La mafia pol¨ªtica italiana, al desnudo
Nuevos testimonios de arrepentidos confirman negociaciones de los servicios secretos italianos con la Cosa Nostra en los a?os noventa, en plena ofensiva criminal
El aeropuerto de Palermo ya no se llama Punta Raisi. Ahora se llama Falcone y Borsellino. Todo un detalle de las autoridades: los dos jueces asesinados en 1992 contin¨²an siendo un s¨ªmbolo de dignidad, legalidad y amor a la patria. Cuando el taxi avanza diez minutos por la autopista hacia Palermo, y se ve el letrero que pone Capaci, surgen dos monolitos de color corinto al borde de la carretera. El taxista, un hombre llamado Dar¨ªo, fornido, de brillante cabellera blanca, se?ala con un dedo hacia la falda de una monta?a:
-All¨ª est¨¢ la caseta blanca desde donde accionaron la bomba que mat¨® al dottore Falcone. ?Ve que han escrito "No mafia"?
-S¨ª, es verdad. ?Est¨¢ bien, no?
-S¨ª, pero yo me pregunto: si estuvieron ah¨ª horas y llenaron de dinamita la autopista, ?c¨®mo es que nadie vio nada? Yo se lo digo: porque aqu¨ª nadie ve nunca nada.
Forza Italia fue creada por Marcello Dell'Utri, mano derecha y socio de Berlusconi en la sociedad Publitalia
El colaborador m¨¢s importante de la justicia, por su condici¨®n de hijo de mafioso pol¨ªtico, es Massimo Ciancimino
El senador siciliano Dell'Utri (Palermo, 1941) fue condenado en 2004 por complicidad con la mafia
La escena en Palermo es puro cine negro: fiscales y jueces salen en fila india escoltados por cuatro guardias cada uno
No parece mala definici¨®n para Sicilia: el lugar donde nadie ve nada. La isla de la omert¨¤.
Hace s¨®lo unas semanas, Silvio Berlusconi pareci¨® conforme con esa forma de ver las cosas. O de no verlas. El primer ministro afirm¨® en un mitin que algunas fiscal¨ªas, entre ellas la de Palermo, estaban "malgastando el dinero de los contribuyentes" al investigar de nuevo las matanzas mafiosas que asolaron el pa¨ªs en 1992, 1993 y 1994.
A sus 73 a?os, Berlusconi ha sufrido demasiados disgustos con la justicia, aunque ha intentado fabricarse paso a paso, ley a ley, su inmunidad personal. Desde que a los 27 a?os empez¨® su carrera de empresario sin patrimonio, las dudas han marcado su exitosa trayectoria pol¨ªtica y empresarial. Pero lo cierto es que nunca ha sido condenado, cosa que no pueden decir algunos de sus colaboradores m¨¢s cercanos.
Marcello dell'Utri, que contrat¨® en los a?os setenta al capo Vittorio Mangano como mozo de cuadras para la residencia de Arcore de Berlusconi, fue sentenciado a nueve a?os de c¨¢rcel por complicidad con la mafia.
Berlusconi entr¨® en pol¨ªtica tras el demoronamiento de la I Rep¨²blica. Il Cavaliere gan¨® por primera vez las elecciones generales en 1994 con Forza Italia, partido que hab¨ªa sido fundado en 1993 por su mano derecha y socio en Publitalia, el senador Dell? Utri (Palermo, 1941). En esos comicios, Forza Italia obtuvo en Sicilia el 35% de los votos, duplicando los del segundo partido. La cosa mejor¨® con el tiempo. En las generales de 2001, cuando Berlusconi regres¨® al poder, su lista obtuvo todos los esca?os en juego en esa isla: 61.
Este a?o, desde septiembre, el senador vuelve cada viernes a su tierra natal para asistir a las vistas de la apelaci¨®n de su condena por complicidad con asociaci¨®n mafiosa. La sentencia, emitida en 2004, fue tajante: "La pluralidad de la actividad puesta en marcha por Dell'Utri (...) ha constituido una concreta, consciente, espec¨ªfica y preciosa contribuci¨®n al mantenimiento, consolidaci¨®n y reforzamiento de Cosa Nostra". El senador, a?ad¨ªa el juez, medi¨® con la mafia para "hacerla entrar en contacto con importantes ambientes de la econom¨ªa y las finanzas, ayud¨¢ndola as¨ª a perseguir sus fines il¨ªcitos, sea econ¨®micos o pol¨ªticos".
