La batalla, ahora, es por el gas
La seguridad energ¨¦tica se ha convertido en una prioridad de Varsovia, que mira con recelo los planes de la rusa Gazprom
![Cristina Galindo](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F631efc54-58c6-4024-ba01-9477c207042a.jpg?auth=96cd6923f5d0e6546520b324e0164774b71c72f82abab457e2a3092f5ec12c20&width=100&height=100&smart=true)
El despliegue de un gasoducto de 1.200 kil¨®metros que llegar¨¢ directamente desde Rusia, a trav¨¦s de las fr¨ªas aguas del mar B¨¢ltico, hasta Alemania ha agitado viejos temores en Polonia. "Hasta ahora nuestro seguro era que todo el gas que iba a Occidente pasaba por nuestro territorio o por otros pa¨ªses del este de Europa", afirma Jacek Kucharczyk, director del Instituto de Asuntos P¨²blicos en Varsovia. Con Nord Stream, que previsiblemente comenzar¨¢ a construirse el pr¨®ximo a?o, todo va a cambiar.
Con el historial de Gazprom -el monopolio ruso del gas y principal impulsor del nuevo gasoducto, junto a Alemania- en la utilizaci¨®n de la energ¨ªa como arma, los expertos afirman que no es de extra?ar la inquietud que el proyecto genera en Polonia. "Nadie niega que Nord Stream es una mala noticia para nosotros", a?ade Kucharczyk. "Preocupa sobre todo qu¨¦ suceder¨¢ con Bielorrusia y Ucrania, que ya han tenido cortes de suministro; si Mosc¨² deja a esos pa¨ªses sin gas por los motivos que sean, se crear¨¢ una inestabilidad en la zona que no interesa ni a Polonia ni a nadie".
Los astilleros de Gdansk, cuna de Solidaridad, sufren una profunda crisis
Mosc¨² ha cortado el suministro de gas 55 veces desde la ca¨ªda de la URSS
La predisposici¨®n polaca hacia EE UU ha disminuido en los ¨²ltimos a?os
La guerra del gas del invierno pasado, que enfrent¨® a Mosc¨² y Kiev, y dej¨® sin calefacci¨®n a varios pa¨ªses europeos, dej¨® claro c¨®mo un problema en la parte m¨¢s oriental de Europa puede afectar a la Uni¨®n. La presi¨®n ejercida entonces por Occidente forz¨® un acuerdo de paz entre Rusia y Ucrania. Pero la cuesti¨®n es si la presi¨®n ser¨¢ la misma cuando Gazprom pueda cortar el gas de forma selectiva a las d¨¦biles rep¨²blicas ex sovi¨¦ticas.
Los temores no son infundados. Desde la ca¨ªda de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, se han registrado al menos 55 cortes de suministro por motivos pol¨ªticos, seg¨²n un reciente informe del FOI, un instituto de investigaci¨®n vinculado al Ministerio de Defensa de Suecia. "Para nosotros
[el proyecto Nord Stream] no es una diversificaci¨®n, porque el gas seguir¨¢ viniendo de Rusia. Nabucco [otro gasoducto promovido por la UE] es, en cambio, interesante. Hay que traer tambi¨¦n gas y petr¨®leo de Asia Central", afirma Grazyna Bernatowicz, subsecretaria de Estado en el Ministerio de Exteriores polaco.
"Ni Alemania ni Rusia han explicado claramente las razones del proyecto; buscan diversificar, dicen, pero el gas seguir¨¢ siendo de Gazprom y, adem¨¢s, construir un gasoducto bajo el mar es cuatro o cinco veces m¨¢s caro que hacerlo bajo tierra, en territorio polaco, por ejemplo", afirma Leszek Jesien, experto del Instituto Polaco de Asuntos Internacionales, para justificar las suspicacias.
Para otros no hay motivo para la alarma. "Rusia es la primera interesada en vender su gas, porque es su principal fuente de ingresos", puntualiza Adam Jasser, del instituto Demos Europa. El 30% del gas que consume Europa es ruso. En el caso de Polonia, que se abastece a trav¨¦s de dos gasoductos (uno pasa por Bielorrusia y el otro por Ucrania), el porcentaje ronda el 60%, aunque hay que tener en cuenta que el 50% del consumo total de energ¨ªa del pa¨ªs est¨¢ cubierto por el carb¨®n. "La percepci¨®n de Rusia como una amenaza est¨¢ a la baja en Polonia y el pa¨ªs empieza a preocuparse por otras cosas, como el crecimiento econ¨®mico", a?ade Jasser.
La seguridad energ¨¦tica se ha convertido en una de las prioridades de la pol¨ªtica exterior de Polonia que, seg¨²n los expertos, se encuentra en su mejor posici¨®n estrat¨¦gica de los ¨²ltimos 300 a?os y se ha convertido en uno de los l¨ªderes regionales. Dos d¨¦cadas despu¨¦s de la ca¨ªda del comunismo, el pa¨ªs ha conseguido sus dos grandes objetivos: entrar en la OTAN (hace 10 a?os) y en la Uni¨®n Europea, en mayo de 2004.
