Unamuno sin leyenda
Defendi¨® el 'imperio' de la lengua espa?ola y vio en la Guerra Civil un caso de locura colectiva. El fil¨®sofo vasco recupera su voz con una nueva biograf¨ªa, la primera en 45 a?os
He molestado a todos los p¨²blicos y a todos los pueblos que he visitado. Y aunque, a la larga, digan 'ten¨ªa raz¨®n', en el fondo les soy antip¨¢tico... Tener raz¨®n es lo m¨¢s antip¨¢tico que hay". La frase es de Miguel de Unamuno. La escribi¨® en una carta a un amigo en 1908, y bien habr¨ªa podido servirle de epitafio. El fil¨®sofo vasco, austero como un cu¨¢quero, creyente sin fe, irreductible en su batalla contra el "nacionalismo aldeano", ha quedado perdido en la historia, enterrado bajo la polvareda de las formidables pol¨¦micas que mantuvo.
Durante d¨¦cadas, y pese a los esfuerzos de la Universidad de Salamanca, a la que estuvo ligado casi toda su vida adulta, Unamuno ha sido s¨®lo materia de especialistas, ignorado por el gran p¨²blico. "Su yerno, el poeta Jos¨¦ Mar¨ªa Quiroga, le dijo una vez al final de su vida: 'Es usted un monumento nacional'. Pero, yo dir¨ªa, que es un monumento nacional muy poco visitado", dice Jean-Claude Rabat¨¦, hispanista franc¨¦s, que se ha propuesto romper el prolongado silencio sobre el pensador vasco con una nueva biograf¨ªa, redactada a cuatro manos, con su esposa, Colette Rabat¨¦, profesora de lengua, literatura y civilizaci¨®n espa?ola en la Universidad Fran?ois Rabelais, de Tours.
"Los investigadores han ido cada uno a lo suyo. Hace falta un equipo para publicar las obras completas de Unamuno"
No hay forma de saber lo que dijo exactamente el escritor en su discurso ante Mill¨¢n Astray, en 1936
El libro, Miguel de Unamuno (1864-1936), que llegar¨¢ esta semana a las librer¨ªas (editado por Taurus), es un monumental esfuerzo de recuperaci¨®n del verdadero Unamuno, a trav¨¦s de su voz, de sus propias palabras.
Los autores han trabajado, sobre todo, con los miles de art¨ªculos de prensa que firm¨®, el epistolario que mantuvo con familiares, amigos y adversarios, y los cuadernos de apuntes autobiogr¨¢ficos que iba anotando. De este magma surge la figura batalladora y compleja de uno de los intelectuales m¨¢s controvertidos del siglo XX. "Hay algo fascinante en Unamuno, que vivi¨® 36 a?os en el siglo XIX y 36 en el siglo XX, y muri¨® el ¨²ltimo d¨ªa de 1936. Era un hombre del siglo XIX, un tit¨¢n que se llevaba mal con el siglo XX, pero era tambi¨¦n un precursor. Su discurso no era pol¨ªtico, ni econ¨®mico, era moral", dice Rabat¨¦, historiador, catedr¨¢tico de Civilizaci¨®n Espa?ola en la Universidad de Par¨ªs III y un experto en el fil¨®sofo vasco, sobre el que ha trabajado en diversas obras durante los ¨²ltimos 20 a?os.
El libro aporta una exclusiva. "Hemos comprobado que en los seis a?os de su 'autoexilio'
[desterrado en Fuerteventura en 1924, el escritor se fuga a Francia, donde permanecer¨¢ hasta 1930] critic¨® violentamente, con un odio tremendo, a tres personas, al rey Alfonso XIII, al general Wenceslao Mart¨ªnez Anido y al dictador Miguel Primo de Rivera".