A partir de esa sentencia, algo muy profundo ha cambiado en Italia en relaci¨®n con la mafia. Por primera vez, la burgues¨ªa mafiosa ha sido condenada, y en paralelo, nuevos arrepentidos han empezado a contar lo que saben. La 'omert¨¢' se ha roto: una parte de la Mafia militar corrige sus viejos testimonios, mientras que la Mafia pol¨ªtica completa esa visi¨®n desde dentro. La idea fundamental que emerge de estas revelaciones es que una parte de los servicios secretos de Italia negoci¨® con Cosa Nostra desde 1992 para intentar frenar los efectos devastadores del maxiproceso que los jueces Falcone y Borsellino hab¨ªan puesto en pie.
En este momento, cinco arrepentidos distintos est¨¢n contando a los magistrados y a la prensa un nuevo relato de aquellos convulsos a?os noventa. La actividad en las fiscal¨ªas de Mil¨¢n, Palermo, Caltanisetta y Florencia es fren¨¦tica. Y en las cloacas del Estado que juzg¨® a Andreotti y conden¨® a la Juventus a bajar a segunda divisi¨®n, las ratas empiezan a ponerse a cubierto.
Giovanni Brusca es quiz¨¢ el arrepentido m¨¢s fiable: no tiene nada que perder. Culpable confeso de m¨¢s de 150 asesinatos, condenado a cadena perpetua, fue autor material del atentado contra Giovanni Falcone en el que murieron adem¨¢s su mujer, Francesca Morvillo, y tres escoltas. Brusca ha confesado haber liquidado al juez Rocco Chinnici, el jefe de Falcone en Palermo, con sus escoltas, y al peque?o de 13 a?os Giuseppe Di Matteo, a quien secuestr¨® durante dos a?os y acab¨® disolviendo en ¨¢cido para purgar la culpa de su padre, un arrepentido.
Brusca ha contado a los jueces de Florencia que buscan a los autores intelectuales del atentado que cometi¨® Cosa Nostra en esa ciudad, que Riina le confes¨® en 1992 que estaba negociando con Nicola Mancino, entonces ministro democristiano de Interior y hoy vicepresidente del Consejo Nacional de la Magistratura.
Otro arrepentido, el sicario palermitano Gaspare Spatuzza, reconoci¨® ser el autor del atentado con coche bomba contra el juez Borsellino y sus seis guardias. Afirma que algunos capos de Cosa Nostra abrieron una nueva negociaci¨®n pol¨ªtica en 1993. El boss Giuseppe Graviano, dice, contact¨® con Marcello Dell'Utri. Y la mafia, que siempre hab¨ªa so?ado con crear el partido Sicilia Libre, encontr¨® "un nuevo referente pol¨ªtico en Forza Italia y Silvio Berlusconi".
Pero el colaborador m¨¢s importante de la justicia, por su condici¨®n de hijo de mafioso, no militar, sino pol¨ªtico, es sin duda Massimo Ciancimino, el hijo menor de los cinco que tuvo don Vito Ciancimino (Corleone, 1924 - Roma, 2002). Don Vito era el respetable ap¨¦ndice de la Democracia Cristiana en Sicilia. Trabajaba a la vez para el partido y para Cosa Nostra, y pas¨® a la historia como el autor del Saqueo de Palermo. Cuando era concejal de obras p¨²blicas, lleg¨® a firmar 3.000 licencias de construcci¨®n por noche. Luego fue elegido alcalde por orden de Riina, pero solo ejerci¨® durante dos semanas. "Mi padre no quer¨ªa porque su lema era que la mafia no debe figurar en altos cargos. Riina le impuso ser alcalde como s¨ªmbolo de la conquista de Palermo por los de Corleone", cuenta su hijo Massimo.
Nacido en Palermo en 1963, Massimo Ciancimino se cri¨® odiando a aquel hombre que jam¨¢s hablaba con sus hijos. "Me encadenaba a la cama porque hac¨ªa ruido", recuerda. "Dec¨ªa que yo era un comunista porque me tatuaba. La cadena med¨ªa 19 metros para permitirme ir al ba?o", cuenta Ciancimino mientras prepara una deliciosa pasta amatriciana (con tomate y panceta).
Estamos en su casa palermitana, rodeados de plantas, y, seg¨²n afirma, de micr¨®fonos de los servicios secretos. Con ¨¦l est¨¢n hoy tres de sus cuatro hermanos, Giovanni, Sergio y Luciana. Con la proverbial hospitalidad siciliana -lo cort¨¦s no quita lo violento-, los Ciancimino han invitado a comer a algunos periodistas que cubren el juicio contra el general Mario Mori y el capit¨¢n Giuseppe De Donno, acusados de favorecer la huida del boss Provenzano en 1995 y 1996. A mitad de proceso, los fiscales sospechan que lo hicieron no tanto por ayudar al capo, sino para ocultar que hab¨ªan pactado con el moderado Provenzano el final de las matanzas a cambio de estudiar las 12 condiciones escritas en un papello.
