Sin encinas

Basta con atravesar cualquier encinar del centro o el sur peninsular para darse cuenta de que, por primera vez, han aparecido encinas marrones, como si una mutaci¨®n las hubiera convertido en ¨¢rboles de hoja caduca. Las encinas se est¨¢n secando. Y lo peor es que no es s¨®lo la sequ¨ªa lo que las mata, sino al parecer un hongo procedente de Australia llamado Phytophthora, que est¨¢ arrasando el bosque mediterr¨¢neo.

Me parece incre¨ªble que con todo el espacio informativo que tienen los culebrones de nuestros partidos pol¨ªticos, por no mencionar el f¨²tbol, no haya ni una sola palabra para nuestras encinas en ning¨²n medio de tirada nacional. Con este vac¨ªo informativo, las autoridades regionales y locales sueltan lindezas del tipo: "No podemos hacer nada porque las encinas no se pueden regar". Nuestro pa¨ªs necesita que este problema se ataque ya en toda su magnitud, porque las encinas son nuestra identidad.

A aqu¨¦llos que no aprecien el tesoro que representan nuestros bosques, que piensen al menos en el jam¨®n de bellota, pero que se haga algo pronto. Con suerte, alg¨²n medio de comunicaci¨®n se dignar¨¢ a denunciar esta tragedia ecol¨®gica antes de que ya no queden encinas ni robles sanos.