La batalla por el seguro m¨¦dico se traslada al Senado y a la calle
El texto aprobado por la C¨¢mara proh¨ªbe los abortos en hospitales p¨²blicos
El estrecho margen por el que la reforma sanitaria fue aprobada en la C¨¢mara de Representantes es el anuncio del dificil¨ªsimo debate que a esta ley le espera en el Senado, donde los dem¨®cratas cuentan con los 60 votos justos que se requieren para evitar el obstruccionismo de la oposici¨®n, pero no todos ellos est¨¢n en estos momentos alineados a favor del proyecto.
Como es su obligaci¨®n, el l¨ªder de la mayor¨ªa en el Senado, Harry Reid, reaccion¨® ayer con optimismo tras conocerse la votaci¨®n de la C¨¢mara. "?sta es una demostraci¨®n del fuerte deseo de reforma que existe", manifest¨® en un comunicado. "Estamos muy ilusionados de vernos m¨¢s cerca que nunca del final".
Eso es indudable. Estados Unidos nunca ha estado m¨¢s cerca de una reforma que fue propuesta por primera vez en tiempos del presidente Teddy Roosevelt (1901-1909) y que, por unas razones u otras, siempre ha acabado naufragando. Pero el camino que todav¨ªa queda no est¨¢ exento de dificultades.
Los senadores de la oposici¨®n a¨²n pueden usar t¨¢cticas dilatorias
El propio Reid advirti¨® la semana pasada que no pod¨ªa garantizar la aprobaci¨®n de la ley en el Senado antes de fin de a?o, tal como el presidente desear¨ªa para cumplir con la promesa que hizo a los ciudadanos durante la campa?a electoral. "Estamos comprometidos a hacer una buena ley, no a hacerla deprisa. No nos sentimos presionados por ning¨²n plazo", declar¨® el l¨ªder dem¨®crata.
Los enemigos de la ley van a echar el resto en el Senado, conscientes de que ¨¦sa es la ¨²ltima barrera que separa al pa¨ªs de la profunda transformaci¨®n que esta iniciativa traer¨¢. Uno de los senadores conservadores, Tom Coburn, ha anunciado ya que solicitar¨¢ leer en el pleno las cerca de 2.000 p¨¢ginas ¨ªntegras que componen esta legislaci¨®n.
?sa es una de las muchas t¨¢cticas dilatorias que la oposici¨®n tiene en su mano y que pueden llegar a empantanar el debate si no se ponen firmemente del lado del Gobierno todos los senadores del grupo dem¨®crata. Alguno de ellos, como Joe Lieberman, que se cambi¨® de bando despu¨¦s de haber apoyado a John McCain en la campa?a electoral, no ha dejado a¨²n claras cu¨¢les son sus intenciones.
No es el ¨²nico. Una tercera parte de los senadores tienen que presentarse a elecciones dentro de un a?o. Tras lo visto en la C¨¢mara de Representantes en la noche del s¨¢bado (madrugada de ayer en Espa?a), existe el peligro de que aquellos que concurran en distritos de tendencia conservadora sientan como un peligro su voto a favor de la reforma sanitaria.
Pero las amenazas contra la ley no se limitan al hemiciclo. El voto en la C¨¢mara se hizo ante la presencia de varias decenas de manifestantes en la puerta del Capitolio que ped¨ªan a los congresistas pronunciarse en contra.
Esas manifestaciones pueden repetirse y crecer en los pr¨®ximos d¨ªas. Toda suerte de grupos conservadores, convencidos de que esta ley constituye un asalto a la actividad privada y a las tradiciones estadounidenses, se han movilizado contra la reforma, respaldados y financiados, en algunos casos, por las compa?¨ªas de seguros.
El ¨²ltimo de los sectores conservadores en unirse a la causa ha sido el de los antiabortistas. Aunque en la versi¨®n aprobada en la C¨¢mara se proh¨ªbe expresamente la realizaci¨®n de abortos en el sistema p¨²blico de salud que se cree, nadie ha podido evitar la propagaci¨®n de la especie (falsa) de que esta reforma permitir¨¢ que el Estado decida sobre la interrupci¨®n de los embarazos.
Si todas esas fuerzas no consiguen impedir la aprobaci¨®n de la reforma en el Senado, la versi¨®n que resulte deber¨¢ ser conciliada con la que se acaba de votar en la C¨¢mara. Esa labor puede encontrar dos puntos de fricci¨®n: la aplicaci¨®n de l¨ªmites al seguro p¨²blico y la fijaci¨®n de un techo para los nuevos impuestos que incluir¨¢ esta legislaci¨®n.
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