A la caza del 'leonardo' perdido
El ingeniero Maurizio Seracini asegura que 'La batalla de Anghiari', obra maestra del artista, est¨¢ debajo de una obra de Vasari en el Palazzo Vecchio de Florencia
"He dormido muchas noches en ese sal¨®n", cuenta el ingeniero Maurizio Seracini, pelo blanco y ojos azules. Seracini (Florencia, 1946) ha pasado los ¨²ltimos 30 a?os de su vida pensando en esa enorme habitaci¨®n, persiguiendo a un fantasma de 500 a?os de edad: La batalla de Anghiari, una obra pintada (y nunca acabada) por Leonardo da Vinci durante el a?o de 1505. "Fueron muchas noches de invierno y de fr¨ªo, porque para medir la temperatura de las paredes no puede haber luz ni fuentes de calor cercanas", recuerda Seracini. "Pero gracias a eso hoy conocemos c¨®mo era la estructura antigua del sal¨®n. Y pensamos que la pintura est¨¢ ah¨ª detr¨¢s, escondida en el muro que est¨¢ frente a la puerta de entrada. Porque nadie ha dado un indicio de que fuera destruida".
El experto quiere escanear el muro con una nueva t¨¦cnica de neutrones
"Es impensable que Vasari destruyera la obra de Da Vinci", dice el ingeniero
El despacho de este ingeniero biom¨¦dico florentino que se hizo famoso porque su nombre real apareci¨® en la novela de Dan Brown El c¨®digo Da Vinci, es un caos de papeles, radiograf¨ªas, libros y vol¨²menes de historia del arte. Seracini pasa la mitad del a?o aqu¨ª, en Florencia, y la otra mitad en San Diego, California, adonde lleg¨® en 1968 huyendo de los disturbios estudiantiles italianos, ignorando que iba a acabar en el epicentro mundial de la protesta sesentayochista.
Pero fue para bien. En California conoci¨® y frecuent¨® al padre del movimiento, el fil¨®sofo Herbert Marcuse. Aunque Seracini acab¨® tirando para otro lado. Su obsesi¨®n fue siempre encontrar las obras de arte escondidas por el paso del tiempo detr¨¢s de otras obras, y sacarlas luego a la luz aplicando la tecnolog¨ªa nuclear que perfeccion¨® en San Diego.
Con el tiempo, Seracini invent¨® una m¨¢quina de neutrones hace dos a?os capaz de ver detr¨¢s de las paredes colaborando con Enea, el organismo at¨®mico italiano, los laboratorios de Los ?lamos, la Universidad de Delf, en Holanda, e investigadores rusos de San Petersburgo. Tras probarla con ¨¦xito en el laboratorio, ahora su proyecto llega a la ¨²ltima fase. Se trata de construir un aparato port¨¢til que le permitir¨¢ escanear la pared este del Sal¨®n de los Quinientos del Palazzo Vecchio, en la plaza de la Se?or¨ªa de Florencia.
El ingeniero tiene un problema: a d¨ªa de hoy no tiene financiaci¨®n para proseguir la investigaci¨®n. El Ayuntamiento decidir¨¢ en 2010 si contin¨²a adelante con la b¨²squeda. El alcalde, Matteo Renzi, de 34 a?os, que fue el gran impulsor de la investigaci¨®n de Seracini cuando era presidente de la provincia, explica a este diario que quiere al ingeniero "como a un hermano", y est¨¢ dispuesto a financiarle y a apoyarle. Pero a?ade que antes debe garantizar la seguridad de todos, saber si la m¨¢quina de neutrones es inocua: "No sabemos si dejar¨¢ restos radiactivos".
El alcalde habla con una franqueza nada habitual en la pol¨ªtica italiana. Est¨¢ sentado en su enorme despacho del Palazzo Vecchio, a s¨®lo unos metros de distancia del lugar donde est¨¢, o deber¨ªa estar, La batalla de Anghiari.
El capolavoro inacabado de Leonardo es una obra llena de misterios. Se la encarg¨® el gonfaloniere de Florencia en abril de 1503 para conmemorar la hist¨®rica victoria b¨¦lica de los ciudadanos florentinos contra la odiada oligarqu¨ªa milanesa, ocurrida 60 a?os antes. A Miguel ?ngel Buonarotti, su adversario m¨¢s temido, le pidieron que pintara La batalla de C¨¤scina en la pared de enfrente.
Las pinturas de la Sala del Consejo republicana, que despu¨¦s ser¨ªa Sala del Papa, deb¨ªan tener cinco metros de alto por unos seis de ancho. Seg¨²n Cellini, iban a constituir la Escuela del Mundo, la gran referencia del arte del Renacimiento para las nuevas generaciones de artistas. Eran, adem¨¢s, el s¨ªmbolo pol¨ªtico del poder republicano florentino, que luchaba sin cesar por y contra papas y nobles.
