Trileros
?D¨®nde est¨¢ la bolita? Sobre la mesa, un cubilete verde, otro rojo, otro azul. Unos dedos los barajan, desliz¨¢ndolos a toda velocidad ante la desprevenida mirada del tonto de turno. ?D¨®nde est¨¢ la bolita, en ¨¦ste, en ¨¦se, en aqu¨¦l? Est¨¢ en la mano del trilero, bien apretada entre la base del dedo pulgar y el canto de la palma. Elija el color que elija, usted siempre perder¨¢. Y ¨¦l ganar¨¢ siempre.
Eso fue lo que vi cuando D¨ªaz Ferr¨¢n le explic¨® a un ciudadano domesticado por qu¨¦ los empresarios no eran partidarios del abaratamiento del despido. Antes bien, precis¨®, aspiran a acabar con los contratos temporales, cuyas v¨ªctimas cobran una indemnizaci¨®n de ocho d¨ªas por a?o trabajado, para que todos sean fijos y cobren 20 cuando los echen a la calle. ?D¨®nde est¨¢ la bolita? Hoy, los trabajadores con contrato indefinido cobran 45 d¨ªas por a?o. ?En el cubilete verde, en el rojo, en el azul? La indemnizaci¨®n correspondiente a los 25 d¨ªas de los que no dijo ni mu, los llevaba en la mano, escondidos entre la base del pulgar y el canto de la palma.
Y eso no fue nada en comparaci¨®n con el g¨¦lido delirio de cinismo, formulado en un tierno tono de caridad cristiana y ¨®ptimas intenciones, que le llev¨® a proclamar que, mire usted, no hay que buscar culpables de la crisis econ¨®mica. T¨®cate las narices, a?ado yo. Y nada m¨¢s, porque ah¨ª fue cuando me qued¨¦ sin palabras. Comprend¨ª, a cambio, por qu¨¦ Aguirre se atreve a promover a la presidencia de Caja Madrid a un individuo tan carente de formaci¨®n te¨®rica como de experiencia pr¨¢ctica para desempe?ar semejante cargo. Si usted mete la pata en su trabajo, le despedir¨¢n pag¨¢ndole, con suerte, 20 d¨ªas por a?o trabajado. Para justificar los estropicios de Gonz¨¢lez, siempre habr¨¢ un trilero dispuesto a colocar tres cubiletes y una bolita sobre una mesa plegable.
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