El canario que nunca se aplatan¨®

Vi¨¦ndole ir de un sitio a otro, escribir, dar conferencias, coger aviones como el que coge taxis (y taxis como el que coge aviones), ver el f¨²tbol mientras habla por tel¨¦fono, comer y dormir a un tiempo, viajar y estar en casa a la vez, uno creer¨ªa que no tiene m¨¢s de 30 ¨® 40 a?os, exagerando mucho. Pero esa misma vitalidad que ya es famosa en Espa?a entera ha hecho que haya vivido tantas cosas que los 61 parecen pocos. As¨ª que convengamos que los 61 son los que tiene y celebr¨¦moslos en lo que significan: que Juan Cruz ha llegado hasta esa edad sin perder un ¨¢pice de su energ¨ªa.

Hay un mito que acompa?a a los canarios, que es el de su aplatanamiento. Se refiere a esa indolencia que impregna todos sus actos, ya sea el canario pol¨ªtico, fil¨®sofo o futbolista. Si es as¨ª, lo que est¨¢ claro es que Juan Cruz sali¨® atravesado. Y ello a pesar de ser un canario aut¨¦ntico, de esos que, en cuanto les dejan, cogen el primer avi¨®n y se plantan en las islas dispuestos a empaparse de su aroma y sus paisajes, como si lo necesitaron para seguir viviendo. Juan Cruz del aplatanamiento s¨®lo conoce las plataneras, de las que tanto habla en sus libros, y el peligro de las c¨¢scaras de pl¨¢tano, que m¨¢s de una vez pis¨® porque alguien las puso en su camino. Por eso vive como si se estuviera yendo, como si el tiempo de que dispone fuera muy breve para todo lo que quiere hacer, y por eso escribe con compulsi¨®n, llenando peri¨®dicos y m¨¢s peri¨®dicos y publicando libros como el que regala flores. Algo que tambi¨¦n acostumbra a hacer, aunque siempre las compren sus secretarias.