Eran tiempos convulsos, de guerras y contrarreforma. Miguel ?ngel renunci¨® al encargo, pero Leonardo trabaj¨® en su obra durante un a?o junto a cinco o seis ayudantes. El d¨ªa que puso el pincel por primera vez en la pared, un temporal se llev¨® por delante parte del cart¨®n que hab¨ªa dibujado. No logr¨® terminarla, pero complet¨® un fragmento de cuatro por cinco metros, calcula Seracini.
Seg¨²n cont¨® su bi¨®grafo Anonimo Gaddiano, Da Vinci sufri¨® como un perro ante aquel espacio inmenso, tres veces m¨¢s grande que La ¨²ltima cena. Como no manejaba bien la t¨¦cnica del fresco, decidi¨® utilizar una nueva, al ¨®leo, buscando colores m¨¢s resistentes. El m¨¦todo requer¨ªa una gran cantidad de calor para secar r¨¢pidamente el estuco. Y la operaci¨®n fracas¨® parcialmente. La leyenda dice que la hoguera que hicieron sus colaboradores no alcanz¨® la parte superior de la obra, y que el color de esa zona se vino abajo.
Poco despu¨¦s, Leonardo se fue a Mil¨¢n a trabajar para el enemigo. Su obra se expuso durante m¨¢s de medio siglo, muchos artistas la vieron, otros la glosaron y la copiaron. Se conoci¨® como una de las mejores pinturas de todos los tiempos. Rubens copi¨® la violenta escena central, La lucha por el estandarte. Los Medici recuperaron el control de la ciudad en 1539 para reinar durante dos siglos; a?os despu¨¦s decidieron reformar el Palazzo Vecchio y convertir el sal¨®n en el s¨ªmbolo de su poder militar.
"Cosimo de Medici le pidi¨® a Vasari una nueva decoraci¨®n en 1563. Es razonable pensar que le dijera que tapara el leonardo porque era un mensaje pol¨ªtico contrario", cuenta Seracini. "Pero no hac¨ªa falta destruirlo, bastaba con taparlo. Vasari reprodujo la batalla central en la pared de enfrente, en la oeste, y es casi seguro que tuviera a la vista el fresco de Da Vinci. Y es impensable que lo destruyera, le admiraba demasiado".
Tras llevar a cabo una exhaustiva investigaci¨®n hist¨®rica sobre los documentos de las obras de reforma del palacio, Seracini se encerr¨® en el sal¨®n entre 2000 y 2003, gracias al patrocinio de Guiness, la cerveza de origen irland¨¦s. "Realizamos numerosos ex¨¢menes para conocer la estructura interna del muro con termograf¨ªas y radar. Para entender los cambios que hizo Vasari entre 1563 y 1572 y definir las ¨¢reas donde Leonardo podr¨ªa haber pintado, era fundamental reconstruir el espacio antes de la reforma. Realizamos un modelo tridimensional del sal¨®n con un l¨¢ser esc¨¢ner, y a?adimos los resultados de las pruebas t¨¦rmicas", indica Seracini.
En ese proceso, el experto italiano utiliz¨® tambi¨¦n fotograf¨ªa infrarroja y t¨¦cnicas de ultrasonidos. Su conclusi¨®n fue que Vasari salv¨® La batalla como hab¨ªa hecho con La Trinidad de Masaccio en la iglesia de Santa Maria Novella, hallada a finales del XIX detr¨¢s de una tabla del artista.
Seracini confirm¨® que Vasari levant¨® una pared de ladrillo delante de la pintura de Leonardo formando un doble fondo para protegerla: "Adem¨¢s lo dej¨® dicho, de una forma cr¨ªptica, al escribir cerca trova (busca encuentra) en una banderita verde del fresco que hay en ese lugar, La batalla de Scannagallo. Justo tras esa bandera hay una cavidad en la pared; ah¨ª debe estar lo que quede de la obra".
El problema ahora consiste en saber en qu¨¦ condiciones. Antes de que Vasari lo reformara, el sal¨®n fue utilizado por el Ej¨¦rcito espa?ol de Carlos V, que ayud¨® a los Medici a recuperar la Se?or¨ªa de Florencia. "El que gana escribe la historia. Y en el viejo sal¨®n municipal dorm¨ªan los soldados con sus caballos. Hab¨ªa barracones y establos. Pero sabemos tambi¨¦n que los Medici compraron e instalaron unos grandes paneles de madera, quiz¨¢ para proteger la pintura", dice Seracini.
