La primera gran protesta vecinal
Se cumplen 40 a?os de las movilizaciones contra la contaminaci¨®n en Erandio, que se saldaron con dos vecinos muertos en los enfrentamientos con la Polic¨ªa
La noche del 28 de octubre de 1969 marc¨® un hito en la historia reciente del Pa¨ªs Vasco, al convertirse en escenario del germen de las movilizaciones vecinales, cuando la democracia era todav¨ªa un sue?o lejano. El contexto hist¨®rico y la crudeza con la que se desarroll¨® la primera gran protesta ciudadana provocaron que aquella revuelta que explot¨® en el municipio vizca¨ªno de Erandio en pleno franquismo haya quedado grabada a fuego en la memoria colectiva. El hartazgo por la grave contaminaci¨®n atmosf¨¦rica que llevaban a?os padeciendo los residentes de una localidad fuertemente industrializada fue la chispa que prendi¨® un enfrentamiento entre la Polic¨ªa Armada y cientos de vecinos de Erandio, que se atrincheraron en las v¨ªas del ferrocarril que un¨ªa Bilbao y Plentzia y cortaron la carretera de la R¨ªa. La refriega, que tuvo su continuaci¨®n al d¨ªa siguiente en forma de huelga, se sald¨® con dos muertos y decenas de heridos.
La poblaci¨®n ten¨ªa problemas respiratorios y la ropa se quemaba
No se tomaron medidas contra los polic¨ªas que hicieron los disparos
El municipio, que por aquel entonces era un barrio de Bilbao y no un municipio independiente, llevaba a?os soportando las emisiones contaminantes procedentes de empresas radicadas en la zona, como Remetal, Indumetal, Metalqu¨ªmica, Olarra S.A. y Dow Unquinesa -perteneciente al grupo estadounidense Dow Chemical- ; pero tambi¨¦n sufr¨ªa los gases procedentes de Altos Hornos y otras compa?¨ªas sider¨²rgicas y metal¨²rgicas situadas en zonas colindantes. "Era un agujero donde llegaba el humo de todas partes. Hab¨ªa d¨ªas en los que la gente ten¨ªa que ir con un pa?uelo tap¨¢ndose la boca y la nariz porque no se pod¨ªa respirar", rememora Manuel Castrillo, un vecino que particip¨® en las protestas con 19 a?os y recibi¨® un tiro en la pierna. La situaci¨®n era tal que, s¨®lo diez a?os despu¨¦s de estos sucesos, seg¨²n explica Antxon Olabe, consultor ambiental y ecologista de primera hora, el Consejo de Ministros reconoci¨® el ¨¢rea metropolitana de Bilbao como "zona contaminada", calificaci¨®n que no se retir¨® hasta 25 a?os despu¨¦s.
Buena parte de la poblaci¨®n sufr¨ªa problemas respiratorios y la contaminaci¨®n era tan intensa que, tal y como recuerdan los vecinos, la ropa tendida en las ventanas adquir¨ªa un intenso tono amarillento y hasta las medias de las mujeres se "quemaban" si se acercaban demasiado al ¨¢rea industrial.
Pese al malestar generalizado de la poblaci¨®n, las protestas se desataron cuando tom¨® cuerpo un incipiente movimiento de resistencia contra la dictadura en las zonas industriales. De hecho, s¨®lo un a?o despu¨¦s las movilizaciones ciudadanas dar¨ªan un salto cualitativo con el Proceso de Burgos, el juicio sumar¨ªsimo montado por el r¨¦gimen franquista contra 16 miembros de la primera ETA, acusados de participar en los tres asesinatos iniciales de la banda, y que se sald¨® con otras tantas condenas a muerte, luego conmutadas.
En Erandio ya hab¨ªan aflorado s¨ªntomas de malestar y hartazgo entre los trabajadores y sus familias. De hecho, seg¨²n cuenta Castrillo, no era la primera vez que las mujeres, muy preocupadas por la salud de sus hijos, acud¨ªan a la plaza del pueblo a protestar de forma pac¨ªfica, o que los hombres exteriorizaban en las v¨ªas del tren su indignaci¨®n por la falta de medidas contra la contaminaci¨®n atmosf¨¦rica que padec¨ªan. Pero esa noche, sobre las siete de la tarde, prendi¨® la chispa.
