocupara el puesto de senadora que Hillary hab¨ªa dejado vacante, y volvi¨® a irritarlos cuando pidi¨® al gobernador Patterson su retirada, aduciendo que quiz¨¢ no ganara las elecciones frente a un republicano de peso.
Chicago es una ciudad de arquitectura sorprendente, intelectuales brillantes, sinverg¨¹enzas, niveles inimaginables de pobreza y delincuencia, y maquinarias pol¨ªticas terriblemente enraizadas. Pero Nueva York es diferente, no somos Chicago, que da a sus pol¨ªticos en ciernes lecciones de comportamiento err¨®neas, y, desde luego, tampoco somos Washington. Tal como muestra Gangs of New York, la gr¨¢fica pel¨ªcula de Martin Scorsese, aqu¨ª tenemos un pasado brutal y corrupto. A comienzos del siglo XX, lo que dominaba nuestra pol¨ªtica era la maquinaria de Tammany, que, compuesta sobre todo por irlandeses, contaba con unos pocos italianos y jud¨ªos. En la limpieza, que posibilit¨® el debilitamiento de Tammany, tuvo que ver la aparici¨®n de un Partido Republicano progresista, dominado por empresarios. Durante las campa?as electorales, las grandes instituciones financieras y las peque?as empresas, para cubrirse las espaldas, suelen hacer aportaciones tanto a dem¨®cratas como a republicanos, pero Obama no comprende los l¨ªmites pol¨ªticos de esa coexistencia.
Estados Unidos se encuentra en una situaci¨®n peculiar. Evidentemente, en todo el pa¨ªs son impopulares las posiciones actuales del Partido Republicano, que ha ca¨ªdo en un caos populista propiciado por Sarah Palin, que carece de liderazgo. Y si nos convertimos en un pa¨ªs de partido ¨²nico en el que s¨®lo haya dem¨®cratas correremos el riesgo de incurrir en la debilidad moral. Pero la transformaci¨®n del Partido Republicano, si llega a ocurrir, y desde luego yo espero que sea as¨ª, no es un problema de los dem¨®cratas, sino de los propios republicanos. En la Costa Este, los republicanos son una especie casi en extinci¨®n, y sobreviven principalmente al sur y al suroeste, entre un pu?ado de lun¨¢ticos que, aunque carece de capacidad para ganar elecciones, da a conocer sus prejuicios, su ignorancia y sus odios en el amplio territorio de Internet y los magacines televisivos.
Est¨¢ claro que Bloomberg no es de esa clase de republicanos y hay que reconocer que ha hecho cosas buenas para la ciudad. Pero su dinero tambi¨¦n le ha permitido llevar a cabo cambios dictatoriales. El d¨ªa que se otorg¨® el Nobel de la Paz, cuando un reportero del New York Daily News pidi¨® al portavoz de Obama que dejara claro a qui¨¦n apoyaba el presidente para la alcald¨ªa de Nueva York, lo primero que Gibbs espet¨®, de mala manera, fue: "Vosotros, reporteros que s¨®lo pens¨¢is en Nueva York". Despu¨¦s, presionado, y consciente de la atenci¨®n negativa que se estaba prestando al incidente, reconoci¨® que en la ciudad Obama apoyar¨ªa "al candidato dem¨®crata a la alcald¨ªa", pero sin mencionar el nombre de Thompson (con amigos como ¨¦stos, ?qui¨¦n necesita enemigos?). A continuaci¨®n, acompa?¨® este tibio aval con afables comentarios sobre Bloomberg. Obama no fue elegido para representar ni a los grandes intereses financieros ni a los republicanos. Y no hay que enfrentarse a los propios votantes. Ted Kennedy podr¨ªa hab¨¦rselo explicado.
Barbara Probst Solomon es periodista y escritora estadounidense. Traducci¨®n de Jes¨²s Cu¨¦llar Menezo.
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