240 millones despu¨¦s, brilla Ra¨²l

Los asistentes al palco del Bernab¨¦u palparon la tensi¨®n que emanaba de Florentino P¨¦rez mientras el Milan remontaba el partido del mi¨¦rcoles (2-3). Los invitados de honor no evitaron pensar en los 240 millones de euros que ha invertido el presidente del Madrid en contratar grandes figuras el verano pasado. Tampoco desatendieron a la clase de juego psicol¨®gico que practican los dirigentes que mueven los hilos del negocio del f¨²tbol. A la izquierda de Florentino se acomod¨® Adriano Galliani, el director general del Milan, el hombre que le vendi¨® a Kak¨¢ por 65 millones de euros. A la derecha se sent¨® Michel Platini, el presidente de la UEFA, que le ha reprochado la "indecencia" de precios tan altos como el del fichaje de Kak¨¢. Y en el campo, ante todos, estaba el propio Kak¨¢, jugando como un futbolista del mont¨®n. Traicionando su cotizaci¨®n y, sobre todo, hiriendo el orgullo de su presidente.

El palco se abochorn¨® cuando el 'siete' lanz¨® un c¨®rner ante la pasividad general

Lo que m¨¢s avergonz¨® a Florentino P¨¦rez, sin embargo, no fue el fracaso de Kak¨¢. Tampoco fue uno de los goles de Pato. Seg¨²n los testigos, lo que inflam¨® al presidente fue uno de los goles del Madrid. Fue ver a Ra¨²l tirar un c¨®rner porque, al parecer, ninguno de sus compa?eros tuvo ganas de hacerlo. El bochorno alcanz¨® su c¨¦nit cuando Drenthe, a quien los agentes de Ram¨®n Calder¨®n -los que le ficharon- llamaban, socarrones, Accidrenthe, remat¨® el c¨®rner y marc¨®.

Diez partidos despu¨¦s del inicio de la temporada, la inversi¨®n en fichajes del Madrid, una de las mayores de la historia del f¨²tbol, contrasta con una realidad dif¨ªcil de comprender. Kak¨¢ juega cada d¨ªa peor y sus compa?eros van por el mismo camino. Ramos, Lass, Xabi, Benzema o Granero, futbolistas llamados a tener un papel fundamental, rinden por debajo de su nivel. Si el f¨²tbol es un deporte de equipo en el que la estructura determina el aprovechamiento de las partes, el Madrid confirma la regla. Los jugadores no reconocen el esquema en el que funcionan. Se muestran inc¨®modos. Dispersos. S¨®lo Ra¨²l parece orientarse en el desorden. Tal vez, porque es el que menos necesita el bal¨®n para destacarse.

Ra¨²l es un futbolista sobre el que pesaba una orden de jubilaci¨®n gradual. Cuando trazaron los planes, el verano pasado, tanto Florentino P¨¦rez como los t¨¦cnicos acordaron que el capit¨¢n seguir¨ªa siendo una referencia moral, pero con menos poder ejecutivo. M¨¢s forma mentis que forma corporis. Se supon¨ªa que Ra¨²l no entrar¨ªa en el equipo titular y que Benzema ocupar¨ªa su lugar. No fue as¨ª. Desde hace d¨ªas, en el club se?alan a Pellegrini, el entrenador, y le acusan de romper el acuerdo. Hay dirigentes en el Madrid que observan la derrota ante el Milan como un fracaso en el que Pellegrini no tuvo una responsabilidad directa. Pero creen que el mal funcionamiento del equipo es el resultado de una pol¨ªtica de rotaciones equivocada. Florentino est¨¢ convencido de que Pellegrini instaur¨® las rotaciones sobre todo para evitar que Ra¨²l se sintiera herido ante su suplencia. El entrenador hizo que todos pasaran por el banquillo y descuid¨® el funcionamiento del equipo. Los trat¨® a todos por igual y hab¨ªa jugadores que necesitaban un tratamiento especial para adaptarse. La consecuencia se vio ante el Milan: los nuevos se perdieron y Ra¨²l sigui¨® igual que siempre.

Kak¨¢ ha jugado en tres posiciones distintas, a veces como enganche, en unas ocasiones como extremo y en otras como rematador. Benzema unos partidos opera como punta y otros como segunda punta. Guti ha jugado como interior y como media punta. Lass ha ejercido de pivote y de ocho. A Granero le han pedido que conecte con todos. Pero es dif¨ªcil conectar cuando cada d¨ªa las piezas son distintas. Seg¨²n han cambiado los ejecutantes, el esquema tambi¨¦n se ha modificado. Del 4-4-2 se ha pasado al 4-2-4 y al 4-3-3.

En plena ola de estupor madridista, dicen que Florentino P¨¦rez mantiene la moral. El presidente es optimista por naturaleza. A sus amigos les dice: "Con Zidane tardamos tres meses en arrancar".

A la espera de que el motor se ponga en marcha, Alfredo di St¨¦fano, el presidente de honor, ve los partidos al d¨ªa siguiente. Su m¨¦dico le ha prohibido exponerse a emociones desagradables.