La frontera de las mentiras
La violencia en el l¨ªmite entre Colombia y Venezuela se debe a los paramilitares que trafican con drogas y combustible, no a la rivalidad geopol¨ªtica de los pa¨ªses
La guerra comenz¨® hace cinco a?os en el municipio de San Antonio del T¨¢chira, el paso m¨¢s transitado de la frontera com¨²n entre Venezuela y Colombia. Empez¨® con los cinco primeros muertos que cayeron tiroteados en la plaza Bol¨ªvar; con una banda de asesinos dispuesta a limpiar al pueblo del hampa com¨²n, y con una comunidad de comerciantes desesperados dispuestos a pagar la vacuna -cuota mensual de dinero- por la seguridad que no les brindaban ni la polic¨ªa ni la Guardia Nacional venezolana.
Quienes entonces tiraban del gatillo para limpiar la ciudad de maleantes, drogadictos y prostitutas, cinco a?os m¨¢s tarde manejan tambi¨¦n el negocio del contrabando de combustible y alimentos, y el tr¨¢fico de drogas. Se atribuyen, adem¨¢s, el reciente homicidio de dos guardias nacionales, que ha crispado nuevamente las relaciones entre Venezuela y Colombia, rotas desde agosto pasado. Y los Gobiernos de Caracas y Bogot¨¢, demasiado ocupados en sus diferencias pol¨ªticas, parecen haber elegido batirse en duelo antes que coordinar una estrategia para combatir estas mafias que sostienen en las sombras la econom¨ªa de la frontera com¨²n.
Los polic¨ªas lo saben todo pero no act¨²an porque nadie se atreve a denunciar
Algunos de los que se oponen a la mafia son hallados muertos en el r¨ªo
Cada comerciante del pueblo paga hasta 400 euros al mes por seguridad
Caracas culpa de las muertes recientes a la alianza militar de EE UU con Bogot¨¢
"Ni ?lvaro Uribe ni Hugo Ch¨¢vez saben c¨®mo es el problema aqu¨ª. Ellos mismos han dejado avanzar a los paras y ahora quieren venir a meternos en una guerra", se queja Jairo, uno de los cientos de taxistas que cubren la ruta que comunica San Antonio del T¨¢chira con la ciudad de C¨²cuta, capital del departamento colombiano del Norte de Santander. Jairo tambi¨¦n ha tenido que pagar vacuna a los paracos, nombre gen¨¦rico que les otorgan los colombianos a los grupos que extorsionan e imponen su ley en la frontera. Porque todos est¨¢n obligados a pagar, o condenados a morir.
S¨®lo el negocio de las vacunas genera millones de d¨®lares de beneficio. Cada comerciante de San Antonio del T¨¢chira paga a los paras entre 40 y 400 euros al mes, al cambio oficial, por su seguridad. Los mototaxistas pagan entre 26 y 80 euros. Las compa?¨ªas de taxi, m¨¢s de 360 euros. Y los que infringen las reglas -no deambular por la calle despu¨¦s de las diez de la noche, no beber en exceso, no drogarse- tambi¨¦n deben pagar multas de hasta 600 euros.
Los polic¨ªas lo saben todo: conocen el monto de las multas, los lugares de reuni¨®n. Pero no act¨²an, dicen, porque nadie se atreve a denunciar la extorsi¨®n. Y sin denuncia, no hay delito. "Debo reconocer que al principio los paras hicieron su trabajo, limpiaron bastante. Hicieron lo que no pod¨ªamos hacer los polic¨ªas. Pero ya se est¨¢n pasando. Y en esto est¨¢n metidos venezolanos y colombianos".
Lo confiesa un funcionario de la polic¨ªa cient¨ªfica, la instituci¨®n encargada de analizar los trozos de gente que de cuando en cuando aparecen en el r¨ªo T¨¢chira, que separa Colombia de Venezuela; los pedazos de "los que no hicieron caso" y fueron asesinados y cortados con una motosierra y sus miembros lanzados al agua. A otros los entierran. Hay al menos tres haciendas en la frontera, cuenta el polic¨ªa, dedicadas a la siembra de fosas comunes desde que fueron arrebatadas por los paras a sus due?os leg¨ªtimos.