"Se volvi¨® a producir una nueva emanaci¨®n de gases nocivos, molestos e insalubres en Erandio. La fumada o nube m¨¢s intensa tuvo media hora de duraci¨®n. Esta repetici¨®n produjo la irritaci¨®n de un sector del vecindario que, formando grupos, sali¨® a la calle a manifestarse en se?al de protesta". As¨ª describe un peri¨®dico local de la ¨¦poca el arranque de los sucesos. Los manifestantes se atrincheraron armados con piedras en las v¨ªas del tren y en la carretera, interrumpiendo la circulaci¨®n durante una hora. Entonces se produjo una "nueva intervenci¨®n de la fuerza p¨²blica para serenar los ¨¢nimos, y ante la imposibilidad de lograrlo, los agentes de la autoridad, que se vieron pr¨¢cticamente acorralados y apedreados por los manifestantes, tuvieron que hacer uso de sus armas, para amedrentar a aqu¨¦llos e imponer el orden", describe otro diario con la ret¨®rica habitual de la ¨¦poca.
Cuatro vecinos y 17 agentes resultaron heridos esa noche. Uno de los civiles era Ant¨®n Fern¨¢ndez. Se asom¨® al balc¨®n de su casa y le alcanz¨® una bala en el cerebro. Estuvo 15 d¨ªas en coma en el hospital de Basurto, donde finalmente muri¨®. "Hubo un agente armado custodi¨¢ndole en la habitaci¨®n todo el rato", recuerda su hija, Conchi, que entonces ten¨ªa 24 a?os.
Al d¨ªa siguiente, se sucedieron nuevos incidentes. Unas 1.500 personas, seg¨²n la prensa local, se echaron a la calle para protestar por los altercados de la v¨ªspera. Los trabajadores de Astilleros Ruiz de Velasco, Celaya, Cemesa, C¨¢ndido Echeand¨ªa y Somme, entre otras empresas, abandonaron sus puestos de trabajo y se manifestaron con sus uniformes laborales puestos. La mayor¨ªa de comercios de Erandio cerr¨® sus puertas todo el d¨ªa. Los integrantes de la marcha volvieron a intentar cortar la carretera de la R¨ªa a su paso por la localidad y tambi¨¦n, de nuevo, el tr¨¢nsito ferroviario.
Los grises volvieron a cargar. Un disparo en el abdomen mat¨® a Josu Murueta. Dos vecinos m¨¢s fueron detenidos por agresi¨®n e insultos a la fuerza p¨²blica y la Polic¨ªa requis¨® la c¨¢mara de fotos de un redactor en pr¨¢cticas de La Gaceta del Norte cuando trataba de documentar los incidentes.
Las dos v¨ªctimas
- Ant¨®n Fern¨¢ndez, de 54 a?os, estaba casado y ten¨ªa dos hijos, Jos¨¦ Manuel y Conchi, y dos nietas. Natural de Erandio, trabajaba como ajustador en la empresa Montajes Sarabia. El Ayuntamiento de Erandio le dedic¨® una calle y hay una placa en Astrabudua que recuerda los incidentes.
- Josu Murueta,, de 31 a?os, estaba casado con Mar¨ªa Pilar y ten¨ªa dos hijas, Idoia y Josune. Bilba¨ªno, trabajaba como tornero en un taller de Astrabudua, donde viv¨ªa. A¨²n llevaba el uniforme de trabajo cuando fue abatido por la Polic¨ªa. El hospital que le atendi¨® llam¨® a su mujer tiempo despu¨¦s para reclamarle el coste de la atenci¨®n sanitaria recibida. Se neg¨® a pagar "por dignidad". Una plaza de Astrabudua y un centro cultural llevan su nombre.
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