?Cu¨¢nto de 'different' es 'Spain'?
Todos los que tengan alguna edad recordar¨¢n el eslogan Spain is different, con el que desde el Estado se trataba de fomentar el turismo en los ¨²ltimos a?os del franquismo. Luego, la frasecilla se convirti¨® en la explicaci¨®n natural de todos los comportamientos m¨¢s o menos raros (frikis, como se dice ahora), que ocurr¨ªan en cualquier lugar, pero dentro de nuestras fronteras.
Lo menciono porque la presidenta del Tribunal Superior de Catalu?a, Mar¨ªa Eugenia Alegret, representantes de ciertas asociaciones judiciales y responsables de PSC-PSOE y CiU, han clamado al cielo porque los medios de comunicaci¨®n han publicado im¨¢genes -?esposados!- de varios implicados en la Operaci¨®n Pretoria, de corrupci¨®n urban¨ªstica en Catalu?a, por la que han sido encarcelados el ex secretario general de la Presidencia de la Generalitat Llu¨ªs Prenafeta; el ex conseller Maci¨¤ Alavedra, ligados a CiU, o el alcalde de Santa Coloma de Gramenet, Bartomeu Mu?oz (PSC), y el ex diputado Luis Garc¨ªa, Luigi, ex militante socialista. No es que las quejas sean exclusivas de estos partidos, porque m¨¢s o menos igual reaccion¨® el PP despu¨¦s de que varios de sus altos cargos y parlamentarios fueran salpicados por la corrupci¨®n de la G¨¹rtel o del Palma-Arena.
El caso es que no es que est¨¦ bien la difusi¨®n de esas im¨¢genes, que pueden predisponer a los ciudadanos en contra de la presunci¨®n de inocencia de los imputados, pero, ?qu¨¦ casualidad!, esta algarab¨ªa acerca de que se han vulnerado los derechos fundamentales y la intimidad de los detenidos s¨®lo se produce cuando los implicados son a¨²n ciudadanos de primera, es decir, que tienen amigos poderosos o que todav¨ªa conservan cierto poder. Porque, igual soy un desmemoriado, pero no recuerdo que Alegret, las asociaciones judiciales o los pol¨ªticos hayan protestado por la vulneraci¨®n de los derechos de otros sospechosos de delincuencia -quiz¨¢ ya ciudadanos de segunda o de tercera-, como, por ejemplo, los sucesivos violadores del Eixample; los acusados de terrorismo entregados por Francia y fotografiados con grilletes al pie del avi¨®n; el l¨ªder de Batasuna, Arnaldo Otegi, cuyo arresto fue retransmitido casi en directo recientemente o, incluso, Miguel Carca?o, acusado confeso del asesinato de la joven Marta del Castillo, cuyas im¨¢genes camino del juzgado se reproducen una y otra vez en todos los telediarios.
Se supone que todos tenemos los mismos derechos, pero una cosa es la teor¨ªa y otra la pr¨¢ctica. Y ¨¦sta parece demostrar que los poderosos suelen recibir mejor trato de la justicia y de los medios. Adem¨¢s, banqueros y pol¨ªticos gozan de un aut¨¦ntico plus de inocencia, del que no disfruta el resto de la ciudadan¨ªa. S¨®lo as¨ª (y porque tienen dinero para contratar a los mejores abogados) se explican las absoluciones por prescripci¨®n o peque?os defectos de forma o los archivos de los procesos por falta de pruebas que siempre alcanzan a los mismos. Ahora, Francisco Camps, por los trajes impagados de la G¨¹rtel, aunque la decisi¨®n est¨¢ recurrida en el Tribunal Supremo.
Claro que los delitos de cuello blanco -ilegalidades realizadas por sujetos de elevada condici¨®n social en el curso de su actividad profesional, seg¨²n defini¨® Edwin H. Sutherland en 1939- son mucho menos alarmantes que los asesinatos, las violaciones o el terrorismo, aunque en muchas ocasiones esos pelotazos lleven a sus v¨ªctimas a la quiebra, al alcoholismo o incluso al suicidio. Ya se sabe, que, como dec¨ªa Ram¨®n P¨¦rez de Ayala, s¨®lo cuando la estafa es enorme toma un nombre decente.
?S¨®lo pasa en Espa?a? Una r¨¢pida mirada a nuestro entorno nos muestra que el entonces gobernador del Banco de Francia, Jean-Claude Trichet, fue absuelto de complicidad en el esc¨¢ndalo de la falsificaci¨®n de cuentas del Credit Lyonnais. Curiosamente, todos los pol¨ªticos implicados fueron exculpados, aunque los antiguos directivos de la entidad resultaron condenados. En Italia, la situaci¨®n del primer ministro Silvio Berlusconi es paradigm¨¢tica. Algunos de sus principales colaboradores como Previti o Dell'Utri han sido penados, pero ¨¦l sigue limpio y maniobra para lograr la impunidad. En Alemania, el caso Flick, un asunto de corrupci¨®n que afectaba a todos los partidos del Bundestag, se resolvi¨® con dos condenas menores. La investigaci¨®n salpic¨® al entonces canciller Helmut Kolh, quien aleg¨® que no recordaba nada. Situaciones similares se han vivido en Portugal, Reino Unido, Holanda y los pa¨ªses n¨®rdicos. O en Estados Unidos, Argentina, M¨¦xico, Brasil o Sur¨¢frica, sin ser exhaustivos.
A la vista de todo esto, seguro que se preguntar¨¢n: ?Cu¨¢nto de different es Spain? Nada, resp¨®ndase usted mismo.
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