Los estudiantes en la escena p¨²blica
Los universitarios no est¨¢n al margen de lo que ocurre. Hacen pol¨ªtica pero de manera distinta a la que se realiza a trav¨¦s de los partidos. Quieren una democracia de verdad y desear¨ªan participar en un ¨¢gora limpia
Desde hace ya muchos a?os se viene diciendo que los estudiantes universitarios pasan de la pol¨ªtica o la desprecian. Pero ?realmente es as¨ª? Los estudios sociol¨®gicos que se han hecho en Espa?a y en otros pa¨ªses parecen confirmar esa impresi¨®n. Y lo que se escucha al respecto en las universidades parece ir en la misma direcci¨®n. La mayor¨ªa de los profesores universitarios que tienen contacto directo con los estudiantes fuera de las aulas estar¨ªa de acuerdo en que es as¨ª. Y algunos de estos profesores lo han dicho en las ¨²ltimas d¨¦cadas, unas veces describiendo sin m¨¢s lo que ven y lo que oyen en las universidades, y otras, con cierta preocupaci¨®n por lo que consideran desafecci¨®n de los j¨®venes respecto de las instituciones democr¨¢ticas. Tambi¨¦n yo he tenido experiencias en estos ¨²ltimos a?os que van por el mismo camino. No hace mucho, al anunciar un curso sobre ¨¦tica y filosof¨ªa pol¨ªtica, varios estudiantes vinieron a preguntarme de qu¨¦ iba a tratar en realidad, y ya antes de que empezara a describir el temario, me adelantaron: "Porque si va a tratar usted de ¨¦tica nos matriculamos, pero si va a hablar de pol¨ªtica no nos interesa". M¨¢s claro, agua.
Ven indecente el sistema actual y no aceptan la coartada de que hubo indecencias mayores
S¨ª est¨¢n interesados en la participaci¨®n de los ciudadanos, en extender la ¨¦tica a la vida colectiva
Y, sin embargo, quedarse en esta primera impresi¨®n o seguir repitiendo sin m¨¢s precisiones el t¨®pico de la despolitizaci¨®n de los estudiantes resultar¨ªa trivial. Deber¨ªamos empezar por preguntarnos de qu¨¦ estudiantes estamos hablando y de qu¨¦ hablan los estudiantes cuando dicen que no quieren ni o¨ªr hablar de pol¨ªtica. Pues, a poco que se investigue sobre la cosa, enseguida se da cuenta uno de que muchas personas de edad, dignidad y gobierno, que se quejan amargamente de la despolitizaci¨®n de los estudiantes universitarios, luego escriben a¨²n m¨¢s cr¨ªticamente cuando los estudiantes salen a la calle protestando contra los planes econ¨®micos de los que mandan en el mundo, contra el Plan Bolonia o, por la acera de enfrente, contra la ampliaci¨®n de los supuestos en la interrupci¨®n del embarazo o contra las medidas de control de las actividades de los j¨®venes propugnadas por tales o cuales ayuntamientos.
Como es evidente que tambi¨¦n estas manifestaciones son expresi¨®n de actitudes pol¨ªticas y que en ellas participan muchos estudiantes, no ser¨¢ ocioso preguntarse si cuando decimos que los estudiantes universitarios est¨¢n despolitizados, o que desprecian la pol¨ªtica, no estaremos queriendo decir que no hacen nuestra pol¨ªtica, o sea, la pol¨ªtica que al patriarca que se queja le gustar¨ªa que hicieran. Teniendo en cuenta que la queja de los mayores, profesores o no, sobre la despolitizaci¨®n de los estudiantes est¨¢ tan extendida como la cr¨ªtica a las acciones politizadas de minor¨ªas estudiantiles que no nos gustan y a las que a veces se llama radicales o antisistema, la segunda pregunta que conviene hacerse es si esto que ocurre ahora es en verdad una novedad.
Yo creo que no, que no es una novedad. En los cuarenta y tantos a?os que llevo ya en la Universidad, primero como estudiante y luego como profesor, he escuchado tantas veces el mismo o parecido serm¨®n de los mayores, primero sobre la despolitizaci¨®n de los j¨®venes universitarios y luego sobre su mala politizaci¨®n, que tengo motivos para desconfiar de lo que ahora se presenta como novedad. M¨¢s bien me inclino a seguir considerando el asunto desde el punto de vista del conflicto entre generaciones, latente unas veces y agudo en ocasiones.
Hace 50 a?os los mandamases y las autoridades universitarias se divid¨ªan en dos: los que predicaban el fin de las ideolog¨ªas y pretend¨ªan explicar con eso la despolitizaci¨®n de los estudiantes de entonces y los que, m¨¢s o menos c¨ªnicamente, como el general Franco y sus ac¨®litos, predicaban que hab¨ªa que hacer como ellos, o sea, no meterse en pol¨ªtica. Unos y otros se vieron sorprendidos por lo inesperado: la revuelta estudiantil de 1968, que neg¨® en la pr¨¢ctica el fin de las ideolog¨ªas y neg¨® tambi¨¦n la forma autoritaria de hacer pol¨ªtica diciendo al mismo tiempo que no se hac¨ªa.
