Energ¨ªas renovables y democracia
Aunque parezcan conceptos sin ninguna relaci¨®n, las energ¨ªas renovables deben convertirse por derecho propio en la fuente energ¨¦tica principal de toda democracia, pues, en esencia, las energ¨ªas f¨®siles y la nuclear adolecen de los requisitos b¨¢sicos que caracterizan este sistema, el respeto a los dem¨¢s, la justicia y la libertad.
Fij¨¦monos que los pa¨ªses productores de petr¨®leo y combustibles f¨®siles en general mantienen mayoritariamente reg¨ªmenes totalitarios o poco democr¨¢ticos, a la vez que sus riquezas naturales benefician en nada o en poco a sus poblaciones, pues salvo raras excepciones son sus ¨¦lites las que acaparan y se benefician en exclusiva de este man¨¢.
Asimismo, cabe destacar que muchos de los grandes monopolios que controlan el refinado y distribuci¨®n de dichos combustibles se han erigido en demasiadas ocasiones en garantes y patrocinadores de estos sistemas que daban la espalda al pueblo, e incluso a trav¨¦s de sus potentes lobbies de presi¨®n consegu¨ªan impulsar guerras injustas y fomentar en perjuicio de toda la humanidad un interesado negacionismo del cambio clim¨¢tico que est¨¢ teniendo especial incidencia en los m¨¢s d¨¦biles del planeta.
La energ¨ªa nuclear, al igual que sucede con las energ¨ªas f¨®siles, es tambi¨¦n injusta, pues genera una deuda en forma de larga contaminaci¨®n que hipoteca a las futuras generaciones que deber¨¢n heredar y pagar forzosamente por un da?o causado por otros.
Las energ¨ªas sucias, por tanto, desprecian a la libertad, a la justicia y la igualdad, siendo, por tanto, del todo incompatibles con los sistemas verdaderamente democr¨¢ticos, motivos m¨¢s que suficientes para que ¨¦stos deban adoptar como m¨¢xima prioridad no s¨®lo una r¨¢pida transici¨®n hacia las energ¨ªas limpias, sino tambi¨¦n hacia una verdadera descentralizaci¨®n y democratizaci¨®n energ¨¦tica que posibilite a millones de ciudadanos consumidores convertirnos con garant¨ªas en peque?os productores energ¨¦ticos verdes conectados a la red.
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