El plante de Abbas
El presidente palestino se considera una v¨ªctima de la ret¨®rica de Obama frente a Israel
Se confirme finalmente o no la decisi¨®n de Mahmud Abbas de no presentarse a la reelecci¨®n en enero pr¨®ximo, el presidente palestino acumula todos los motivos necesarios para sentirse harto. Casi cinco a?os despu¨¦s de que fuera elegido para negociar un Estado palestino, Abbas, un moderado prooccidental, no tiene nada sustancial que ofrecer a los suyos, pese a haber lidiado con tres Gobiernos israel¨ªes diferentes. El claro final de ese trayecto pol¨ªtico es la incapacidad de Barack Obama para hacer buena su solemne promesa al mundo ¨¢rabe, en septiembre pasado, de que plantar¨ªa cara a Israel en la b¨²squeda de un Estado palestino.
Washington, pese a sus proclamas en sentido contrario, ni siquiera ha conseguido de Benjam¨ªn Netanyahu, un modelo de intransigencia, que cesen los asentamientos israel¨ªes en los territorios ocupados, a lo que su pa¨ªs se comprometi¨® en 2003 y que jam¨¢s ha cumplido. En su reciente visita a Israel, la secretaria de Estado Hillary Clinton, que previamente hab¨ªa afirmado retadora que "parar significa parar", incluso ha elogiado al primer ministro por estar aparentemente dispuesto a rebajar el ritmo de construcci¨®n de nuevas casas en Cisjordania.
Abbas, enfrentado a la opci¨®n radical de Ham¨¢s en Gaza y a la pinza en la pr¨¢ctica de Israel y su protector americano, se ha visto progresivamente reducido a la inanidad pol¨ªtica. Los divididos palestinos, que ya le reprochaban su incapacidad para tratar eficazmente con el enemigo israel¨ª, le echan en cara ahora haber cre¨ªdo en Obama y en un cambio efectivo de la pol¨ªtica de Washington en Oriente Pr¨®ximo. Y haberse echado en sus brazos hasta el punto de aplazar, a petici¨®n de EE UU, su respaldo al informe de la ONU que acusa de cr¨ªmenes de guerra a Israel en su asalto a Gaza. Su anunciada retirada electoral supone una seria advertencia a la Casa Blanca, pero tambi¨¦n a sus te¨®ricos aliados regionales, en el sentido de que sin un apoyo real es imposible para un dirigente palestino salvar el foso entre la credibilidad de los suyos y el papel que se le exige internacionalmente. Por el contrario, Netanyahu cabalga firme del brazo de sus aliados ultras en el Gobierno, vigorizado tras haber parado en la pr¨¢ctica el envite de Obama, con el que precisamente anoche se entrevist¨® en Washington. Un Netanyahu que, como ayer, alardea de su total predisposici¨®n a un acuerdo hist¨®rico mientras torpedea en la pr¨¢ctica cualquier posibilidad de acercamiento.
Es poco probable que se celebren elecciones palestinas en enero sin una previa reconciliaci¨®n entre Fatah y Ham¨¢s, algo que parece lejano tras un a?o de infructuosas negociaciones entre ambos bandos apadrinadas por Egipto. En ausencia de un sucesor obvio, y habida cuenta las luchas internas en Fatah y la situaci¨®n cr¨ªtica de los suyos, no hay que descartar que Abbas acabe desdici¨¦ndose de su rechazo a repetir candidatura. De ser as¨ª, representar¨ªa un salto en el vac¨ªo sin un cambio dr¨¢stico del escenario actual.
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