La desaparici¨®n del erotismo
PIEDRA DE TOQUE. La exposici¨®n de la Thyssen 'L¨¢grimas de Eros' revela la extraordinaria pobreza del arte er¨®tico contempor¨¢neo. Hacer el amor ya no es un arte. Es un deporte sin riesgo, como correr en la cinta del gimnasio
Hay muchas formas de definir el erotismo, pero tal vez la principal sea llamarlo la desanimalizaci¨®n del amor f¨ªsico, su conversi¨®n, a lo largo del tiempo y gracias al progreso de la libertad y la influencia de la cultura y las artes en la vida privada, de mera satisfacci¨®n de una pulsi¨®n instintiva en un quehacer creativo y compartido que prolonga y sublima el placer f¨ªsico rode¨¢ndolo de rituales y refinamientos que llegan a convertirlo en obra de arte.
Tal vez en ninguna otra actividad se haya ido estableciendo una frontera tan evidente entre lo animal y lo humano como en el dominio del sexo, diferencia que, en un principio, en la noche de los tiempos, no exist¨ªa y confund¨ªa a ambos en un acoplamiento carnal sin misterio, sin gracia, sin sutileza y sin amor. La humanizaci¨®n de la vida de hombres y mujeres es un largo proceso en el que intervienen el avance de los conocimientos cient¨ªficos, las ideas filos¨®ficas y religiosas, el desarrollo de las artes y las letras y en esa trayectoria nada se enriquece m¨¢s ni cambia tanto como la vida sexual. ?sta ha sido siempre un fermento ¨ªgneo de la creaci¨®n art¨ªstica y literaria y, rec¨ªprocamente, pintura, literatura, m¨²sica, escultura, danza, todas las manifestaciones art¨ªsticas de la imaginaci¨®n humana han contribuido al enriquecimiento del placer a trav¨¦s de la pr¨¢ctica sexual. Por eso, no es abusivo decir que el erotismo representa un momento elevado de la civilizaci¨®n y es uno de sus ingredientes determinantes. Para saber cu¨¢n primitiva es una comunidad o cu¨¢nto ha avanzado en su proceso civilizador nada tan ¨²til, rompiendo sus secretos de alcoba, que averiguar c¨®mo hace el amor.
El erotismo no es tanto un hecho en s¨ª, una entidad aislada, sino m¨¢s bien una mirada
La religi¨®n sirvi¨® de aguij¨®n al vuelo creativo y, tambi¨¦n, de coartada para sortear la censura eclesi¨¢stica
El erotismo, sin embargo, no s¨®lo tiene esa funci¨®n positiva y ennoblecedora de embellecer el placer f¨ªsico y abrir un amplio espectro de sugestiones y posibilidades que permitan a los seres humanos satisfacer sus particulares deseos y fantas¨ªas. Es tambi¨¦n un quehacer que saca a flote aquellos fantasmas escondidos en la irracionalidad que son de ¨ªndole destructiva y mort¨ªfera. Freud los llam¨® la vocaci¨®n tan¨¢tica, que se disputa con el instinto vital y creativo -el Eros- la condici¨®n humana. Librados a s¨ª mismos, sin freno alguno, aquellos monstruos del inconsciente que asoman y piden derecho de ciudad en la vida sexual si no son frenados de alg¨²n modo podr¨ªan acarrear la desaparici¨®n de la especie. Por eso el erotismo no s¨®lo encuentra en la prohibici¨®n un acicate voluptuoso, tambi¨¦n un l¨ªmite violado el cual se vuelve sufrimiento y muerte.
Nadie ha estudiado con m¨¢s lucidez que Georges Bataille este aspecto dual -vida y muerte, placer y dolor, creaci¨®n y destrucci¨®n- del erotismo y por eso ha hecho bien Guillermo Solana poniendo de t¨ªtulo a la exposici¨®n que ha organizado en los locales del Museo Thyssen y Caja Madrid el que dio el gran ensayista franc¨¦s al ¨²ltimo libro que public¨® en vida: L¨¢grimas de Eros. Se trata de una excelente muestra que con unos 120 cuadros, esculturas, fotograf¨ªas y v¨ªdeos ilustra la variedad tem¨¢tica y la excelencia formal que ha llegado a alcanzar la experiencia sexual en sus mejores expresiones art¨ªsticas. El asunto es tan vasto que una exposici¨®n de arte er¨®tico s¨®lo puede aspirar a ser la punta del iceberg, pero, en este caso, la antolog¨ªa ha sido elegida con la sabidur¨ªa y el buen gusto necesarios para dar al espectador una idea clara de la exuberancia ilimitada de que ella es apenas un indicio.
