El pino de seis siglos y otros campeones
Historias del pu?ado de ¨¢rboles centenarios que sobrevive entre los 84 millones de ejemplares que hay en la regi¨®n - La capital es la cuarta de Espa?a en zonas ajardinadas por habitante
Ox¨ªgeno, frescor, sombra y silencio. Son los regalos que centenares de miles de seres vivos regalan a diario a los habitantes de la ciudad de Madrid y a los vecinos de todos los municipios de la Comunidad. Viven en los montes, los parques y las calles. No piden casi nada a cambio. S¨®lo un poco de agua, algo de afecto y una mirada para contemplar la plenitud de su belleza. Plenitud que, en oto?o, alcanza su esplendor.
En un remoto lugar de la sierra de Guadarrama vive su decano: tiene ahora seis siglos de edad. Es un pino laricio, de tronco torsionado y suavemente plateado, que ha sobrevivido a guerras, fuegos y avatares sin cuento. El m¨¢s grave fue el que ¨¦l consigui¨® superar, casi en solitario, tras haber despoblado aqu¨¦l con su rigor las arboledas del centro de Espa?a.
El decano vive en la sierra. Los estudiosos no quieren decir d¨®nde
El 'Cipr¨¦s calvo' del Retiro sobrevivi¨® a la ocupaci¨®n militar en 1808
El estrago lo caus¨® una miniglaciaci¨®n que, a partir de 1506, acab¨® con especies enteras como la del madro?o, patr¨®n vegetal de Madrid. Aquella gigantesca helada, que dur¨® varios a?os, fue detectada cinco siglos despu¨¦s de manera casual durante unas obras en el techado del templo tardog¨®tico de San Jer¨®nimo el Real, edificado entonces.
Los anillos de la madera de una viga de pino instalada entonces en el entablamento de la cubierta mostraban el enorme garabato que estampa las oscilaciones del clima en las entra?as de los ¨¢rboles. La dendrocronolog¨ªa, t¨¦cnica cient¨ªfica ideada para el estudio de la edad de los ¨¢rboles mediante el cotejo de los anillos en la textura de su maderamen, demostr¨® la envergadura de la hecatombe vegetal acaecida. Por ello, la dilatada vida del pino de Guadarrama resulta ser, para los expertos, una suerte de milagro. Tanto, que se niegan a precisar el lugar donde el ¨¢rbol sobrevive. Pretenden impedir as¨ª que se acabe con su delicada existencia, conquistada d¨ªa a d¨ªa por su fortaleza y enraizamiento en una de las numerosas ¨¢reas p¨¦treas de la sierra.
Otro resistente impar desde el mundo vegetal es el que despliega su ahora oto?al copa en el parterre del parque del Buen Retiro. Muchos madrile?os lo conocen como Cipr¨¦s calvo, pero su verdadero nombre es Taxodium mucronatum. Hoy cabe admirarlo cercado por una verja de lanzas de hierro que protegen su enorme tronco, indefenso contra las tropas francesas ocupantes. All¨ª, en 1808, los invasores excavaron en su talle un hueco para instalar una pieza artillera. Muchos de sus cong¨¦neres vegetales cayeron bajo el hacha que les arrancaba su le?a para las fogatas castrenses. Pero ¨¦l no. Sobrevivi¨® a la barbarie y pudo contarnos su leyenda: se dice que descend¨ªa del ?rbol de la noche triste, aquel bajo el cual Hern¨¢n Cort¨¦s se acogi¨® para llorar por su entonces aciaga suerte en el lejano virreinato de M¨¦xico. Se sabe que este legendario ejemplar permanece en pie desde poco antes de la fundaci¨®n del parque, en la primera mitad del siglo XVII. Fue concebido como un regalo al rey Felipe IV de su valido, Gaspar Guzm¨¢n y Pimentel, conde-duque de Olivares. El cipr¨¦s florece dos veces al a?o y tiene en el no lejano estanque del decimon¨®nico Palacio de Cristal algunos parientes directos, Taxodium dysticum, conocidos como ¨¢rboles de los pantanos. Tambi¨¦n en el Parterre se halla otro milagro vegetal: cipreses que en vez de crecer verti-calmente, a base de consecutivas y cuidadas podas desde el siglo XVII, han adoptado la caprichosa forma de una bola con sus copas de ese mismo color verde oscuro y mate que Diego Vel¨¢zquez, inquilino perpetuo del cercano Museo del Prado, llevara a los ricos atav¨ªos de las infantas en sus deslumbrantes lienzos. Precisamente en una praderita situada en el extremo sureste de la pinacoteca crece un bell¨ªsimo almez con tronco de plata. Lo corona una frondosa copa. Pero se encuentra en dificultades porque su fuste se ve atirantado con cables para impedir, presumiblemente, una s¨²bita ca¨ªda.