La ¨²nica concesi¨®n a la recreaci¨®n literaria es la reconstrucci¨®n del discurso improvisado por Unamuno el 12 de octubre de 1936 ante la esposa de Franco, Carmen Polo, el general Mill¨¢n Astray, el obispo de Salamanca, Enrique Pla y Deniel, y un mont¨®n de acad¨¦micos y cargos franquistas. El episodio es uno de los m¨¢s famosos de la Guerra Civil, pero est¨¢ lleno de inc¨®gnitas. "Nunca se sabr¨¢ lo que realmente dijo. La ¨²nica prueba, son unas cuantas palabras escritas en el dorso de un sobre, el de la carta de la esposa del pastor protestante Atilano Coco en el que pide a Unamuno que interceda por su marido". Ah¨ª ha escrito, junto a los apellidos de los oradores, unas cuantas palabras: Guerra internacional, civilizaci¨®n occidental cristiana, independencia, vencer y convencer, odio y compasi¨®n, lucha, unidad, catalanes y vascos, c¨®ncavo y convexo, imperialismo lengua, Rizal, odio inteligencia que es cr¨ªtica, que es examen y diferenciadora, inquisitiva y no inquisitorial.
Con ellas, historiadores y bi¨®grafos han recreado lo que pudo ser la intervenci¨®n unamuniana. "Pero, inexplicablemente, ha quedado olvidada durante cuatro d¨¦cadas la menci¨®n a Jos¨¦ Rizal", dice Rabat¨¦. "Cuando Unamuno escrib¨ªa sobre el 12 de octubre, fiesta de la raza, siempre hac¨ªa un elogio de Jos¨¦ Rizal, poeta y l¨ªder de la independencia filipina, tan espa?ol como los dem¨¢s, que hab¨ªa estudiado en la universidad de Madrid casi a la vez que ¨¦l". Los elogios a Rizal, fusilado por los espa?oles, "debieron irritar a Mill¨¢n Astray que, siendo muy joven, hab¨ªa luchado en Filipinas contra Rizal". El general reaccionar¨¢ con su famoso grito: "?Muera la intelectualidad traidora!", mientras el rector abandona el acto entre abucheos.
No hay registro sonoro ni escrito de aquellas famosas palabras. Ni hay huella alguna, tampoco, del Unamuno ¨ªntimo. "Era un hombre impenetrable. Hablaba mucho de s¨ª mismo y de su familia, pero por pudor nunca de cosas ¨ªntimas, no se encuentra un solo detalle personal en papeles o cartas", dice Rabat¨¦. Unamuno nace en una casa del barrio viejo de Bilbao, el 29 de septiembre de 1864. Tercero de los seis hijos de la pareja formada por F¨¦lix de Unamuno, comerciante y panadero que hab¨ªa hecho una peque?a fortuna en M¨¦xico, y de su sobrina, Salom¨¦ Jugo, 17 a?os m¨¢s joven, la vida del futuro escritor estar¨¢ marcada por la muerte temprana del padre y la total falta de sinton¨ªa con su madre. Unamuno buscar¨¢ el calor maternal en la esposa, Concha Liz¨¢rraga, su novia de toda la vida, con la que se casar¨¢ en 1891, y formar¨¢ una extensa familia. Ese mismo a?o, y tras fracasar como opositor en el Pa¨ªs Vasco, consigue la c¨¢tedra de Griego en la Universidad de Salamanca, adonde llega dispuesto a batirse contra los poderes reaccionarios de la ciudad.
La pelea de Unamuno "contra esto y aquello", como titular¨ªa el fil¨®sofo uno de sus libros, marc¨® su vida y condicion¨® su personaje hist¨®rico. El simple hecho de que esta biograf¨ªa sea la primera en 45 a?os (despu¨¦s de la publicada en 1964 por el periodista Emilio Salcedo), es ya una demostraci¨®n palpable de que algo pasa con este personaje descomunal. "Su vida es un rompecabezas con millares de piezas. Escribi¨® en la prensa m¨¢s de 4.000 art¨ªculos. Fiscalizaba a diario la actualidad pol¨ªtica espa?ola". Claro que se escribe sobre Unamuno, y mucho, "pero cada investigador va a lo suyo, no hay un equipo que prepare sus obras completas como se hizo con las de Aza?a, Clar¨ªn, u Ortega y Gasset".
Rabat¨¦, que aprendi¨® de memoria en su escuela francesa fragmentos de En torno al casticismo, cree que Unamuno ha sido v¨ªctima de su leyenda, y eso ha condicionado la difusi¨®n de sus obras. "Es un autor dif¨ªcil, pero tambi¨¦n tiene relatos sencillos y descripciones extraordinarias de los paisajes de Espa?a y Portugal, que ser¨ªan una lectura perfecta para alumnos de bachillerato". Unamuno fue un infatigable viajero, que recorri¨® la Pen¨ªnsula de cabo a rabo, recogiendo voces aut¨®ctonas, piezas del folclore popular. Al mismo tiempo, escrib¨ªa ensayos, novelas, piezas teatrales, poes¨ªa, art¨ªculos period¨ªsticos, cartas y borradores para los famosos sermones laicos que pronunciaba.
