?S¨®lo El Pocero?
A duras penas recuperado de la necrofilia de Todos los Santos y de la desagradable moda del Halloween, leo la ¨²ltima boutade (por llamarlo de alguna manera) del insigne que no ilustrado Francisco Hernando, alias El Pocero: la botadura en Ancona (Italia) del megayate de su propiedad (el Clarena II) de 72 metros de eslora, por el que ha abonado por adelantado la modesta suma de 60 millones de euros. Los milagros del derecho mercantil hacen posible que ello sea absolutamente compatible con que la banca (principalmente la CAM) se haya tenido que convertir en propietaria de 2.000 viviendas por impago de la deuda que ten¨ªa contra¨ªda el susodicho. Los alardes y la megaloman¨ªa de este ejemplar hombre de negocios no son algo nuevo: una flota privada de aviones, una flota de autom¨®viles de lujo y un megayate m¨¢s modosito (el Clarena), vendido a Juan Miguel Villar Mir. Tras un paso fugaz por el motociclismo, parece que Francisco Hernando ha puesto sus ojos en la democr¨¢tica Guinea de Obiang aunque tiene la maquinaria retenida en el puerto de Alicante por culpa de unos permisos todav¨ªa no obtenidos y que es de suponer le ser¨¢n gravosos, a tenor de la corrupci¨®n reinante en el pa¨ªs de destino.
A estas alturas, uno ya no est¨¢ para rasgarse las vestiduras y comprobar una vez m¨¢s que los nuevos ricos son bastante menos discretos que la aristocracia del dinero es una evidencia que no da mucho m¨¢s de s¨ª. Por eso, si alg¨²n sentido tienen estas l¨ªneas, no es glosar al personajillo ni hacer demagogia f¨¢cil. Tampoco moralizar ni abundar en la diferencia entre el empresario emprendedor de Max Weber (un modelo te¨®rico, por otra parte) y la degeneraci¨®n de la especie que abunda por estos pagos para desesperaci¨®n de aquellos que como mi amigo y compa?ero Andr¨¦s Garc¨ªa Reche preconizan la importancia de la Responsabilidad Social de la Empresa o RSE.
Lo que la triste noticia me pide es simplemente una reflexi¨®n en voz alta. El Pocero ser¨¢ probablemente otro "tipo puro weberiano", es decir, un "modelo" de empresario que se sit¨²a en las ant¨ªpodas de los herederos del esp¨ªritu protestante y luterano. Pero no es ni de lejos el ¨²nico "empresario" inmobiliario que en los a?os de bonanza (o burbuja) ha amasado fortunas considerables apropi¨¢ndose de cuotas crecientes de la renta de los adquirentes de viviendas. Se cuentan por centenares pero, eso s¨ª, son m¨¢s discretos. Algunos habr¨¢n pagado su imprevisi¨®n e insaciable avaricia cuando han llegado las vacas flacas si no han andado prestos. Pero, en general y de nuevo, los milagros del derecho mercantil para algo est¨¢n y si no v¨¦ase la nueva aventura de Ba?uelos en Brasil (lo siento por Lula).
La pregunta del mill¨®n es c¨®mo se han reinvertido los beneficios y si nuestros queridos promotores o ex promotores no encuentran ninguna oportunidad para animar nuestra maltrecha econom¨ªa. Primero provocan un exceso de oferta y una ca¨ªda en picado de la construcci¨®n y sectores vinculados (el ¨²ltimo, el m¨¢rmol del Vinalop¨® Mitj¨¤). Luego, se "dan de baja" y piden a pap¨¢ Estado que les compre a buen precio el mill¨®n largo de viviendas en stock. Y, al mismo tiempo, buscan inversiones que les den tasas de beneficio comparables a las que conocen muy bien y, pobrecitos, se quejan de no encontrarlas... Todo un ejercicio de sutil iron¨ªa si no fuera porque, al otro lado, no existen las mismas oportunidades. ?Feliz Traves¨ªa!
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