Este ejemplar, que dialoga con alt¨ªsimos y veteranos cedros del L¨ªbano dispersos por la misma pradera, dista apenas 200 metros en l¨ªnea recta del ¨¢rbol considerado m¨¢s bello de todo el Jard¨ªn Bot¨¢nico. Es el Zelkova siliquiastrum u Olmo del C¨¢ucaso, de 42 metros de altura, con un bell¨ªsimo tronco color gris plata, que expresa desde cada palmo de su elegante arquitectura el don de la belleza, que reciben los ¨¢rboles de Madrid que aqu¨ª viven y crecen. Todos perduran por la riqueza de aguas subterr¨¢neas y el elevado nivel que alcanzan.
Desgraciadamente, no es el caso de la mayor parte del arbolado de la ciudad. A comienzos del siglo XX, Madrid vivi¨® una revuelta ciudadana para defender unos pinos centenarios, los llamados Torenos, en el hoy paseo de Coches del Retiro. Pervive uno de sus descendientes. Anestesiados sucesivos gobiernos municipales y algunos vecinos tambi¨¦n por el n¨²mero de ¨¢rboles -un mill¨®n sin incluir el monte de El Pardo- con los que Madrid cuenta ahora y que incluye la Casa de Campo. La Comunidad de Madrid asegura que la regi¨®n posee 84 millones de ¨¢rboles. El desd¨¦n y el trato que suelen recibir en obras p¨²blicas no dejan de ser lamentable en demasiadas ocasiones.
Las recomendaciones de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) se?alan que la cantidad ideal de zona verde es de 15 metros cuadrados por habitante. Las capitales espa?olas mejor dotadas, siempre con referencia a esa recomendaci¨®n, son Vitoria (20,8 metros cuadrados por habitante), Logro?o (18,3), Pamplona (16,9) y, en cuarto lugar, Madrid (15,9).
"Una cosa es la cantidad y otra, la calidad de la vida arb¨®rea", cuenta Pilar G¨®mez, experta en jardiner¨ªa. "El n¨²mero puede ser muy elevado, ya que se dice que Madrid es la segunda capital del mundo, despu¨¦s de Tokio, con mayor proporci¨®n de ¨¢rboles por habitante", explica. "Pero la masa arb¨®rea, que define su vitalidad, es mucho menor y delata el descuido en el que muchos de los ¨¢rboles de alineaci¨®n malviven".
Para Mariano S¨¢nchez, vicedirector del Jard¨ªn Bot¨¢nico de Madrid, "uno de los principales problemas que el arbolado de la ciudad encara es la distancia tan exigua entre unos y otros". A su juicio, "tal contig¨¹idad exige ciclos muy cortos de poda, porque mutuamente estorban su crecimiento; al a?o siguiente de esas podas, el ¨¢rbol genera una cantidad de hojas m¨¢s exigua, con lo cual, la absorci¨®n de la contaminaci¨®n se reduce mucho". Por ello, S¨¢nchez considera que "es mejor contar con dos hileras de ¨¢rboles de alineaci¨®n convenientemente espaciados y que no precisan podas tan cercanas en el tiempo, a tener cinco hileras de ¨¢rboles constantemente podados".
El mayor n¨²mero de ¨¢rboles de alineaci¨®n corresponde a Puente de Vallecas, con m¨¢s de 21.000 y una superficie de zona verde p¨²blica que frisa 250 hect¨¢reas. Le siguen Ciudad Lineal y San Blas, y a la cola se halla Villa de Vallecas, con algo m¨¢s de 2.000 ejemplares. En cuanto a superficie verde p¨²blica, es de 5.000 hect¨¢reas, seg¨²n fuentes municipales, que se?alan que el cuidado del arbolado es constante y que todo ¨¢rbol talado es sustituido.
El distrito de Salamanca cuenta hoy con apenas 9.000 ¨¢rboles, pese a lo cual las obras del estacionamiento de la calle de Serrano han dejado su oscuro rastro sobre numerosos pl¨¢tanos y acacias. Sus ra¨ªces han quedado al aire y sin riego alguno durante la reciente can¨ªcula. En vez de utilizarse m¨¢quinas para el micropilotaje de los cimientos del futuro garaje e inocuas para las ra¨ªces de los ¨¢rboles, se han aplicado enormes berbiqu¨ªes que han perforado el suelo a tan escasa distancia de los alcorques que sus troncos, ramajes y raigambres, aseguran los expertos, han quedado tocados.
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