Esto s¨ª es cine, adem¨¢s espa?ol
El g¨¦nero de c¨¢rceles tiene un atractivo enorme para los que nunca las hemos padecido, al encontrarnos con gente torva en situaciones l¨ªmite, con villanos desesperados que van a jugarse lo poco o nada que les queda para vencer a sus secuestradores legales, para dar la reivindicativa y casi siempre sangrienta bronca, para conseguir escapar. Es uno de los escenarios favoritos del cine de acci¨®n, puede mostrar el luminoso anverso y el temible reverso de los que han transgredido las leyes (est¨¢n excluidos en esa narrativa que aspira a exaltarte los grandes tiburones, los banqueros, los g¨¢nsteres disfrazados de ejecutivos, los l¨ªderes pol¨ªticos, los delincuentes de lujo, los que nunca pisan las c¨¢rceles y si excepcionalmente lo hacen saben que obedece a un pacto inocuo, a un simulacro del orden para calmar el revuelo social), ya que por muy ingenuos que seamos la complicidad del espectador s¨®lo puede identificarse con el marginal, el solitario, el que juega en desventaja, el m¨¢s d¨¦bil aunque sea muy fuerte.
CELDA 211
Direcci¨®n: Daniel Monz¨®n.
Int¨¦rpretes: Luis Tosar, Alberto Ammann, Antonio Resines, Marta Etura, Carlos Bardem, Vicente Romero.
G¨¦nero: thriller. Espa?a, 2009. Duraci¨®n: 111 minutos.
Luis Tosar revela zonas de luz en un fulano tenebroso, clavando el gesto
La primera secuencia de Celda 211 te avisa, como en Grupo salvaje, de que esto va en serio, de que va a hablar de fronterizos en situaci¨®n t¨¦trica. Te obliga a cerrar los ojos. La segunda, que ejerce de pr¨®logo expositivo, es horrorosa, con actores que recitan con tonillo presuntamente natural pero vergonzantemente falso lo que ocurre en esa c¨¢rcel. En la tercera aparece un cr¨¢neo afeitado y unos andares intimidantes. Se hace llamar Malamadre, es el jefe de los malos, no es el individualista ¨¦pico que interpreta Eastwood en Fuga de Alcatraz ni el tenebrosamente l¨ªrico y maquiav¨¦lico Hannibal Lecter, ni el cerebral profesional de la resistencia que encarna Tim Robbins en Cadena perpetua. Es un macarra resolutivo y de voz cavernosa, un hijoputa que te obligar¨ªa a salir corriendo si divisaras su sombra en la calle, el gen¨¦tico rey de una selva eterna, con salida sellada. Desde ese momento sabes que todo lo que diga, haga o sienta ese personaje te lo vas a creer, que has entrado en el campo magn¨¦tico de un personaje con cuerpo y alma, con naturalismo y matices, siniestro y conmovedor, h¨¦roe y malvado, letal y legal, retorcido y di¨¢fano, superviviente y guerrero, esencialmente tr¨¢gico, un fulano del que no vas a poder apartar los ojos y los o¨ªdos cada vez que aparezca, que te har¨¢ sentir miedo y compasi¨®n, que sabes que s¨®lo puede perder aunque aterre provisionalmente al sistema, capaz de barbarie pero con c¨®digos de honor, volc¨¢nico y secreto, l¨ªder y v¨ªctima, alguien que te impresiona, del que te preocupa su suerte, que va a dejar poso imborrable en tu memoria.
Daniel Monz¨®n narra admirablemente con pulso, nervio, ritmo, suspense y complejidad emocional esta historia de perdedores ¨¦picos, de guardianes de la ley que descubren con miedo, pasmo y sangre que la vida puede colocarte al otro lado. Hay un giro excepcional en el gui¨®n al plantear que los asesinos desclasados pueden utilizar como rehenes pol¨ªticos a los asesinos patri¨®ticos. Hay di¨¢logos para quitarse el sombrero. Es una pel¨ªcula con eso tan dif¨ªcil de lograr llamado atm¨®sfera, con gente que te va a implicar en lo que les ocurre.
Tambi¨¦n existen lastres en este cine ejemplar que le impiden alcanzar la condici¨®n de obra maestra. Sobran los flash-backs sobre la vida familiar del guardi¨¢n que se transform¨® en presa, sobra la manifestaci¨®n de los familiares de los presos, sobran algunos actores sonrojantes. Lo ¨²ltimo es preocupante en una pel¨ªcula con personajes que s¨®lo funcionan si te los crees. Y resultan mod¨¦licos el sinuoso Mor¨®n, el violento Resines, el maquiav¨¦lico buscavidas Carlos Bardem o Luis Zahera, un individuo con gorra, gesto amenazante y voz convulsa que parece interpretarse a s¨ª mismo, esos presos que desprenden realismo. Son el complemento ideal para una interpretaci¨®n prodigiosa. La de Luis Tosar. Desde fuera y desde dentro, acojonando y enterneciendo, revel¨¢ndote zonas de luz en un fulano tenebroso, clavando el gesto y la palabra. S¨®lo lamentas que no aparezca en todos los planos. Yo pensaba que era un actor tan eficaz como lineal, intensamente taciturno. Prejuicio borrado. Lo que hace aqu¨ª es magn¨¦tico, sutil, veraz y emocionante. Para enmarcar.
Babelia
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