"Yo ya me he convertido en un s¨ªmbolo"
La ma?ana es plomiza, oto?al. Llueve en Par¨ªs e Irina Bokova se presenta en el caf¨¦ envuelta en una gabardina verde militar y un elegante chal de colores vivos. El local, vac¨ªo a las nueve y media de la ma?ana, se encuentra cerca de su residencia de embajadora b¨²lgara en Francia. No hay tiempo para ir m¨¢s lejos.
Desde el 29 de septiembre, esta mujer de 58 a?os, delgada y rubia, es la directora general de la Organizaci¨®n de las Naciones Unidas para la Educaci¨®n, la Ciencia y la Cultura (Unesco), con sede en Par¨ªs, y su vida ha entrado en una espiral absorbente. Es la primera vez que la instituci¨®n elige como cabeza visible a una mujer y a un dirigente de los antiguos pa¨ªses comunistas. "Con respecto a lo primero, es una se?al. He recibido cientos de mensajes de mujeres dici¨¦ndome que est¨¢n orgullosas. Eso indica que a¨²n faltan etapas que cumplir para las mujeres. A veces, todav¨ªa veo falta de ambici¨®n. Con respecto a lo segundo, significa la plena integraci¨®n de este tipo de pa¨ªses, que han sabido adaptarse, transformarse".
Nacida en un pa¨ªs del Este de Europa, es la primera mujer al frente de la Unesco
Pide un caf¨¦ cr¨¨me y un cruas¨¢n. Habla perfectamente b¨²lgaro, ruso, ingl¨¦s, franc¨¦s y espa?ol. "Siempre me encant¨® la cultura latinoamericana. Y en mi juventud me interes¨® sobre todo el Chile de Allende", explica. Esta mujer contenida recuerda con emoci¨®n la ca¨ªda del Muro de Berl¨ªn en noviembre de 1989, el final del comunismo: "Acababa de volver del extranjero, y not¨¦ que en seis meses que hab¨ªa estado fuera, mi pa¨ªs se hab¨ªa transformado: la reforma era imparable. ?ramos m¨¢s j¨®venes, yo ten¨ªa 38 a?os, y ve¨ªamos que todo era posible".
?Qu¨¦ queda de los reg¨ªmenes comunistas? "Tal vez cierta conciencia social. Pero eso es el pasado, lo que importa es el futuro", zanja con una sonrisa. Naci¨® en Sof¨ªa, estudi¨® en Mosc¨², residi¨® en Estados Unidos, fue secretaria de Estado y ministra de Asuntos Exteriores de Bulgaria durante algunos meses. Desde 2005 ha sido embajadora b¨²lgara en Francia, cargo al que renunciar¨¢ en breve.
No part¨ªa como favorita para dirigir la Unesco. Hubo que celebrar cuatro re?idas votaciones en cuatro d¨ªas, se presentaron cinco candidatos y participaron delegados de m¨¢s de 150 pa¨ªses. La diplomacia influ¨ªa en cada voto. Se cumplieron viejas promesas de jefes de Estado, se arreglaron tratos a ¨²ltima hora...
Al final, Bokova se impuso al candidato por el que todos apostaban, el pol¨¦mico pol¨ªtico egipcio Farouk Hosni. Ella lo explica con una calma muy de embajadora: "Sab¨ªamos que ¨ªbamos a ganar. Si no, no nos habr¨ªamos presentado. Durante un a?o visit¨¦ 47 pa¨ªses". ?Y c¨®mo fueron esos cuatro d¨ªas fren¨¦ticos de negociaciones? "Oh, eso pertenece al pasado, y hay que mirar al futuro", responde.
Dice estar decidida a impulsar la instituci¨®n, un tanto paquid¨¦rmica y adormecida. "Tenemos que convertir la Unesco en una suerte de conciencia de la humanidad. Nuestra labor es fortalecer el humanismo, la dignidad, el di¨¢logo. Es mi ambici¨®n". ?Y qu¨¦ papel desempe?a en eso el director general? "Yo ya me he convertido en un s¨ªmbolo", dice sin petulancia.
Ama la m¨²sica, toca el piano, le gusta la arqueolog¨ªa y cuando era estudiante le apasionaban las novelas de ciencia-ficci¨®n con trasfondo moral: Ray Bradbury, Stanislaw Lem... Ahora ya no. Para leer en su casa, se olvida de ese futuro al que alude constantemente, y se sumerge en los libros de historia.
![Bokova cree que del comunismo queda cierta conciencia social.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/VHS7FZ6UKZ6AS3JVO532W6XA3I.jpg?auth=c495bf8edfc2744ce0ac4db5ff554b6b6dfa5eb6bd30629804d198a20f126d76&width=414)
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