"Nuestro pacto con el lector es decir la Verdad, como la escrib¨ªa ¨¦l con una V may¨²scula", dice Rabat¨¦. Y esa verdad obliga a destruir una idea t¨®pica, la de un Unamuno sin lazos con su patria chica. "Amaba los paisajes castellanos, pero tuvo hasta su muerte una relaci¨®n muy intensa con Bilbao. No dej¨® de colaborar con la prensa local, mantuvo con gran fidelidad sus amistades, aunque, desde luego, tuvo much¨ªsimos enemigos".
"Era un hombre exigente, sobre todo consigo mismo, y, a veces, excesivo", dice Rabat¨¦. No falt¨® ni un solo d¨ªa a sus clases, y pese a ser un solitario, acosado por peri¨®dicas crisis existenciales, su agenda social era intens¨ªsima. "Mientras escrib¨ªa El sentimiento tr¨¢gico de la vida, no hac¨ªa m¨¢s que recibir a gente, y viajaba continuamente acompa?ado por amigos m¨¦dicos, siempre temeroso de que su taquicardia le diera un disgusto", cuenta el bi¨®grafo. Unamuno fue militante socialista, liberal convencido, intelectual empe?ado en darle una dimensi¨®n cristiana profunda al catolicismo folcl¨®rico del pueblo. Fue un hombre progresista, pero siempre so?¨® con incorporar a ese progreso lo mejor de la tradici¨®n.
Su vida fue un constante batallar, decidido a despertar al dormido. Empezando por sus propios paisanos. Quiere que vascos y catalanes conquisten Espa?a a trav¨¦s del castellano. Defiende el "imperio" de la lengua espa?ola, pero su verdadera patria no tiene fronteras. En agosto de 1901, en unos juegos florales, en Bilbao, expone su visi¨®n. Hay que rebasar "la patria chica, chica para siempre, para agrandar la grande, y empujarla a la m¨¢xima, a la ¨²nica, la gran patria de la Humanidad".
Tambi¨¦n lleva su lucha a la universidad. Anima a los alumnos a ser m¨¢s exigentes con sus profesores, y se queja del nivel ¨ªnfimo de ¨¦stos, que a su juicio est¨¢n mejor pagados de lo que merecen, porque no hay investigaci¨®n, ni creatividad alguna en la mayor¨ªa de sus clases.
Unamuno, un apasionado de la pol¨ªtica que detestaba a los pol¨ªticos profesionales, ser¨¢ uno de los protagonistas de la aventura republicana iniciada en abril de 1931. Elegido diputado, volver¨¢ a ser rector en Salamanca, a partir del curso 1931-1932. En su discurso inaugural se referir¨¢ a Su Majestad Espa?a, pero poco a poco, se volver¨¢ cada vez m¨¢s cr¨ªtico con los gobiernos republicanos.
El rector honorario de la Universidad de Salamanca, el hombre que hab¨ªa anunciado desde un balc¨®n de la Plaza Mayor el advenimiento de la Rep¨²blica, terminar¨¢ viendo en el alzamiento de Franco el ¨²nico freno a la anarqu¨ªa que se apodera de su amada Espa?a. "Si hubiera estado en Madrid, con sus hijos Jos¨¦ y Ram¨®n, con su yerno Jos¨¦ Mar¨ªa Quiroga, las cosas habr¨ªan sido distintas. Pero estaba en Salamanca, casi secuestrado", dice Rabat¨¦.
Unamuno no tardar¨¢ en apartarse tambi¨¦n del bando nacional. Su discurso del 12 de octubre le convierte en un apestado. Es depuesto como rector y expulsado del casino. El viejo fil¨®sofo contempla horrorizado la "locura colectiva" que se apodera de Espa?a. Sobrevivir¨¢ poco tiempo. La muerte le llega el 31 de diciembre de 1936, a los 72 a?os, terco, independiente, cargado de raz¨®n, y por eso, antip¨¢tico.
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