Disputas hernandianas
Cada cierto tiempo, las discusiones por el legado de Miguel Hern¨¢ndez -sus papeles y diferentes objetos personales- vuelven a la actualidad. En esta ocasi¨®n, la disputa amenaza con ensombrecer los actos del centenario del nacimiento del poeta previstos para el pr¨®ximo a?o. El litigio se produce, adem¨¢s, cuando las diferentes instituciones que intervendr¨¢n en la celebraci¨®n hab¨ªan logrado ponerse de acuerdo, lo que no resultaba sencillo por cuestiones ideol¨®gicas que todo el mundo entender¨¢. Desde el reestablecimiento de la democracia, la figura de Hern¨¢ndez en la Comunidad Valenciana ha estado sometida a los vaivenes de la pol¨ªtica. Eduardo Zaplana utiliz¨® durante un tiempo, y con indudable ¨¦xito, la imagen del poeta. Incluso se habl¨® de trasladar sus archivos a la Biblioteca Valenciana. Cuando Zaplana consider¨® que ya no le hac¨ªa falta el barniz democr¨¢tico que Hern¨¢ndez pod¨ªa prestarle, se desentendi¨® de ¨¦l; s¨®lo reaccion¨® -tarde- cuando el Ayuntamiento de Elche lleg¨® a un acuerdo con la familia del poeta para depositar el legado.
Ahora, el Partido Popular podr¨ªa darle la vuelta al asunto y hacerse con los archivos del poeta. La operaci¨®n vendr¨ªa de la mano de Jos¨¦ Joaqu¨ªn Ripoll, el presidente de la Diputaci¨®n de Alicante. Desde que la aparici¨®n del caso G¨¹rtel convirti¨® a Ripoll en un bar¨®n provincial, vive una segunda juventud pol¨ªtica y ha multiplicado fren¨¦ticamente su actividad. Si el dinero se lo permite, nadie sabe a d¨®nde llegar¨¢ este hombre: no pasa d¨ªa sin que emprenda uno u otro negocio. En esta conducta de hacerse notar, Ripoll estar¨ªa en tratos con los herederos de Hern¨¢ndez, una vez vencido el contrato que estos firmaron con el Ayuntamiento de Elche. A lo que se sabe, el asunto se reduce a ver quien pone m¨¢s dinero encima de la mesa.
De fructificar la jugada, Ripoll obtendr¨ªa un ¨¦xito completo. De un lado, debilitar¨ªa al socialista Alejandro Soler, el alcalde de Elche, que aparecer¨ªa como el hombre que no logr¨® mantener en la ciudad el legado de Hern¨¢ndez. De otro, beneficiaria a una de sus fieles, M¨®nica Lorente, la alcaldesa de Orihuela, cuya poblaci¨®n recibir¨ªa los papeles. No hay que hacer demasiado caso al ripollista Pedro Romero, diputado de Cultura de la Diputaci¨®n de Alicante, cuando declara que ¨¦ste no es el mejor momento para abrir debate. Al contrario, el momento es excelente. Las v¨ªsperas del centenario le otorgan al asunto un plus de publicidad que ning¨²n pol¨ªtico puede despreciar.
En el centro de la pol¨¦mica se encuentra, como siempre, Luc¨ªa Izquierdo, la nuera del poeta. Desde un principio, Izquierdo ha tratado de que el legado de Miguel Hern¨¢ndez asegurase holgadamente su porvenir y el de sus herederos. Enjuiciar la ¨¦tica de su actuaci¨®n podr¨ªa llevarnos a una discusi¨®n interminable que no lograr¨ªa ning¨²n resultado pr¨¢ctico. Mi opini¨®n es que los herederos de un artista deben tener los mismos derechos que los de un fabricante de g¨¦neros de punto. El esfuerzo intelectual necesario para crear una f¨¢brica de tejidos y una obra po¨¦tica no son muy diferentes. En este asunto, pues, mi identificaci¨®n con la se?ora Izquierdo es absoluta; considero que est¨¢ en su derecho de hacer cuanto estime necesario para obtener la mejor oferta econ¨®mica. En todo caso, si hay una actitud indecente en este asunto ser¨¢ la de los pol¨ªticos: son ellos los que, sin ning¨²n derecho, pretenden beneficiarse de la figura del poeta. Y, adem¨¢s, lo hacen con un dinero que no les pertenece.
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