El quinto, no fumar¨¢s

Dice la ministra de Sanidad que Espa?a ya est¨¢ preparada para abstenerse de fumar en locales p¨²blicos. La cosa est¨¢ en entredicho, seg¨²n comentan con pasi¨®n parroquianos de bares y restaurantes. Cantinas tiemblan; tabernas semivac¨ªas; men¨²s, muertos de risa en la cocina. Los pol¨ªticos se traen entre manos una ley m¨¢s coercitiva sobre el tabaco y sus usuarios.

Las anteriores leyes han tenido efecto positivo. Los fumadores saben que alg¨²n d¨ªa tendr¨¢n que dejarlo. A muchos les ha venido de perlas la prohibici¨®n en el trabajo. Todas esas inscripciones funerarias en las cajetillas intimidan y mucha gente est¨¢ mosqueada con los humos.

A la hora del aperitivo, un tipo conocido por su guasa, su elocuencia y su adicci¨®n a habanos, lanz¨® esta arenga apocal¨ªptica:

-De ahora en adelante, el quinto mandamiento ser¨¢ "no fumar¨¢s". El tabaco mata en doble sentido: suicidio y asesinato. No s¨®lo se suicida usted, se?ora o se?orita, sino que est¨¢ matando a sus hijos, esposo, amantes y dem¨¢s, lo cual es asesinato m¨²ltiple. Todo fumador comete cr¨ªmenes. El ideal de vida de Lao Tse consiste en "no ser tirano de nadie ni esclavo de nadie". Y menos, de un vil cilindrillo relleno de sustancias cancer¨ªgenas. Caballeros, hoy me retiro definitivamente de nuevo del habano.

Desde la esquina de la barra, un esc¨¦ptico esgrimi¨®: "Tambi¨¦n mata la vida, y nos la tenemos que fumar, mam¨®n. Todo es relativo".