"No soy objetivo, pero s¨ª honesto"
Se mueve lento, escucha con ojos atentos y se toma su tiempo para contestar. Joe Sacco es un reportero que no conoce la prisa. Rumia sus historias y luego las cuenta usando los c¨®mics. Su mirada, que sabe esperar, valorar el detalle, junto con un trazo de realismo exagerado a lo Robert Crumb, funciona como una sonda que caza los aspectos m¨¢s cotidianos de los conflictos. Los que quedan fuera de las p¨¢ginas de peri¨®dicos y de los telediarios. Tanto si est¨¢ en Sarajevo acompa?ado por gu¨ªas locales, empotrado con los marines en Irak o tomando t¨¦ con los refugiados palestinos. De or¨ªgenes malteses y pasaporte estadounidense, Sacco (1960) vive hoy en Portland, Oreg¨®n, con una novia, un perro y sin m¨®vil. Tuvo su primer gran ¨¦xito a mediados de los a?os noventa, con Palestina, fruto de una inmersi¨®n de dos meses entre Gaza y Cisjordania. A aquel conflicto infinito Sacco dedica un nuevo trabajo de 400 p¨¢ginas, Footnotes in Gaza, que en diciembre llegar¨¢ a las librer¨ªas de Estados Unidos y Reino Unido y en marzo a Espa?a, editado por Mondadori. Sacco acaba de participar en el festival literario period¨ªstico que se celebra en Ferrara.
"Entro en la escena para aclarar que soy filtro y lupa de la historia"
"Hago decenas de entrevistas, pero lo que necesito son sugestiones visuales"
"Dibujo ¨²nicamente cuando no es recomendable sacar la c¨¢mara"
"Las personas que viven debajo de los titulares son las que me importan"
Pregunta. ?Por qu¨¦ ha vuelto a Palestina?
Respuesta. Cuando en 2001 viaj¨¦ a Gaza para documentar la segunda Intifada, descubr¨ª una matanza de civiles palestinos ocurrida en 1956 en los campos de refugiados de Rafah y Khan Younis. Ning¨²n medio tradicional lo sac¨® a la luz. Volv¨ª en 2002 y 2003 para buscar pruebas y confirmar los hechos. Mi libro reconstruye aquel acontecimiento con testigos y documentos de la ONU, entrelazando dos dimensiones temporales: la de 1956 y la de 2002, la normal administraci¨®n de Gaza, con check point, bulldozer, casas derrumbadas...
P. ?Es un personaje de la historia?
R. Como siempre, me dibujo en mis planchas. Los lectores entienden as¨ª que lo que ven es mi punto de vista personal. Estudi¨¦ periodismo, pero creo que la objetividad es una ilusi¨®n. Cuando preparamos un reportaje seleccionamos el material. No soy objetivo, pero s¨ª trato de ser honesto. Por eso entro en la escena, es mi manera de aclarar que soy filtro y lupa de la historia.
P. ?C¨®mo trabaja concretamente?
R. Hago decenas de entrevistas, como cualquier periodista. Sin embargo, lo que necesito son sugestiones visuales, as¨ª que a veces planteo a mis fuentes preguntas muy raras, del tipo: "?C¨®mo ibas vestido?". No paro de tomar fotos de los mismos detalles: un coche, una casa; a la hora de representarlo no quiero inventar nada. Dibujo s¨®lo cuando no es recomendable sacar la c¨¢mara, en los check point, por ejemplo. Los soldados israel¨ªes no agradecen las fotos, entonces esbozo con el bol¨ªgrafo. Cada vez que cruzo voy a?adiendo detalles.
P. ?Empieza a dibujar en cuanto vuelve a casa?
R. Primero paso las grabaciones y ordeno todo mi material. Tard¨¦ tres meses para Footnotes. Luego, por fin, arranco. Sin esperar. No quiero que se me vaya de la boca el sabor de las historias.
P. Las historias de toda la gente com¨²n a la que da voz.
R. Las personas que viven debajo de los titulares son lo ¨²nico que me importa, pero mi manera de actuar tambi¨¦n depende de las circunstancias. En Palestina y Bosnia iba a dos velas, sin pase de prensa ni autoridad. Estaba obligado a comer en los garitos, a alojarme en casas particulares, a sentir la calle.
P. Pienso en Vals con Bashir o revistas como Internazionale en Italia o XXI en Francia que han empezado a sacar en cada ejemplar un reportaje por im¨¢genes. ?Es buen momento para el periodismo gr¨¢fico?
R. Sin duda. Puedo contar mi experiencia. Cuando empec¨¦, los medios no hac¨ªan m¨¢s que decirme que no les interesaba mi trabajo. Ahora tengo que rechazar encargos y hasta tengo un agente.
P. ?Por qu¨¦ cree que ocurre esto?
R. El c¨®mic tiene una fuerza que no tiene ninguna otra forma de reportaje. Sus im¨¢genes repetidas enfocan la realidad de manera m¨¢s lenta, a veces silenciosa, a veces con bocadillos, y trabajan en la mente del lector que puede elegir su ritmo.
P. ?No est¨¢ cansado?
R. S¨ª. Quiero acabar dos historias que tengo pendientes sobre la inmigraci¨®n africana en Malta y la pobreza en la India. Luego necesito algo m¨¢s ligero. Algo que no tenga nada que ver con los conflictos.
Babelia
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