Llegados a este punto, el ingeniero recuerda que no s¨®lo los soldados, sino dos de los ayudantes de Leonardo, eran espa?oles. Se trata del manchego Fernando Y¨¢?ez de la Almedina (Almedina, 1475-Valencia, 1536), y de Fernando Spagnuolo, o Fernando Llanos, o Hernando de los Llanos, posiblemente nacido en Santa Mar¨ªa de los Llanos de Cuenca. Ambos pintaron el retablo de San Cosme y San Dami¨¢n para la catedral de Valencia en 1506.
Y apenas se conocen datos sobre ellos. "Quiz¨¢ los historiadores espa?oles puedan aportar novedades. Necesariamente debe haber informaci¨®n en los archivos de Toledo, la capital de entonces. A Florencia vinieron embajadores, prelados y militares. Todos vieron la obra, alguien debi¨® escribir algo. Los disc¨ªpulos de Leonardo tal vez llevaron a Espa?a alg¨²n fragmento del cart¨®n original".
Seracini est¨¢ tratando de convencer a los pol¨ªticos de que hace falta poner en marcha un nuevo modelo de restauraci¨®n de obras de arte. Asegura que no vale con llamar al cirujano cuando algo se rompe, que hace falta crear la figura del m¨¦dico, del cient¨ªfico del arte que utilicen los enormes adelantos tecnol¨®gicos para diagnosticar las obras y aconsejen sobre la mejor forma de intervenir.
Su nueva propuesta para el leonardo perdido consta de tres fases. Buscar la financiaci¨®n, desarrollar la m¨¢quina port¨¢til, montarla en una gr¨²a (el fresco de Vasari est¨¢ elevado siete u ocho metros sobre el suelo) y volver al sal¨®n.
En 10 ¨® 12 meses, calcula el ingeniero, estar¨ªa en disposici¨®n de ofrecer un mapa completo de los colores y las materias que se esconden tras el doble fondo. "Lanzando un haz de neutrones sobre la pared, podemos escanear y visualizar los elementos qu¨ªmicos que hay detr¨¢s. Sabemos que Leonardo us¨® aceite para ligar el color. Si los neutrones detectan hidr¨®geno, el haz se reflejar¨¢, volver¨¢ hacia atr¨¢s y sabremos que ah¨ª hay materia org¨¢nica. As¨ª, haremos un mapa de elementos org¨¢nicos".
Luego, en una segunda fase, intentar¨¢ encontrar los pigmentos de color que utiliz¨® el genio, bien conocidos por la lista de la compra que encarg¨® a la Rep¨²blica Florentina antes de pintar el ¨®leo. "Lanzaremos otra vez el haz de neutrones para que detecte los minerales de los colores: mercurio en el rojo, plomo en el blanco, hierro en el azul. Al colisionar, los neutrones generan rayos gamma, unos sensores los captan, hacen un an¨¢lisis espectrogr¨¢fico de las energ¨ªas y nos dicen d¨®nde hay plomo, d¨®nde mercurio, d¨®nde hierro. As¨ª se revelar¨¢ el lugar preciso donde se pint¨® la obra".
Quinientos a?os despu¨¦s de que Leonardo diera el primer golpe de pincel a su obra, el ahora alcalde Matteo Renzi impuls¨® desde la provincia la exposici¨®n titulada Cerca-Trova, los misterios de La batalla de Anghiari. La obra maestra perdida de Leonardo da Vinci, que resum¨ªa los hallazgos del comit¨¦ cient¨ªfico liderado por Maurizio Seracini.
Hoy, Renzi cree que la b¨²squeda del leonardo escondido ser¨¢ un gran negocio y una fuente inagotable de turistas para Florencia, ahora que la ciudad est¨¢ a la espera, el pr¨®ximo d¨ªa 25, de peatonalizar la plaza del Duomo. "Dan Brown se hizo millonario con su novela. Las visitas a La ¨²ltima cena en Mil¨¢n se han multiplicado por tres. Vamos a aclarar bien todos los aspectos t¨¦cnicos y a buscar un patrocinador. Es un proyecto fascinante que dar¨¢ mucha visibilidad a la ciudad y al Palazzo Vecchio. El a?o que viene decidiremos qu¨¦ hacer".
Seracini explica que ha hecho todas las pruebas pertinentes y que la t¨¦cnica es completamente segura: "Renzi todav¨ªa no ha hablado conmigo y entiendo que est¨¦ preocupado. Hemos probado la m¨¢quina en laboratorios de Holanda, Rusia, Estados Unidos y Roma, y no hay riesgo alguno. Los estudios se han publicado en dos revistas especializadas en f¨ªsica nuclear. La t¨¦cnica es completamente limpia, genera radiaciones m¨ªnimas que desaparecen en dos horas. En cuando est¨¦ lista la m¨¢quina port¨¢til, haremos una pared de muestra con una pintura como la de Leonardo para probarla, y desarrollaremos una gr¨²a para mover el instrumento a lo largo de la pared. Y entonces tendremos la soluci¨®n del enigma".
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