El papello es la clave de la historia. Es un folio de papel con 12 puntos escritos a mano, en may¨²sculas y con una sola falta de ortograf¨ªa. La c¨²pula de Cosa Nostra se lo entreg¨® a Vito Ciancimino, y ¨¦ste lo hizo llegar a Mori. Diecisiete a?os despu¨¦s, su hijo Massimo se lo ha entregado a los jueces.
"Los doce puntos son una especie de laudo de inmunidad mafiosa", bromea Ciancimino j¨²nior. Entre otras cosas, los corleoneses exigen la revisi¨®n del maxiproceso, la abolici¨®n de la c¨¢rcel dura prevista por el C¨®digo Penal, la reforma de la ley de arrepentidos, el arresto domiciliario para los imputados mayores de 70 a?os, el cierre de las c¨¢rceles de alta seguridad; la detenci¨®n solo en caso de flagrante delito, y, finalmente, la retirada de los impuestos de la gasolina para los habitantes de Sicilia.
El papello reposa en una caja fuerte del palacio de Justicia de Palermo, un gigantesco edificio de estilo fascista. El martes pasado, casi 50 periodistas se agolpaban de pie en la estrecha sala dotada de c¨¢mara blindada para o¨ªr al general Mori, que en una declaraci¨®n espont¨¢nea afirma que el Estado no negoci¨® con la mafia.
Ciancimino est¨¢ de acuerdo: "No fue el Estado, fue una parte del Estado. Muerta la Democracia Cristiana, a Riina ya no le serv¨ªa Ciancimino. Hab¨ªa que buscar otro interlocutor. Y por eso asesinaron a Borsellino, para acelerar la negociaci¨®n".
Ciancimino es un arrepentido excelente. Listo, pirata, r¨¢pido, simp¨¢tico, millonario y mercader nato, fue condenado a cinco a?os y ocho meses en primer grado por extorsi¨®n. Le acusaron de reciclar cinco millones de la herencia de su padre. Pero ¨¦l lo niega, y quiz¨¢ con raz¨®n, porque los fiscales que le procesaron est¨¢n ahora, a su vez, procesados por conexiones mafiosas.
El pentito (arrepentido) tiene claro que el futuro ser¨¢ duro. Pero ha decidido hablar por su hijo, Vito Andrea. "Cuando de mayor lea que su abuelo fue un mafioso, espero que en ese libro haya aunque sea solo una l¨ªnea que diga que su padre luch¨® verdaderamente contra la mafia".
Bajo protecci¨®n especial, promete seguir aportando pruebas sobre esos a?os oscuros. "Por mi padre pasaban casi todos los negocios y el dinero que generaba Cosa Nostra", enfatiza. "Con Roberto Calvi reciclaba el dinero de la droga en las cajas de seguridad del IOR, el banco vaticano, que m¨¢s que el Instituto de Obras Religiosas era el Instituto de Operaciones de Reciclaje".
Estando preso en Rebibbia, la prisi¨®n romana donde fueron a parar muchos de los capos de los casi 500 condenados por Falcone y Borsellino, don Vito Ciancimino escribi¨® el 22 de diciembre de 1992 una carta dolida, que su hijo muestra ahora a este diario por primera vez y que explica su estado de ¨¢nimo tras haber sido apartado de la negociaci¨®n. "El hecho de mi arresto, determinado por intereses ocultos, ha confirmado mi convicci¨®n. ?Qu¨¦ perspectivas me quedan sino asistir impotente a mi condena, a mi fin? ?La lenta agon¨ªa de la muerte? ?Por qu¨¦? ?Por qui¨¦n? ?Esperar la justicia de Dios? La justicia de Dios no existe", escribe.
Acaba la sesi¨®n del juicio contra el general Mario Mori en Palermo y la escena es puro cine negro: los fiscales y los jueces salen en fila india escoltados por cuatro guardias cada uno para llegar a sus despachos.
En uno de ellos est¨¢ el fiscal Nino de Matteo, escondido tras una monta?a de papeles. "S¨ª, es un momento crucial", afirma. "Hay muchas cosas que investigar. Y a los que dicen que estamos tirando el dinero de los contribuyentes, solo una cosa: no crean que nos van a intimidar. La mafia no estar¨¢ muerta mientras haya pol¨ªticos y empresarios que los apoyen".
?Se sabr¨¢ alguna vez la verdad? "No ahora, la verdad en Italia solo se conoce 40 ¨® 50 a?os despu¨¦s", responde el mafi¨®logo del diario La Stampa, Francesco La Licata.
?Y acabar¨¢ imputado Berlusconi? "No creo que le apetezca nada", dice riendo Massimo Ciancimino. "Mi padre siempre dec¨ªa que Berlusconi era una v¨ªctima, consciente o inconsciente, de Dell'Utri".
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