Recreativas: una religi¨®n a la japonesa
Basta con entrar en las enormes y atronadoras salas recreativas de Taito Game Station o Sega Club de Tokio para darse cuenta de que ¨¦ste es un hobby muy serio en el pa¨ªs del Sol naciente. Mientras en Espa?a el negocio ha quedado pr¨¢cticamente reducido a los casinos electr¨®nicos cuajados de ruletas y tragaperras —en parte, debido al auge de las consolas dom¨¦sticas—, aqu¨ª ocupan varias plantas. Y cada d¨ªa se ven inundadas de oficinistas uniformados que se resisten a volver a casa.
Antes de reunirse con sus familias, muchos parecen encontrar un ¨¢mbito de evasi¨®n m¨¢s amable frente a las m¨¢quinas. "En Occidente, los puntos de fuga muchas veces son sociales —v¨¦ase el ocio nocturno o el f¨²tbol—, pero aqu¨ª tienden a ser m¨¢s individuales", explica la psic¨®loga japonesa Yuriko Takato. "La presi¨®n social es mucho mayor en este pa¨ªs: desde las notas en el colegio hasta la competitividad en el trabajo; de ah¨ª que busquen aislarse. Jugar a las m¨¢quinas se convierte en una manera de conquistar esa individualidad". Para Mercedes G¨®mez Varela, directora de marketing en Espa?a de Konami, uno de los fabricantes m¨¢s importantes en Jap¨®n, "es una simple cuesti¨®n cultural. Los espa?oles tenemos m¨¢s sentido del rid¨ªculo y no nos vemos bailando o tocando la bater¨ªa en p¨²blico".
"En Occidente, las formas de evasi¨®n son sociales, aqu¨ª tienden a la individualidad"
La afici¨®n nipona de gastar dinero por jugar crece gracias a la fabricaci¨®n de aparatos cada vez m¨¢s sofisticados e intuitivos que ofrecen incentivos m¨¢s all¨¢ de ganar a la m¨¢quina o a otra persona. Hoy, casi todas las recreativas est¨¢n hechas para un solo jugador, pero permiten competir online, y los usuarios suelen portar tarjetas de memoria donde almacenan sus logros.
"Yo vengo todos los d¨ªas despu¨¦s del curro a jugar", cuenta Shin Okada, de 34 a?os, que dedica al menos una hora al World clubs championship football, un t¨ªtulo desarrollado por Konami junto con la editorial Panini (s¨ª, la de los cromos de toda la vida). Es lo ¨²ltimo en juegos balomp¨¦dicos. Primero se compran los cromos en una m¨¢quina, sin saber si tocar¨¢ Fernando Torres o un jugador mediocre de la Bundesliga. Las tarjetas se colocan luego sobre un panel que hay frente a la pantalla formando el once inicial deseado. A partir de aqu¨ª, te conviertes en entrenador, y s¨®lo hay que pulsar unos pocos botones para dar ¨®rdenes muy sencillas al equipo (disparar, defender, abrir las bandas?). El aliciente est¨¢ en conseguir los mejores cromos e ir mejorando las estad¨ªsticas de tus jugadores ganando partidos online. Le preguntamos a Okada cu¨¢nto se gasta. Y, avergonzado, responde: "Prefiero no decirlo". Nadie osa confesar que puede llegar a invertir toneladas de yenes. The key of Avalon es un juego de rol y estrategia b¨¦lica similar: ver a los usuarios manejar los cromos a toda velocidad sobre un panel t¨¢ctil recuerda a Tom Cruise manipulando el artilugio de Minority report.
El furor maquinero japon¨¦s tiene otros pilares. Konami instaur¨® la devoci¨®n por los juegos musicales mucho antes que Guitar hero creando recreativas como Drum mania, Dance dance revolution o Guitar freaks. Lejos de aburrir, algunos de estos t¨ªtulos van ya por su decimos¨¦ptima versi¨®n. Es el caso de Beatmania. La idea aqu¨ª es pulsar las siete teclas de un sintetizador y scratchear [rayar] un plato al ritmo de 20 cortes diferentes firmados por artistas de la electr¨®nica nipona, como DJ Taka o Sota Fujimori, que trabajan casi en exclusiva para Konami —lo que no impide que sean superventas en las tiendas de discos.
Los hay pensados exclusivamente para sacudirse el estr¨¦s diario aporreando los mandos a conciencia. Manic panic ghost parece hecha a medida de aquellos que gustan de estampar el mando de la consola cuando pierden. La mec¨¢nica no puede ser m¨¢s simple e intuitiva; funciona con un martillo de pl¨¢stico con el que hay que atizar furiosamente la pantalla para aplastar a los cientos de fantasmitas que van apareciendo. Taiko no tatsujin es otra de las m¨¢s sencillas y divertidas. Consiste en apalear un tambor tradicional taiko con grandes baquetas de madera mientras van apareciendo animaciones de lo m¨¢s alocado. Aqu¨ª s¨ª abundan los dos jugadores: es una actividad obligada para las j¨®venes parejas niponas en sus primeras citas.
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