Ya eso deber¨ªa darnos una pista para interpretar lo que pasa hoy. Ahora, los portavoces del sistema pol¨ªtico existente y buena parte de las autoridades universitarias no suelen decir ya a los estudiantes j¨®venes que hagan como ellos, o sea, que no se metan en pol¨ªtica, pero lo que les dicen es una variante de lo mismo, a saber: que no se metan en la pol¨ªtica que est¨¢n haciendo las minor¨ªas o que hagan pol¨ªtica como mandan los c¨¢nones establecidos por quienes los han establecido, o sea, por los mismos que dan consejos. Se entiende que hacer pol¨ªtica o meterse en pol¨ªtica, seg¨²n este discurso, tiene que ser necesariamente actuar en el marco del sistema de partidos pol¨ªticos del arco institucional respetando normas, leyes, estatutos y reglas del juego instituidas por los mayores. Fuera de eso hay peligro (para la democracia). Y aunque quienes repiten eso son muchas veces personas cultas y le¨ªdas que se adornan con citas de los cl¨¢sicos, invierten el c¨¦lebre verso de H?lderlin: "Donde hay peligro no hay salvaci¨®n".
Los j¨®venes universitarios (y no s¨®lo ellos) perciben la actuaci¨®n pr¨¢ctica del sistema de partidos realmente existente como una indecencia y el argumento de que hubo en el pasado indecencias mayores les suena a coartada. De manera que hay que ponerse muy c¨ªnico para decirles que act¨²en en pol¨ªtica como est¨¢n actuando los principales partidos pol¨ªticos del arco institucional (aqu¨ª y en otros muchos sitios). Y el disco sobre la otra forma de hacer pol¨ªtica, que siempre se les suele poner a los j¨®venes cuando las cosas ya huelen demasiado mal o en los meses inmediatamente anteriores a las elecciones, est¨¢ demasiado rayado para que alguien quiera o¨ªrlo en la ¨¦poca del MP3.
Por supuesto, siempre hay y ha habido estudiantes universitarios dispuestos a emular el cinismo de los mayores, a escuchar discos rayados o a tragarse sapos cum grano salis parecidos a los que se tragan los c¨ªnicos de provecta edad y con mando en plaza. Esos son los dispuestos a trepar desde j¨®venes haciendo carrera en los principales partidos pol¨ªticos del arco institucional. Pero si yo no estoy ciego (que podr¨ªa ser), esos estudiantes son tambi¨¦n pocos, una minor¨ªa, m¨¢s minoritaria, desde luego, que la minor¨ªa estudiantil radical que realmente hace pol¨ªtica hoy en d¨ªa.
Por ah¨ª se puede entrar ya al fondo del asunto. La mayor¨ªa de los estudiantes universitarios no quiere ni o¨ªr hablar de pol¨ªtica en la acepci¨®n que esta palabra tiene hoy entre quienes hacen pol¨ªtica institucional o profesionalmente. Pero, en cambio, muchos suelen escuchar con atenci¨®n lo que se les dice sobre la acepci¨®n noble que la palabra pol¨ªtica ha tenido en la historia desde los griegos, o sea, sobre la participaci¨®n de los ciudadanos en los asuntos de la polis o sobre la pol¨ªtica como extensi¨®n de la ¨¦tica a la vida colectiva. Y se puede a?adir que son bastantes los que, adem¨¢s, act¨²an en consecuencia. En este segmento hay que incluir no s¨®lo a los estudiantes que actualmente denuncian la orientaci¨®n principal de las pol¨ªticas universitarias y elevan su voz cr¨ªtica frente a medidas de las que disienten, sino tambi¨¦n a muchos colectivos y asociaciones que, coincidiendo o sin coincidir en esta cr¨ªtica, colaboran con organizaciones que dedican sus esfuerzos a la solidaridad con los excluidos, a la lucha contra el hambre, a la defensa de los derechos humanos, a la cooperaci¨®n con los pueblos y culturas oprimidas, a organizar movimientos sociales cr¨ªticos y alternativos o a trabajar en lo que se llama altermundismo.
Son estos estudiantes universitarios los que en realidad hacen pol¨ªtica de otra manera. Muchos de ellos seguramente dir¨¢n a los soci¨®logos y encuestadores que no quieren saber nada de pol¨ªtica. Pero hay que entenderlos: lo que en realidad est¨¢n diciendo (y eso no siempre cabe en la respuesta a una encuesta) es que no les interesa la pol¨ªtica que se hace habitualmente en el actual sistema de partidos pol¨ªticos. Y no porque est¨¦n en contra de la democracia, sino precisamente porque quieren una democracia de verdad y desear¨ªan participar en un ¨¢gora limpia. As¨ª que, en vez de echarles la bronca cotidiana y recurrente por su despolitizaci¨®n o por su mala politizaci¨®n, mejor ser¨ªa escucharles y colaborar con ellos a la limpieza del ¨¢gora. Que falta hace.
Francisco Fern¨¢ndez Buey es catedr¨¢tico de Filosof¨ªa Moral y Pol¨ªtica en la Universitat Pompeu Fabra.
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