"Queremos ser un miembro activo de la Alianza y de la UE. Estamos entre los seis grandes pa¨ªses de la Uni¨®n, pero nuestro objetivo no es ser una potencia regional, porque comprendemos los intereses de pa¨ªses m¨¢s peque?os y de pa¨ªses de nuestra regi¨®n", afirma la subsecretaria de Estado.
Al Gobierno polaco no parece molestarle, al menos en p¨²blico, el cambio de planes de la nueva Administraci¨®n de Barack Obama con relaci¨®n al sistema de defensa de misiles en Europa, y el acercamiento de Washington a Mosc¨². Polonia iba a albergar en su territorio una parte del llamado escudo antimisiles, un proyecto que rechazaba Rusia, pero Washington ha cambiado de planes y ha propuesto una nueva versi¨®n, que el Ejecutivo polaco est¨¢ analizando ahora. La prensa polaca interpret¨® en su d¨ªa este cambio como una traici¨®n a Varsovia.
En realidad, el pol¨¦mico escudo parece interesar cada vez menos a los ciudadanos de a pie. "Desde hace a?os, se aprecia una clara ca¨ªda en la predisposici¨®n hacia los estadounidenses", afirma Beata Wojna, tambi¨¦n del Instituto Polaco de Asuntos Internacionales. Seg¨²n un reciente estudio de la Fundaci¨®n German Marshall, un 62% de los polacos aprobaba la pol¨ªtica internacional de Washington en 2002. Dos a?os despu¨¦s, el porcentaje bajaba hasta el 42%.
Otro dato: en 2002, un 64% de los polacos deseaban un liderazgo fuerte de Estados Unidos; en 2008 el porcentaje se hab¨ªa desplomado hasta el 35%. Mientras en 2003 Polonia mand¨® tropas a la guerra de Irak con la coalici¨®n liderada por Washington, hoy pocos creen que el Gobierno volver¨ªa a mandar soldados fuera del marco de la OTAN.
![Un barco en construcci¨®n en los astilleros polacos de Gdansk, en mayo.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/PFXBBYBC4UTXWFJ5ZHZPS5VIY4.jpg?auth=50fa4a06e92f833391fd611155faf83d052a6e1704e1bb3ebbbd2a83322200d2&width=414)
"Todo lo del oeste ten¨ªa otra pinta"
Cuando cay¨® el muro de Berl¨ªn, el 9 de noviembre de 1989, Michal Banasiak ten¨ªa 13 a?os. "De la ¨¦poca del comunismo me acuerdo de las largas colas que hab¨ªa que hacer para conseguir una televisi¨®n; de que durante semanas no hab¨ªa camisetas en la tienda y, al d¨ªa siguiente, tra¨ªan cien del mismo modelo y sal¨ªamos todos con la misma; de que coleccion¨¢bamos las cajetillas duras de cigarrillos, porque aqu¨ª casi siempre eran de paquete blando, y tambi¨¦n me acuerdo de que no hab¨ªa yogures envasados", explica Banasiak, que en la actualidad es jefe del Departamento de Investigaci¨®n de la Escuela de Humanidades y Ciencias Sociales de Varsovia.
Para la mayor¨ªa de los j¨®venes polacos de su generaci¨®n, que eran unos ni?os hace 20 a?os, y de las siguientes, formadas por chicos y chicas que ni siquiera hab¨ªan nacido, lo que signific¨® la ca¨ªda del tel¨®n de acero y los cambios que provoc¨® forman parte sobre todo del pasado de sus padres o de sus abuelos, que sufrieron de cerca el totalitarismo, la censura y la falta de libertad del r¨¦gimen comunista.
Polonia empez¨® a cambiar antes de que cayera el Muro. El pa¨ªs celebr¨® sus primeras elecciones democr¨¢ticas unos meses antes, en junio, gracias al empuje del movimiento Solidaridad. La transformaci¨®n de una econom¨ªa planificada a una de libre mercado fue dura, pero r¨¢pida. "Todo lo del oeste ten¨ªa otra pinta; como de nuevo y colorido", cuenta Banasiak.
En cambio, Alicja Fijalkowska, de 22 a?os, no se acuerda de nada. "Lo que s¨ª s¨¦ es que el papa Juan Pablo II fue muy importante para nosotros y que, a partir de 1989, se pudo volver a ir a la iglesia sin esconderse", a?ade. Al contrario de lo que ocurri¨® en otros pa¨ªses, el r¨¦gimen comunista no consigui¨® que la cat¨®lica Polonia perdiera su fe.
Las que s¨ª que se acuerdan de todo son Kazimiera Wawrzynowicz, de 80 a?os, y Janina Grochowska, de 73 a?os. "La ca¨ªda del comunismo supuso para nosotros poder recuperar la libertad", afirma la primera. "Ahora a los j¨®venes no les falta de nada, aunque sufren el paro, claro", a?ade la segunda.
Mientras tanto, los s¨ªmbolos de aquella transici¨®n est¨¢n en declive, empezando por los astilleros de Gdansk, cuna de Solidaridad, que atraviesan una profunda crisis. Tambi¨¦n se ha ido a pique la unidad de aquel movimiento que acab¨® con el r¨¦gimen; ahora la clase pol¨ªtica est¨¢ fuertemente dividida. La joven Alicja Fijalkowska le resta importancia: "Los puntos de vista contrarios son se?al de democracia, y eso es bueno".
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