El rigor de una amplia cultura
Resulta dif¨ªcil elegir alguno de los m¨¦ritos profesionales de D¨¢maso Ruiz-Jarabo, porque destac¨® en todas las actividades desde su ingreso en la carrera judicial; su inquietud intelectual y su amplia visi¨®n del derecho no limitada al estrecho espacio de un partido judicial ni siquiera al ¨¢mbito nacional, le condujo a dos dimensiones supranacionales donde el derecho planteaba unas prometedoras esperanzas: el derecho comunitario europeo y la protecci¨®n de los derechos humanos en el Consejo de Europa, aportando en ambos casos la experiencia de su pr¨¢ctica judicial, sus amplios conocimientos y su fin¨ªsimo instinto para buscar una interpretaci¨®n que, creando doctrina, no olvidase la resoluci¨®n del caso concreto y los intereses humanos en juego.
Conoci¨® en profundidad tanto el Tribunal Europeo para la Protecci¨®n de los Derechos Humanos, en el que realiz¨® una estancia de estudios inmediatamente despu¨¦s de la firma por Espa?a del Convenio de Roma de 1950 y en el que fue juez ad hoc, como el Tribunal de Justicia de la Uni¨®n Europea en Luxemburgo, en el que desempe?¨® funciones, primero como letrado en el gabinete del primer juez nombrado tras la adhesi¨®n de Espa?a en 1986 y posteriormente, y hasta su muerte, como abogado general.
Es conocido el car¨¢cter inusual de sus conclusiones presentadas en los m¨¢s importantes recursos ante el tribunal, por apartarse de la aridez y del farragoso lenguaje jur¨ªdico; la riqueza de citas literarias, expresi¨®n de su amplia cultura, no menoscababa, sin embargo, el rigor de sus afirmaciones ni la aplicaci¨®n exacta de las normas, en ocasiones muy complicadas, a las que siempre dotaba del m¨¢ximo sentido para reforzar las bases jur¨ªdicas de la Uni¨®n Europea.
En Espa?a, donde era magistrado de la Sala Tercera del Tribunal Supremo, mantuvo su presencia impulsando y difundiendo el derecho comunitario europeo entre jueces, abogados y estudiantes de derecho, a trav¨¦s de programas de formaci¨®n o cursos, y favoreciendo el conocimiento del Tribunal de Luxemburgo, mediante la presencia all¨ª de juristas espa?oles. Su dedicaci¨®n y esfuerzo, que mantuvo con el mismo entusiasmo hasta el final, han sido reconocidos en Espa?a y en otros pa¨ªses europeos por la doctrina m¨¢s especializada y por otras instancias: as¨ª, estaba en posesi¨®n de le Legi¨®n de Honor francesa y de la Cruz de San Raimundo de Pe?afort, entre otras condecoraciones.
Si grandes y abundantes son sus m¨¦ritos como juez y jurista, m¨¢s a¨²n disfrutamos de su inteligencia y afecto aquellos a quienes nos distingui¨® con su amistad y que, ayer todav¨ªa, escuchamos sus amenas disertaciones sobre el arte o la pol¨ªtica y conversamos en un entorno cuidado y lleno de amigos comunes, para todos los cuales ten¨ªa siempre la palabra adecuada a su situaci¨®n.
Su temprana desaparici¨®n, cuando sus problemas de salud parec¨ªan superados, nos ha dejado hu¨¦rfanos de un maestro y de un amigo al que siempre recordaremos con admiraci¨®n y afecto. Unidos en el dolor a su familia, descanse en paz.
Carlos D¨ªvar Blanco es presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial.
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