Interior bruto
Todos conocemos a alguno de esos individuos que han timado hasta al Papa de Roma y luego van a la manifestaci¨®n contra el aborto en Madrid. Hay que defender la familia, dicen, como si los dem¨¢s no defendi¨¦ramos a la familia o insinu¨¢ramos que el Parlamento deber¨ªa acabar con ella de una vez por todas. Todos conocemos a esa buena gente que cuando el legislativo ampara un nuevo colectivo habitualmente marginado se sienten ninguneados hasta un extremo en verdad preocupante porque para muchos de ellos el embarazo de una hija adolescente no ser¨¢ nunca un problema de la sanidad p¨²blica y tampoco van a decir que los trapos sucios se lavan en casa. Todos m¨¢s o menos hacemos la vista gorda cuando aquellos que han dicho no al divorcio, al aborto, a la educaci¨®n biling¨¹e, al matrimonio homosexual, a la evoluci¨®n, al cambio clim¨¢tico o a otros demonios interiores son los primeros que han hecho valer sus derechos de ciudadanos en la ventanilla de turno con un ligero moh¨ªn de asco en las comisuras de la boca. Todos tenemos la vista cansada de mirar el paisaje y comprobar que los dinosaurios se escandalizan por que un se?or de Cee que defiende la lengua de sus padres, abuelos y dem¨¢s familia es al mismo tiempo ministro de Justicia. Como si una cosa impidiera la otra, o dedujesen que el gallego sirve para hablarle a los mejillones pero no al derecho penal. Y sin embargo, los dinosaurios siguen ah¨ª.
Si un colectivo celebra un derecho, una marabunta col¨¦rica dice que no quiere vivir en Sodoma
Casi nunca en la historia reciente tanto en Galicia como en el resto del Estado han llovida las paradojas como un tsunami que arrastra tanto lodo y tanta mierda que nos ahoga incluso la boqueante protesta. Si un d¨ªa uno sale en manifestaci¨®n por la defensa del gallego al otro d¨ªa una marabunta conviene en que lo que realmente peligra es el castellano; si un d¨ªa un colectivo celebra la consecuci¨®n de un derecho a la semana siguiente una multitud col¨¦rica da fe de que no quieren vivir en Sodoma. Y as¨ª va transcurriendo este tiempo cenagoso de denuncias y escuchas, de trifulcas y estraperlos, mientras los pol¨ªticos, s¨ª, los pol¨ªticos, hacen adem¨¢n de que ese poder insultante y casi divino les viene de las urnas aunque muchos de ellos comparezcan habitualmente en los juzgados. Y resulta que, a trancas y barrancas, tenemos la sensaci¨®n acusada de transitar por una carretera llena de socavones. Y puesto que tanto en Silleda como en Benidorm, pongamos por caso, ocurren casi las mismas cosas nos palpamos con cara perpleja y nos preguntamos ?qu¨¦ est¨¢ pasando? Aunque sabemos que por experiencia a la alternancia de modelos le conviene que cuanto peor vayan las cosas mejor para los eternos aspirantes a enderezarlas. A veces, incluso tengo la sensaci¨®n de que nos miran a quienes de esta manera opinamos y nos culpan del paro y de la emigraci¨®n, del gallego y del nacionalismo, como si el buen Dios nos diera nuestro merecido.
Debe de ser el enorme barullo de los medios de comunicaci¨®n que siempre atienden a la voz de su amo como aquel perrito de la Decca al lado de la gramola, debe de ser por los nuevos espacios que surgen no para informar sino para gritar m¨¢s fuerte (vivo en Madrid y aqu¨ª la TDT es una droga de alta toxicidad que obnubila el discernimiento), pero creo que hemos tocado fondo (hasta parece que Aznar va a dar clases de ¨¦tica en alguna privada) en medio de este cenagal donde se invierten los papeles al estilo Berlusconi: los delincuentes son los jueces y no esos probos ciudadanos que se van de putas y de putos con la visa del Ayuntamiento. Pobre gente, la verdad, siempre acusada de desfalcos y cohechos, prevaricaciones y alevos¨ªas, cuando lo que mejor hacen es representar al pueblo construyendo escenarios de rock para el Papa en alabanza del santo nombre (r¨ªanse ustedes del famoso m¨ªtin de Quintana).
Por todo eso deduzco que Feij¨®o tiene un plan maquiav¨¦lico: ir a la contra para seguir gobernando; ir m¨¢s all¨¢ de todos sus antecesores y en lugar del biling¨¹ismo proponer el trilinguismo. El alambre de espino de la discordia le avala en estos momentos, por lo menos hasta que llegue el momento b¨ªblico de que ¨¦l mismo note en la frente una corona de espinas. Todo puede ocurrir: hasta que los mejillones hablen ingl¨¦s y el ministro de Justicia, en gallego.
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