Una de las ense?anzas m¨¢s flagrantes que se desprende de la exposici¨®n es que el erotismo no es tanto un hecho en s¨ª, una entidad aislada y diferenciada de otras, sino m¨¢s bien una mirada, una elecci¨®n subjetiva, una pasi¨®n o una man¨ªa que se proyectan sobre todo lo existente, erotizando a veces cosas que parecer¨ªan serle totalmente ajenas y hasta ¨ªrritas, como la religi¨®n. Es natural y obligatorio que la antig¨¹edad pagana, con su amoralismo, haya sido una fecunda inspiradora de pintura y escultura er¨®ticas -tambi¨¦n lo ha sido de literatura- y que temas como el nacimiento de Venus, las esfinges y las sirenas, Apolo y Jacinto, Andr¨®mada encadenada y Endimi¨®n dormido -salas de la exposici¨®n- hayan incitado a grandes artistas y debamos a ello un buen n¨²mero de obras maestras. Pero no menos estimulante para la fantas¨ªa er¨®tica lo ha sido el cristianismo, desde Eva y la serpiente, un tema recurrente a extremos de enloquecimiento de centenares de pintores, hasta la Magdalena, la pecadora arrepentida y penitente cuyas formas desnudas, ampulosas o g¨®ticas, son uno de los ¨ªconos del imaginario er¨®tico en todas las ¨¦pocas y para todas las escuelas. Y qu¨¦ decir del martirio de San Sebasti¨¢n y de las tentaciones de San Antonio en el desierto que a su vez han tentado a una numerosa genealog¨ªa de artistas que van de Brueghel a Picasso y Saura, pasando por Jan Wellens de Cock (su peque?o cuadro es uno de los m¨¢s memorables de la muestra) y Paul C¨¦zanne.
La religi¨®n sirvi¨® de aguij¨®n al vuelo creativo y, tambi¨¦n, de coartada para sortear la censura eclesi¨¢stica. Si la exhibici¨®n de las formas desnudas de hombres y mujeres del com¨²n en nombre de la estricta belleza era censurable, no lo era tanto si quien exhib¨ªa sus pechos, muslos, nalgas y hasta el vello p¨²bico y los ¨®rganos sexuales eran el mism¨ªsimo Redentor o una santa o un santo. De esta estrategia se valieron para saturar sus murales y lienzos de desnudos y discreta o descarada concupiscencia pintores tan respetados por el establecimiento y la jerarqu¨ªa como un Rubens, un Ingres, un Rodin o un Gustave Dor¨¦.
Otra curiosa conclusi¨®n algo deprimente se desprende de L¨¢grimas de Eros, por cierto profetizada tambi¨¦n por el propio Bataille. La desaparici¨®n de frenos y censuras, la permisividad total en el campo amoroso, en lugar de enriquecer el amor f¨ªsico y elevarlo a planos superiores de elegancia, exquisitez y creatividad, lo banaliza, vulgariza y, en cierto modo, lo regresa a aquellos remotos tiempos de los primeros ancestros, cuando consist¨ªa apenas en el desfogue de un instinto animal. Un testimonio de ello es la extraordinaria pobreza del arte er¨®tico contempor¨¢neo que Guillermo Solano, pese a sus esfuerzos en la selecci¨®n de obras para la muestra, no ha podido disimular. Es verdad que un Picasso o un Delvaux elevan considerablemente el promedio, pero la mayor¨ªa de las pinturas, v¨ªdeos o esculturas de artistas modernos representados son de una indigencia imaginativa lastimosa cuando no de una triste idiotez. Pasar del Endimi¨®n dormido de Antonio Canova al v¨ªdeo David, de Sam Taylor-Wood en el que vemos al futbolista David Robert Joseph Beckham durmiendo beat¨ªficamente apoyado en su diestra, no s¨®lo es un anticl¨ªmax sino un salto dial¨¦ctico del arte genuino al arte fr¨ªvolo (o la simple tonter¨ªa).
Este abaratamiento y degradaci¨®n del erotismo en nuestros d¨ªas es, vaya paradoja, consecuencia de una de las grandes conquistas de la libertad que ha experimentado el mundo occidental: la permisividad sexual, la tolerancia para pr¨¢cticas y fantas¨ªas que anta?o merec¨ªan el rechazo de la moral imperante y eran objeto de condena social y castigo judicial. Al desaparecer la prohibici¨®n desapareci¨® tambi¨¦n la transgresi¨®n, aquel aura temeraria, la sensaci¨®n de violentar un tab¨², de pecar, que condiment¨® la pr¨¢ctica del erotismo en el pasado y que atiz¨® tanto la invenci¨®n literaria y art¨ªstica. Para la experiencia com¨²n de las gentes, que la vida sexual haya migrado de la existencia clandestina que ten¨ªa a la luz de la plaza p¨²blica (o poco menos) y que ahora el "erotismo" sea un ingrediente privilegiado de la publicidad comercial (la Eva y la serpiente fotografiada por Richard Avedon con Nastassja Kinski y el boa constrictor que la abraza son un ejemplo de lo que quiero decir) y de los avisos econ¨®micos en los diarios con que las prostitutas atraen clientes, significa pura y simplemente que el erotismo ya no existe, que pas¨® a ser caricatura y esperpento de lo que fue.
?Es bueno o malo que haya ocurrido as¨ª? En t¨¦rminos sociales, bueno, sin la menor duda. La vigencia de prejuicios, prohibiciones y censuras trajo consigo atropellos, abusos, discriminaci¨®n y sufrimiento para muchos (en este caso, sobre todo, para las mujeres y las minor¨ªas sexuales). Pero desde el punto de vista de las bellas artes y de la literatura ha significado que el placer f¨ªsico se volvi¨® un tema anodino y convencional, semejante al paisajismo, el retrato de caballete, las marinas o las odas patri¨®ticas. Hacer el amor ya no es un arte. Es un deporte sin riesgo, como correr en la cinta del gimnasio o pedalear en la bicicleta est¨¢tica.
? Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados a Ediciones EL PA?S, SL, 2009. ? Mario Vargas Llosa, 2009.
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