Lo que los ni?os del rural saben y no les sirve para aprobar
Un estudio muestra la mayor tasa de abandono escolar en ni?os del campo
Ni siquiera el profesor sab¨ªa lo que quer¨ªa decir la palabra badil. S¨®lo tres alumnas conoc¨ªan su significado. No eran las m¨¢s brillantes ni las m¨¢s empollonas. Pero ten¨ªan algo en com¨²n: las tres proced¨ªan de ¨¢mbitos rurales. Y no fue una casualidad. Es muy frecuente que los estudiantes hijos de familias campesinas tengan mayor riqueza de vocabulario que quienes proceden de la ciudad. Lo ha comprobado el doctor Santiago Prado Conde quien, en una tesis doctoral, tambi¨¦n constat¨® la mayor tasa de abandono de los estudiantes de pueblos y aldeas. De este, entre otros problemas, se hablar¨¢ entre hoy y ma?ana en Boimorto (A Coru?a), dentro del IV Encontro de debate sobre a educaci¨®n no medio rural.
Los estudiantes urbanos suelen tener un vocabulario mucho m¨¢s pobre
Prado llev¨® a cabo su estudio en Melide, donde naci¨®. Una de sus conclusiones es que en la escuela se desaprovechan los conocimientos que los alumnos atesoran fuera del ¨¢mbito urbano; eso tiene parte de la culpa de esas tasas de abandono. "En la escuela se suele evaluar m¨¢s la comunicaci¨®n escrita que la oral. Si no se sabe canalizar la riqueza de vocabulario hacia los textos, es probable que todos esos conocimientos no le sirvan de nada al ni?o", explica el doctor como ejemplo del desaprovechamiento de las competencias de los alumnos del rural.
En la investigaci¨®n se encontr¨® con otra an¨¦cdota significativa. Seleccion¨® a 70 alumnos hijos de campesinos e hizo con ellos una excursi¨®n a un instituto de ciclos formativos relacionados con el mundo agrario. "A la hora de comer estuve a solas con los profesores del centro. Me dijeron: 'C¨®mo se nota que has tra¨ªdo a los mejores'. Se quedaron muy sorprendidos cuando les dije que de los 70 s¨®lo uno no hab¨ªa repetido ning¨²n curso", explica Prado. Los que en el aula eran considerados malos estudiantes, poco atentos, desinteresados, se convirtieron en ni?os participativos y brillantes. "Hay que buscar la f¨®rmula de canalizar eso", repite el doctor de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona.
A la vez que se lucha para potenciar las fortalezas, es necesario trabajar para contrarrestar debilidades. En una l¨ªnea parecida a la de Prado, el pedagogo Xos¨¦ Ramos Rodr¨ªguez ha encontrado algunas, como la brecha digital que todav¨ªa existe entre el mundo rural y el urbano. A la hora de usar el aprendizaje por tareas -ense?ar a trav¨¦s de actividades en vez de memorizar textos-, los ni?os del campo cuentan con la ventaja de tener una mayor familiaridad con lo que les rodea. Pero tambi¨¦n necesitan acudir a fuentes de informaci¨®n. "Hoy por hoy, la principal es Internet, una herramienta que habitualmente disfrutan menos", explica. Tambi¨¦n asegura que es m¨¢s dif¨ªcil para los alumnos del campo ejecutar trabajos en grupo fuera del aula por el d¨¦ficit de las comunicaciones y del transporte p¨²blico.
Concienciar a los profesores rurales de las fortalezas y las debilidades de estos alumnos es una de las claves para aprovechar unas y vencer otras. Ramos afirma que la mayor¨ªa de los docentes de las escuelas rurales viven en ciudades. "Les cuesta m¨¢s trabajo plantear tareas que se adapten a sus estudiantes y tienen que hacer un esfuerzo de adaptaci¨®n porque no es lo que viven cotidianamente", dice.
Muchos urbanitas pueden estar pregunt¨¢ndose qu¨¦ significa la palabra badil. Seg¨²n el diccionario de la Real Academia Espa?ola es una "paleta de hierro o de otro metal, para mover y recoger la lumbre en las chimeneas y braseros". Probablemente hay ni?os del campo que s¨ª lo sab¨ªan.
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