Los taxis en San Antonio del T¨¢chira son, a su vez, las mulas que sirven a los paras para el contrabando del combustible que mueve al departamento del Norte de Santander. Es lo que explica que en este municipio de no m¨¢s de 50.000 habitantes, que f¨¢cilmente se recorre a pie, el Ayuntamiento tenga registrados m¨¢s de 500 taxis: uno por cada 100 habitantes. Explica tambi¨¦n que a pesar de los programas que promueve el Gobierno venezolano para la compra de coches nuevos a precios solidarios, los taxistas prefieran modelos de los a?os setenta: los Ford Fairlane, los Chevrolet Malib¨², los Dodge Dart, los autos con el tanque de combustible m¨¢s grande, que permiten pasar de contrabando hasta 80 litros de gasolina hacia C¨²cuta en un solo viaje "sin mojarse los pies". Porque los contrabandistas tambi¨¦n usan otras v¨ªas para cruzar el r¨ªo hacia Colombia a pie o en bicicleta, "los caminos verdes" las llaman, pero ninguna es tan c¨®moda como cruzar el puente internacional: basta sobornar a los guardias nacionales con el equivalente a un euro por cada recipiente de 20 litros de combustible para que la frontera se abra.
Un litro de gasolina en Venezuela es 60 veces m¨¢s barato que un litro de agua: cuesta 0,07 centavos de bol¨ªvar, unos dos c¨¦ntimos de euro. S¨®lo con atravesar los 300 metros del puente internacional Sim¨®n Bol¨ªvar, que comunica a Venezuela con Colombia, el mismo litro de gasolina multiplica varias veces su valor original.
Cuando arrecian los controles de la Guardia Nacional en la frontera, como ha ocurrido en las ¨²ltimas tres semanas, la escasez del combustible de contrabando en C¨²cuta hace que el precio se dispare al doble, y que los mafiosos apunten sus armas contra los guardias nacionales venezolanos.
"Hemos tomado la irrevocable decisi¨®n de atacar con violencia. Ya no vamos a joder solamente a los gusanos, ahora les toc¨® el turno a los malparidos guardias por no dejar trabajar, malparidos. Quien colabore le pasar¨¢ lo mismo, esta organizaci¨®n lo ha decidido. (...) Muerte a los perros". Eso dec¨ªa el panfleto que repartieron los paras por las calles el jueves 29 de octubre. La amenaza de los paramilitares iba acompa?ada de una "invitaci¨®n" para que los comerciantes no abrieran sus negocios al d¨ªa siguiente en se?al de protesta por los constantes cierres del paso hacia Colombia.
Todos acataron el mensaje: el viernes, San Antonio amaneci¨® como si fuese domingo. Y el lunes 2 de noviembre, a las 15.30, los sargentos de la Guardia Nacional Gerardo Zambrano y Senir L¨®pez fueron asesinados en la plaza de El Palotal -a dos kil¨®metros de San Antonio- por cuatro sicarios en motocicleta que les dispararon por la espalda.
La versi¨®n del vicepresidente y ministro de la Defensa, Ram¨®n Carriz¨¢lez, es que este crimen fue el inicio de un plan conspirativo que se prepara contra Venezuela, vinculado con la "instalaci¨®n" de "siete bases yanquis" en territorio colombiano, y que el blanco de los disparos era, en realidad, el presidente Hugo Ch¨¢vez.
Rub¨¦n escuch¨® a Ch¨¢vez este domingo cuando llam¨® a sus generales y a su pueblo a prepararse para la guerra, como ¨²ltima medida para enfrentar la crisis con Bogot¨¢. Rub¨¦n es colombiano, viv¨ªa del contrabando de gasolina en San Antonio del T¨¢chira hasta hace una semana, cuando la guardia lo expuls¨® del pa¨ªs. Ahora vende agua fr¨ªa en mitad del puente Sim¨®n Bol¨ªvar mientras espera que la situaci¨®n se calme para volver a Venezuela. Rub¨¦n es reservista, y ¨¦l s¨ª que est¨¢ dispuesto empu?ar el fusil para defender "la patria". ?Cu¨¢l de las dos patrias? "Pues cualquiera de las dos, la que me d¨¦ de comer".
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